lunes, 23 de diciembre de 2013

Salud Campeón

El trabajo del Psicólogo Deportivo no suele ni debería medirse con la vara de los resultados. El mundo del deporte es así de ingrato, sobre todo para los Entrenadores, que se ven sometidos a presiones que, en muchos casos, los desbordan y los sacan de su Eje.
En ese marco, buscar apoyo y capacitación es importantísimo, sobre todo en aquellos temas que no suelen estar en el orden del día en las clínicas y cursos. Invertir en la búsqueda de apoyo y capacitación siempre da frutos, pero no necesariamente resultados visibles en las tablas de posiciones, porque en todos los torneos suele haber un solo ganador. 
Juan Ferreira es uno de los tantos Entrenadores que apostó por el apoyo y la capacitación, y los resultados no le dieron la espalda a su querido Berazategui: Subcampeón Metropolitano y Campeón en la Liga Nacional femenina 2013.
Desde lo personal, da gusto trabajar con gente como el "Gallego": un tipo de convicciones firmes en lo deportivo, pero terriblemente abierto en lo humano, y tal vez allí estuvo una de las claves de una temporada en la cual no bajó del segundo puesto con un Equipo que, a principio de año, más de uno miraba de reojo ante la falta de nombres rutilantes.
A lo largo de esta temporada, Juan salió airoso a la hora de trabajar sobre varias de las frases que tanto complican cuando se trata de formar un Equipo: "Esto es lo estoy buscando", cuando estás en la búsqueda para armar el plantel; "Esto es lo que hay", cuando ya está cerrada la plantilla, tenés que una temporada por delante y encarás la tarea de enamorarte sanamente de tus jugadores; y "vamos hacia allá", cuando el Líder es el encargado de marcar el camino. 
Recuerdo que en sus primeras sesiones de trabajo, allá por marzo, Juan me dijo: "Quiero salir campeón", y confieso que lo único que me invitaba a creer que podía ser posible eran su convicción de que podía conseguirlo y su enorme deseo de lograrlo. 
Convicción, Deseo y obviamente Capacidad; tres condimentos indispensables en la ensalada del éxito que todo buen Líder debe sazonar con una buena dosis de Paciencia.
A Berazategui le tomó tres finales coronarse Campeón: Subcampeón en el Metro Apertura y en el Clausura, logró recién subirse al primer escalón del podio en la Liga Nacional. 
Convicción, Deseo, Capacidad, Paciencia. Las tuvo el "Gallego" y con ellas llegaron los éxitos.

lunes, 16 de diciembre de 2013

¿Te Lesionaste? Andá al Psicólogo...

La medicina moderna le está dando cada vez más valor al estado anímico en los procesos de recuperación de enfermedades y lesiones. El espíritu positivo termina siendo, en la mayoría de los casos, decisivo, por lo que descuidar la “Cabeza” en estos trances puede ser determinante para achicar o alargar los tiempos de convalecencia o rehabilitación; y, sabemos, en el deporte híper competitivo de estos tiempos si algo no sobra es tiempo, ¿no?
El espectro es tan amplio que en él encontramos recuperaciones mágicas (como la vuelta de Martín Palermo tras la rotura de ligamento cruzado) y deportistas que tardan muchísimo más de la cuenta en volver, u otros que ni siquiera logran hacerlo condiciones ideales.
¿La diferencia? No hay una, sino muchas, habida cuenta que no hay dos personas ni dos físicos iguales. Arrancamos obviamente por las condiciones en las que se de esa recuperación (el cuerpo médico que apoye y la dirija, sin ir mas lejos); y terminamos (¿o empezamos?) en la “cabeza”, ya que allí se van a gestar dos factores claves para que la recuperación llegue a buen puerto: 1) el Espíritu Positivo y 2) el Orden y la Disciplina con que vayas a encarar el trabajo de rehabilitación.
De ahí la alusión del título… “anda al psicólogo”.
La “cabeza”, aunque parezca mentira, sigue siendo dejada de lado en la mayoría de los cuerpos técnicos de los equipos deportivos en la Argentina. Los psicólogos no abundan en los planteles ni en los clubes, por lo que generalmente, este tipo de ayuda debe buscarla el jugador por su cuenta, y lo cierto es que no todos acuden al psicólogo en este tipo de trances.
¿Por qué el Psicólogo? Y, básicamente para contener y trabajar sobre el mencionado “espíritu positivo”. Algunos lo traen de fábrica, pero otros necesitan de alguien dándole permanentemente al “inflador anímico” para no caerse.
Los deportistas trabajan con su cuerpo, por lo que una lesión lo primero que provoca (además del dolor físico) es una profunda angustia, y desde ese estado se suele hacer difícil pensar, y pensar es clave para poder hacer correctamente “los deberes” en el proceso de recuperación para ayudar a adelantar la vuelta.
No todos los deportistas (sean o no de alta competencia) tienen un cuerpo médico top detrás suyo. Y aún aquellos que lo tienen, muchas veces deben debatirse entre las angustias e intereses de su entorno, que seguramente con la mejor onda, más de una vez terminan colaborando para que aumenten la preocupación y el temor, en lugar del tan necesario optimismo. El deportista se ve sometido, sin quererlo, a opiniones de todo tipo y color, algunas encontradas en cuanto a su filosofía y contenido. Todos, en su afán de ayudar seguramente, aportan su “sabiduría”, que en algunos casos puede ir en contra de lo que opina el cuerpo médico que está a la cabeza de la recuperación, y allí empiezan los cortocircuitos que llevan a la angustia y que empujan a la búsqueda de soluciones mágicas, que solo contribuyen a confundir más y más. Allí entra a jugar a veces el “en Internet encontré que…”, que más de una vez promueve la hipocondría. Entonces, el deportista entra en crisis y la recuperación se torna más lenta, alargando los tiempos considerablemente.
La contracara de esto la da un deportista que, a partir de un buen proceso de contención, puede pensar y tomar decisiones con claridad para encarar un proceso de rehabilitación con todas las pilas, de manera activa, sintiéndose protagonista de la recuperación, al participar de él con actividades sencillas en la vida cotidiana, agregándole ejercitaciones, alimentación y terapias caseras (indicadas por los médicos que estén a cargo de la recuperación, como ponerse hielo con cierta periodicidad, por citar un ejemplo tonto); que obviamente sumarán su granito de arena a las sesiones de kinesiología y trabajos físicos oportunamente ordenados por los facultativos que comandan el proceso.
Ocupar la cabeza, sentirse protagonista de la recuperación, es importantísimo para que esos tiempos muertos que quedan entre sesión y sesión de trabajo con médicos, kinesiólogos y P.F., estén ocupados en tareas que, además de colaborar en el proceso (hielo, ejercicios, etc.), sirvan para tener ocupada la cabeza, que así no quedará a merced de esos aportes y consejos de buena voluntad que solo ayudan a que la persona maquine innecesariamente generando dudas y angustias que solo entorpecerán la cosa.
Manejar el Proceso de Contención, por ello, es clave, incluso en los clubes que cuentan con un cuerpo médico full time, ya que por imperio de las circunstancias, se da que a veces los médicos no tengan tiempo o tacto necesario para contener y calmar las angustias del deportista.
La “Cabeza”, por ello, es clave también en el proceso de recuperación de lesiones, que desde lo psicológico arranca por:
- Contención y Descarga (drenaje de la angustia que provoca la lesión)
- Toma de Decisiones (optar por la terapia a utilizar)
- Participación Activa (sentirse protagonista de la recuperación)
- Trabajar los Miedos (eliminar el temor a volver a lesionarse)
- Preparar la Vuelta a la competencia
 
Tener un buen Cuerpo Médico es importantísimo. Pero descuidar la cabeza puede tirar todo por tierra. ¿Por qué cuesta tanto darle su lugar al Psicólogo entonces?

lunes, 2 de diciembre de 2013

En La Formación Las Prisas No Son Buenas

Siempre que hay algo bueno en la red, me gusta compartirlo en este espacio. Suelo hablar mucho acerca del valor de educar bien deportivamente, habida cuenta que las presiones son cada vez mayores y ya han llegado (increíblemente) al mundo de las divisiones formativas. Y este artículo de "La Soledad del Entrenador", si bien apuntado exclusivamente al fútbol, refleja valores y situaciones que vemos a diario en las canchas de inferiores de todos los deportes. La nota:

En el fútbol, hoy se está negando a muchos pequeños el derecho y el placer de jugar, en virtud de no se sabe muy bien qué rigor científico, por el cual se busca acelerar la preparación de estas criaturas para el alto rendimiento. Se pretende desligar su preparación deportiva de cualquier responsabilidad educativa, pero tal especulación es, cuando menos, gratuita:
• como si el juego fuera una pérdida de tiempo.
• como si prepararse para el fútbol fuera una condena, y su disfrute estuviera bajo sospecha.
• como si la formación integral del menor fuera incompatible con la preparación para el deporte de competición.
Se sostiene que la actividad recreativa está muy bien, pero que entrenar para la competición es otra cosa bien distinta que exige maniobrar a destajo desde pequeñitos. Y con tal despropósito, se lleva a cabo un experimento con menores, de resultado, como poco, incierto: establecer a estas edades una supuesta incompatibilidad en el deporte entre actividad recreativa y competitiva, es una alternativa muy poco razonable.
Los ritmos de crecimiento ni son regulares, ni se dan en todos por igual. Quienes primero destacan no suelen evolucionar del modo que se espera de ellos. Las vueltas que da todo proceso de maduración, el exceso de atención que se dedica a los más adelantados, las responsabilidades que se echan sobre sus espaldas, y la aceleración de su crecimiento les lleva a quemar de manera vertiginosa etapas decisivas de su vida. Tanto trajín es mucho más de lo que la mayoría puede soportar, de manera que son muchos los que cuelgan las botas al poco de empezar.
A estas edades, aumentar la intensidad de los entrenamientos y precipitarse con exigencias de resultados, no garantiza mejoras significativas en el rendimiento futuro. Por el contrario, cada vez son más las evidencias de que el sobre entrenamiento, y los excesos de solicitación en el niño producen un efecto bumerán: la pérdida de interés y el abandono. La naturaleza ha sido tan sabia que ha hecho al niño, niño antes que hombre; pretender apurar su formación implica sacar frutos secos, sin jugo ni sabor ¿Pero saben esto todos quienes manejan niños? No, categóricamente, no.
Es cierto que en otros deportes desciende notablemente la edad del máximo rendimiento, al igual que la selección precoz, y el entrenamiento intensivo de los niños y niñas más aventajados. Pero las exigencias son distintas en cada modalidad deportiva: no es lo mismo prepararles para el fútbol que hacer lo propio en otro deporte individual como la gimnasia rítmica –de requisitos físicos muy concretos– cuya actuación se puede programar de forma sistemática, con carácter previo.
Hay que animarles para que se superen, centrando su atención en metas posibles a la vez que suficientemente atractivas. Así haremos coincidir su maduración futbolística con su propio desarrollo físico y mental, jugarán más motivados, y aprenderán más fácil.
Muchas estrellas empezaron a jugar al fútbol en plena adolescencia: Gaizka Mendieta iba para atleta y no empezó a correr detrás de un balón antes de los 15 años. Batistuta, a quien llamaban El Gordo por un ligero sobrepeso, se hizo esperar hasta los dieciocho años. A Rivaldo le decían Pata de Palo en la categoría juvenil. Se mire por donde se mire, la experiencia es un libro abierto donde saltan a la vista muchísimas promesas que destacaban en las categorías inferiores, y se perdieron en el anonimato antes de ver cumplidos sus sueños.

Mientras en otros deportes individuales como el atletismo existen retratos casi perfectamente delimitados que permiten reconocer a la legua la estampa de un campeón, no ocurre lo mismo en el fútbol. Aunque algunos clubes siguen coleccionando jugadores por su tamaño, es fácil encontrar auténticos fenómenos que no darían la talla para quienes priman la madurez en su desarrollo biológico. Y si no, que se lo pregunten a Cruyff o a Maradona.
• ¿Acaso no son cada vez más excepcionales los jugadores que el fútbol profesional busca en cualquier lugar del mundo?
• ¿No es cierto que ninguno de todos estos niños tan prometedores que destacan en sus equipos de barrio llegará a lo más alto del fútbol? o, para decirlo mejor : será una excepción aquel que consiga llegar a la élite del fútbol. El caso de Argentina es paradigmático: hasta dos millones de fichas de jugadores, y son menos de cincuenta los privilegiados que exhiben la grandeza de su fútbol por todo el mundo.
• ¿Y los demás? ¿es que no merecen una oportunidad? ¿no son el buen trato y una experiencia de calidad los que pueden llevarles tan bien y tan lejos como quieran y/o puedan?
• Y por último ¿a estas edades quién es el listo que es capaz de vaticinar lo que pueden dar de sí estas criaturas?¿quizá aquellos que no ven sino los defectos, y tienen un ojo de lince para descubrir a quienes saltan a la vista, porque maduran antes que los demás?
Parafraseando el conocido aforismo; el talento futbolístico se hace de fuerza y velocidad física, pero sobre todo de rapidez mental. De Menotti cuando era jugador, se cuenta que un día le dijo su entrenador :
– Ché flaco, corré
Y Menotti contestó:
– Ah, encima de pensar ¿querés que corra?

Eran otros tiempos, y otras circunstancias. Anécdotas aparte, no se pretende ignorar la importancia cada vez mayor de la preparación física en el deporte. Sin embargo, conviene recordar que el fútbol es un deporte que se juega de la cabeza a los pies.Aquí interviene otro aspecto no menos relevante, habida cuenta del aumento de la presión competitiva: ese carácter especial, mezcla de curiosidad y empeño para esforzarse en mejorar cada día, afrontando con buen ánimo un recorrido tan largo, de muchas vueltas.
Hasta hace bien poco, el talento deportivo se consideraba una especie de don que se tenía o no había nada que hacer: el jugador nace, no se hace.
En los últimos años, sin embargo, pasa por ser un concepto dinámico, más relacionado con el desarrollo de la destreza en el deporte. E. Hahn ha investigado la detección de talentos y su preparación desde edades tempranas: es una aptitud acentuada en una dirección, superando la media normal, que aún no está del todo desarrollada. El mismo autor concluye que el talento es la disposición por encima de lo normal, de poder y querer realizar unos rendimientos elevados en el campo del deporte En otras palabras, una extraordinaria voluntad de superación que han tenido que desplegar, especialmente, aquellos a quienes no se les ha dado todo hecho y han puesto a prueba su instinto de supervivencia, luchando contra viento y marea. Jugadores que, si quieren hacerse un hueco, tienen que afilar el ingenio para pensar más rápido, y andar más listos que los demás, desarrollando un espíritu de sacrificio muy por encima de lo normal.
Johan Cruyff lo sabe muy bien: Siendo todavía niño, desarrollé en los entrenamientos la técnica para poder explotar mi juego y superar cierta inferioridad física respecto a jugadores más corpulentos, sí, pero también más lentos. Lo cual no quiere decir que entrenara más, sino que aprovechaba mejor los entrenamientos.
Siempre he pensado que cada desventaja tiene sus ventajas. Si soy pequeño, tengo que ser más espabilado. Si no soy fuerte, tengo que ser más listo; no me queda otro remedio.


La Soledad del Entrenador @SEntrenador
(Del libro “Dejad que los niños jueguen)

martes, 26 de noviembre de 2013

¿Presión Psicológica?

En este mismo espacio, tiempo atrás hablamos del manejo de la temida Presión Psicológica (http://elpsicologodelclub.blogspot.com.ar/2011/02/manejando-la-presion.html); y en esta ocasión, es el colega español Chema Buceta quien aborda en su blog el tema, con la nota  que transcribo abajo: "Presión Psicológica: Ya la hemos...", preguntándose si "¿Hacemos algo para prevenir y controlar la presión?" y revalorizando, obviamente, el rol de los psicólogos en los equipos deportivos.

Se ha celebrado en Chennai, India, la final del campeonato del mundo de Ajedrez, en la que el candidato, Magnus Carlsen, noruego de veintidós años, ha derrotado al hasta ahora campeón, el indio Viswanathan Anand, quien disfrutaba del cetro desde 2007. En sus declaraciones, Carlsen acentuó la importancia de haber controlado la presión psicológica a diferencia de su rival, “ya que incluso en el campeonato del mundo, esta puede hacer que un gran campeón se derrumbe”. Anand lo confirmó como posible causa de sus errores en las partidas definitivas. Curiosamente, en abril, en el torneo de candidatos que decidía quien sería el aspirante, Carlsen y el ruso Kramnik llegaron a la última partida empatados. Sus rivales no se jugaban nada; ellos, todo. ¡Y los dos perdieron! ¿Presión psicológica?
Lo que conocemos como presión psicológica no es un enemigo invisible, sino un estrés elevado relacionado con situaciones trascendentes de alta dificultad y exigencia. Este estrés provoca una sobreactivación que perjudica el rendimiento. Le sucede a muchos deportistas en las competiciones, sobre todo si en estas se juegan mucho, la expectativa de éxito de quienes les rodean es muy alta y su autoconfianza no es suficientemente robusta. Estar a punto de conseguir algo grande, tener miedo a perder y defraudar a otros, que el partido no transcurra como todos esperaban, o la obligación de rendir con precisión en una acción decisiva, son ejemplos de situaciones que pueden contribuir a este estrés perjudicial.
En el deporte, como en otros ámbitos de alto rendimiento, los mejores suelen tolerar y gestionar con eficacia la presión psicológica la mayor parte de las veces. En general, son personas que han desarrollado una sólida fortaleza mental: transforman las amenazas en retos, se centran en lo que depende de ellos y convierten la presión en una energía favorable que les ayuda a prepararse y rendir a alto nivel. En muchos casos, esto les diferencia de otros destacados deportistas, empresarios, directivos, actores, etc. que carecen de esta habilidad. Sin embargo, hasta el mejor escribano echa un borrón, y por muy campeones que sean, se trata de personas de carne y hueso que, a veces, como demuestra lo sucedido a Anand, pueden verse superadas por una presión psicológica que no consiguen controlar. No debe sorprendernos que jugadores como Messi o Roben fallasen penaltis clave en los partidos más decisivos de la Champions (en 2012), que Gasol no convierta los tiros libres en los minutos finales de algunos partidos trascendentales (por ejemplo: final del Eurobasket, 2007) o que cualquiera con la “cabeza bien amueblada” pinche en algún momento y se “le crucen los cables”.
Obviamente, el rendimiento no depende sólo de este factor. A veces, de forma errónea, se achaca la falta de rendimiento a la presión psicológica cuando existen explicaciones más básicas y con mayor peso: como (en el deporte) la falta de condiciones físicas, habilidades técnicas/tácticas y preparación apropiada, o circunstancias externas, como la fortaleza del rival. Estas variables son las que principalmente determinan las posibilidades reales de rendimiento. A partir de ahí, la mejor o peor gestión del estrés lo optimizará o minimizará; y así, los que más rinden en función de sus posibilidades reales, suelen ser aquellos que la mayor parte del tiempo toleran y controlan bien la presión psicológica. Eso sí, si bien sus errores en esta faceta son pocos, a veces muy pocos, la trascendencia de estos puede ser enorme, ya que suelen producirse en los momentos más críticos. Seguramente, Anand tiene una gran habilidad para controlar la presión psicológica, pero de pronto surge una situación concreta, muy trascendente, en la que no puede controlarla, y entonces juega por debajo de su nivel, cometiendo errores que le cuestan el campeonato del mundo. Como él, otros muchos. ¿Podemos hacer algo? ¿O debemos resignarnos? (¡Ya la hemos…!).
El entrenamiento psicológico se suele plantear para atender a deportistas que presentan déficits muy evidentes; por ejemplo, aquellos que suelen rendir mal en las competiciones a diferencia de los entrenamientos. Otras veces, se organiza como parte de un plan de entrenamiento global, programándose con el objetivo de desarrollar habilidades mentales que puedan aplicarse en diferentes situaciones. Sin embargo, se suele obviar con deportistas que casi siempre funcionan bastante bien en la parcela psicológica, sin tener en cuenta la trascendencia de esos momentos, escasos pero muy relevantes, en los que podrían verse superados por el estrés. Es lógico: el buen rendimiento habitual eclipsa la necesidad de prevenir tal circunstancia excepcional. Pero cuando esta acontece, les pilla por sorpresa, sin recursos excepcionales para controlar la presión, y el deportista pincha en el momento menos oportuno. Después, se asumen los errores como algo inevitable y, en la mayoría de los casos, no se hace nada para prevenir este problema en el futuro. ¿Ignorancia? ¿Ausencia de un psicólogo del deporte que sepa entrenar al deportista?
En estos casos, el trabajo psicológico más general resulta insuficiente; siendo necesaria una intervención muy específica centrada en la prevención y el control del estrés en las situaciones concretas que se consideren más relevantes. Al tratarse de personas que suelen funcionar bien en lo mental, y situaciones poco frecuentes y a veces lejanas, este tipo de trabajo (que por ejemplo se hace con algunos deportistas olímpicos) puede ser difícil de aplicar, pero constituye la clave para dar un paso más de calidad que diferencie de los mejores a los que todavía lo son más; de los que obtienen mucho provecho de sus posibilidades, a los que además son capaces de superar su propio listón.
La optimización del rendimiento pasa por ensanchar los propios límites por poco margen que uno tenga, y el entrenamiento psicológico muy específico puede ser, en bastantes casos, la llave que los deportistas y otros profesionales necesitan. Seguirán siendo de carne y hueso, pero la probabilidad de que pinchen será mucho menor. Sin duda, un reto importante para los psicólogos del deporte y de otras áreas del rendimiento en sus funciones de detectar y evaluar esta necesidad, alertar y motivar a los interesados y diseñar y aplicar la intervención más eficaz. ¿Hacemos algo?

"Pasála Morfón"

Hay jugadores que dan la sensación de estar jugando solo para si mismos y no para el Equipo, y esa actitud egoísta, contrariamente a lo que seguramente ellos esperan, los suele volver marcadamente inefectivos.
Se suele decir que los goleadores, en todos los deportes, suelen tener en su gen deportivo el egoísmo, y que ese ingrediente suele ser de gran ayuda para potenciar sus capacidades. Pero en los últimos tiempos es cada vez más común ver jugadores tomando decisiones egoístas en extremo, que muchas veces atentan contra el funcionamiento del Equipo.
El egoísmo o afán de protagonismo desmedido atenta directamente contra las posibilidades de conseguir la anhelada Química Grupal, pero en lo individual, atenta también contra las posibilidades del jugador de tener buena lectura de juego, ya que si en mi interior está muy arraigado el “Jugátela vos”, inconscientemente voy a tomar la decisión de jugármela como primera opción, sin medir si eso es lo más conveniente o si es preferible dar un pase o iniciar una jugada o movimiento hacia otro lado que favorezcan más al equipo.
Algunos jugadores maquillan ese egoísmo con los pases gol, pero no deja de ser una cubierta engañosa, y es tal vez donde más se ve esa falta de capacidad de lectura, ya que en este caso la búsqueda de la asistencia o el pase lujoso como opción excluyente le quita al jugador visión global y eso lo lleva a solo contar con dos opciones: su gol, o el pase gol, dejando afuera innumerable cantidad de variantes.
Entre los grandes, un entrenador con conceptos claros y liderazgo fuerte puede ayudar a maquillar o encajar al jugador en el funcionamiento del Equipo. Pero evidentemente, el problema es de formación, y ese gen egoísta se origina en el camino que el deportista recorre hasta llegar a primera, de ahí que sea tan importante trabajar sobre la actitud deportiva de los chicos.
Las señales y ejemplos que el DT da en el manejo del Equipo son claves, pero también lo es el mensaje que mandan el entorno y la familia del novel deportista, que muchas veces, aún de muy chiquito es estimulado por el mencionado “Jugátela vos” y en algunos casos hasta recibe premios por goles, puntos o por determinada participación estadística que, lejos de fomentar el amor por el juego colectivo, potencia y exacerba el virus del egoísmo.
¿Entonces? Entonces, cuidemos el mensaje que se baja a los más chicos. Deporte es juego, diversión, y si es colectivo, el espíritu de equipo debería estar por encima de los logros individuales, y ese mensaje debería venir en estéreo, tanto desde el club (entrenador) como desde la casa, para ayudar a que la pulsión egoísta no termine atentando contra las posibilidades de formar un jugador íntegro e inteligente, capaz de tomar buenas decisiones en la cancha en lugar de uno cuya orientación sea hacer una jugada de lucimiento personal.

 

lunes, 18 de noviembre de 2013

El Deporte y las Técnicas de Relajación

Solemos leer y escuchar cientos de declaraciones hablando de que tal o cual deportista da ventaja porque no está bien de la cabeza, no tiene actitud, no está enfocado o concentrado, etc., etc. Del otro lado, los psicólogos solemos poner el foco en que, precisamente, uno de los déficits mayores de los deportistas tiene que ver con "como trabajan su cabeza". Y la pregunta que te estás haciendo en este momento, seguramente, es: ¿Qué es "trabajar la cabeza"? Porque así tirado puede sonar hasta raro, y te aseguro que no es tan así, al contrario.
Si bien hay métodos y técnicas que pueden ser utilizadas por cualquiera de nosotros, la premisa básica es que todos somos diferentes, y por ende, el trabajo, lejos de ser algo estandarizado, es artesanal y personal.
"Trabajar la Cabeza" suena raro, y más de una vez me preguntan de qué se trata, a lo que suelo responder en pocas palabras que, "trabajar la cabeza tiene que ver con factores como el autoconocimiento, la búsqueda de un eje o una identidad deportiva individual, aprender a relacionarse para poder insertarse positivamente en equipos de trabajo, controlar las emociones y desarrollar métodos de enfoque y motivación, como tópicos salientes.
Dentro de este cúmulo de cosas, contrariamente a lo que se pensaba antiguamente, la relajación es una herramienta fundamental en la vida del deportista, y a propósito de ella, va a continuación un artículo de la colega española Yolanda Cuevas Ayneto, que me pareció interesante compartir:
 
La preparación psico-física es clave para un adecuado rendimiento deportivo. La  falta de entrenamiento mental cierra las puertas a nuevas oportunidades, siendo muchas veces la causa  de un rendimiento insuficiente. La mente juega “su parte” en cada encuentro deportivo y del deportista depende querer  trabajar lo mental: la concentración, la atención, el autocontrol etc…
Ante la amenaza el ser humano lucha o huye. La excesiva ansiedad y estrés, los miedos, los pensamientos irracionales y/o negativos son los enemigos de todo deportista y muchas veces muy presentes en el juego, que le bloquean e impiden sacar el máximo potencial.
Un deportista no controla sus pensamientos bajo un determinado nivel de estrés y su conducta le provoca mayor ansiedad de la necesaria, incapacidad de resolver problemas y bloqueos emocionales que podemos observar en la práctica de cualquier deporte.
Las técnicas de relajación son métodos, procedimientos o actividades que ayudan a reducir la tensión física y/o mental, reduciendo los altos niveles de estrés, ansiedad o ira que condicionan el rendimiento.
Su aprendizaje y dominio a cualquier edad permite crear un estado mental a favor de la toma de decisiones, resolución de problemas o situaciones con mayor concentración y claridad.
Se aprende a controlar pensamientos, en consecuencia sus emociones lo que favorece la conducta apropiada.
La respiración adecuada es la clave, una de las formas más fáciles y eficaces para controlar la ansiedad y la tensión muscular.
Según nos sentimos respiramos, si estamos nerviosos o nos sentimos presionados la respiración será entrecortada, superficial e irregular, aumenta la tasa cardiaca y los músculos se tensan y si aprendemos a controlar la respiración, la hacemos fluida, profunda, rítmica y sentiremos de inmediato los efectos contrarios.
No olvidemos que el estado de relajación es incompatible con el estado de ansiedad, de estrés. Un deportista bajo presión o bajo ansiedad precompetitiva tiende de manera natural a mantener la respiración y como consecuencia aumentará la tensión muscular, lo que dificultará que sus movimientos sean los adecuados, y la consecuencia será que no rendirá como se espera.
Una de las  consecuencias, muchas veces desconocidas, del trabajo de la relajación es que cuando un deportista entrena para adquirir la habilidad de la relajación y así controlar sus niveles de tensión muscular está trabajando también para evitar las lesiones relacionadas con la tensión muscular.
Por lo tanto con las técnicas de relajación y la correcta respiración se consigue la autorregulación psicológica necesaria antes, durante y después de la práctica deportiva, alejas mentalmente la presión de la competición y favoreces el autocontrol emocional.
La Relajación Progresiva (Edmund Jacobson 1962) es una de las más conocidas, de  forma progresiva el deportista tensa y relaja alternativamente los grupos musculares.
Importante saber cuándo practicarlas y  conocer el estado físico del deportista, puesto que hay momentos como la precompetición  o deportistas con ciertas lesiones  que no será aconsejable relajar, tensar y distensar  la masa muscular afectada. Sin embargo otro tipo de relajación si será efectiva para la recuperación de lesiones musculares.
En definitiva, las técnicas de relajación como procedimientos de intervención psicológica, capacitan al deportista para controlar sus estados de ansiedad y regular de forma voluntaria y consciente su activación, según lo necesite. (Weinberg y Gould, 1996).

miércoles, 13 de noviembre de 2013

Aprender a Perder

Tiempo atrás, en la nota "El Difícil Arte de Ser Padres"
(http://elpsicologodelclub.blogspot.com.ar/2013/04/el-dificil-arte-de-ser-padres.html) volcaba una serie de conceptos relacionado con la importancia de seguir adecuadamente
el desarrollo deportivo de nuestros hijos, ya que de cómo hagamos nuestro trabajo en los primeros años de vida deportiva depende que aquellos seres que son objeto de nuestro mas profundo amor, puedan aprender a disfrutar plenamente de la actividad deportiva.
En consonancia con muchos de esos conceptos, que también suelo trabajar cuando me convocan para dar mi "Charla para Padres", el entrenador Pedro Meseguer Díez ; escribió este artículo que decidí compartir con ustedes:

El deporte crea ídolos que convertimos en el espejo donde todos los niños quieren mirarse, sobre todo cuando se gana No idolatramos a los perdedores sino a los ganadores. En el fútbol, los entrenadores empiezan el camino por la victoria, como único objetivo, casi siempre a edades muy tempranas, sometiendo a sus jugadores a competir a cualquier precio. Los padres colaboran en esta dirección. “Te pago por los goles que consigas”, “si no ganas no vales”, “somos campeones o nada”, es la filosofía deportiva en algunas familias y clubes de fútbol base.
Cuando los resultados no acompañan y los partidos de liga se convierten en derrotas por goleada, comienzan las críticas paternales. “La misma historia de siempre”, “otra derrota”, “jugamos bien pero siempre perdemos”. Los padres se desilusionan y transmiten esa desilusión a sus hijos, aunque entrenan bien, se divierten en las sesiones y están predispuestos a aprender. El entrenador empieza a poner en duda la organización de este tipo de competición, ante la desigualdad de nivel futbolístico.
Cada jornada de liga los niños salen con la cabeza bien alta del terreno de juego. Esas goleadas de inicio de liga se reducen en los partidos de la segunda vuelta, contra los mismos rivales, aunque siguen sin ganar. Así llegan hasta la última fase de liga donde empatan algún partido. Acaban la temporada últimos con pocos puntos, que sin embargo, saben a victoria. Esos puntos son la recompensa al esfuerzo, la perseverancia y la ilusión por entrenar y mejorar.
Evidentemente no es agradable perder un partido por goleada, pocas conclusiones positivas se pueden extraer de estos partidos, pero la temporada, la progresión del grupo y la confianza del trabajo realizado contribuirán a moldear la formación del niño y del equipo.
Perder es parte del juego
Perder o ganar es una cuestión delicada en categorías inferiores. Una cosa está muy por encima de la victoria o la derrota, la formación. El entrenador es el encargado de ella, el espejo dónde se mira el joven jugador, y tanto compitiendo como entrenando debemos ser un ejemplo. En la competición valorando a todos los jugadores por igual, todos deben jugar lo mismo, el ganar muchos partidos no implica que todos los jugadores son buenos, ni el perder mucho que todos los jugadores son malos. En el entrenamiento nos interesaremos por la progresión y los valores que como educador podamos inculcar al niño.
Cuando un niño llega enfadado a casa después de perder un partido sus padres también juegan un importante papel. Deben tranquilizarle diciéndole que lo importante es jugar y disfrutar, recordándole cualquier aspecto positivo de la competición, aunque a veces sea complicado llevarlo a la práctica. Debemos intentar quitarle relevancia a un resultado, a un partido y a la clasificación. El hecho de que el niño se enfade cuando pierde es una reacción normal. A nadie le gusta perder, y menos a un niño, ellos lo viven como un fracaso. El discurso familiar de que no pasa nada por perder, que lo importante es participar, no tiene sentido si, cuando estamos viendo a nuestro equipo y va perdiendo, comenzamos a insultar al equipo contrario o al árbitro. El niño se sentirá confundido. Los padres debemos ser consecuentes entre lo que decimos y hacemos.
Nosotros también tenemos que asumir la derrota y medir nuestros impulsos.
Al terminar cada partido o entrenamiento tenemos que enseñar a nuestros hijos a reconocer el mérito del que se esfuerza y mejora día a día, no solo del que gana. Se gane o se pierda hay que felicitar al adversario. Tienen que aprender que la derrota es síntoma de tristeza y decepción, pero no se debemos permitir actitudes “fuera de lugar”, llámese insultos o maltrato de material.
Es preferible, después de una derrota, esperar a que el niño se calme un poco para hablar del partido. Tras la desilusión es más difícil conversar, lo haremos más adelante, ayudándole a analizar el juego, haciéndole ver las acciones negativas, para mejorarlas, y las positivas para reforzarlas. No hay que olvidar que aunque el colegio ayude, y el entrenador aporte, es en el entorno familiar donde el joven jugador va a recibir su base educativa.
Aprender a perder
No se nos debe olvidar que, en ocasiones, no siempre todo saldrá bien. Tenemos que enseñar a los niños que lo importante es participar, prepararse y esforzarse en dar lo mejor de sí mismo. Los errores son mucho más visibles en el fracaso que en la victoria, muchas veces el éxito nos ciega y no nos permite realizar un análisis claro y objetivo.
Existen entrenadores que creen que porque han ganado han hecho las cosas bien.
Seguramente que si uno juega bien tiene más opciones de ganar, pero aún ganando siempre hay cosas que corregir. Si el niño aprende a perder, su autoestima se refuerza. El que sabe perder no ve la derrota como una falta de talento o de valía personal, lo ve como algo normal que ocurre en ocasiones. Saber perder es comprender la competición, jugar con deportividad, sin miedo, es interpretar el valor de superación y de esfuerzo, que depende de uno mismo.
Juego a ganar, pero acepto la derrota
Cualquier partido de fútbol tiene como objetivo final la victoria. No podemos empezar nunca a jugar pensando que vamos a perder. Quien no juega a ganar engaña a su equipo, al contrario y a sí mismo. No te rindas ante adversarios más fuertes, ni tampoco cedas ante los débiles. No seríamos justos con el rival sino ponemos todo de nuestra parte para intentar ganar el partido. A veces ganamos y otras veces perdemos, pero si perdemos debemos aprender a hacerlo sin excusas, sin culpar a nadie de nuestra derrota, felicitando a los ganadores. Intentaremos hacerlo mejor la próxima vez.
Aunque aprendamos a que el resultado nos sea indiferente no nos hará ganadores, pero si nos librará un poco de la desilusión de la derrota. Lloramos cuando perdemos, cuando pensamos que no hemos conseguido lo que se esperaba de nosotros, pero piensa que siempre habremos hecho algo bien y que siempre habrá algo por lo que alegrarse.
Saber ganar, saber perder
La derrota nos puede ayudar a valorar el fútbol de manera diferente a la que solemos hacer cuando salimos del terreno de juego después de perder. La derrota ayuda a respetar a los rivales y a seguir trabajando con humildad. Siempre será más respetado el buen perdedor que el mal ganador. Entonces nos preguntamos ¿que es mejor, perder o ganar? Por supuesto que ganar, pero el niño puede ganar y no asimilarlo, puede perder, y no querer jugar más, estar enfadado y desilusionado. Nuestro principal objetivo en la educación de niños en escuelas o clubes de fútbol base es que sean felices, se diviertan y disfruten de la competición. Sabemos que la motivación de todos es vencer, pero la motivación no es el único objetivo, existen otras cosas más importantes que aprender para lograr la victoria.
La gran figura del Barcelona, entonces en el Santos, Neymar, nada pudo hacer ante la superioridad del Barcelona que goleó por 4-0 al cuadro brasileño en la final del Mundial de Clubes 2011 de Japón. Al finalizar el encuentro, el delantero reconoció que “no sé si serán invencibles, pero hoy es el mejor equipo del mundo, el Barcelona nos enseñó a jugar fútbol”. A pesar de la derrota, Neymar expresó que “llegamos aquí después de ganar muchas batallas. Somos el segundo mejor equipo del mundo. Incluso comentó que “el otro día vi una entrevista con Guardiola, quien dijo que primero hay que perder para aprender a ganar. Tal vez le puede pasar lo mismo al Santos el próximo año”.
Saber ganar, saber perder, la victoria y la derrota, todo condicionado por múltiples factores difíciles de controlar. Disfruta de los triunfos y de los fracasos, mira el lado positivo de ambos, comprende que de ellos podemos extraer experiencias para formar y progresar en el juego. Los ganadores ganan porque saben qué hacer cuando pierden.
Empezaremos a ganar si entendemos el valor de la derrota.
 
- Para información sobre la "Charla para Padres", escribir a elpsicologodelclub@hotmail.com (Liliana Domínguez, 1158378487).
Siempre podemos generar un espacio de reflexión que nos sirva para mejorar el acompañamiento que le damos a nuestros hijos en su actividad deportiva.

martes, 12 de noviembre de 2013

Tiempo de Adaptación

Rotular es fácil, y hasta nos gusta. “Es jugador de equipo chico”; “la selección le queda grande”; “no puede manejar la presión”. Sentenciar se ha vuelto casi casi un deporte más, que para el que lo practica no suele tener riesgo alguno, pero para aquellos que son objeto de esa sentencia más de una vez suele traer consecuencias.
Todos, alguna vez, hicimos uso o abuso del rótulo o la sentencia. Seriamente o como un juego. Nos justificamos o  nos divertimos alegando que “es parte del folclore popular”, y en cierta forma es así, el tema es que cuando estamos del otro lado (cuando nos toca ser objeto de la crítica, la broma o lo que fuera) no siempre estamos preparados para sobrellevar el trance sin que nos afecte más de lo necesario.
Es que a nadie le gusta que lo carguen, menosprecien o le digan algo que supuestamente no es lo que espera que le digan, ¿no? Pero eso es moneda corriente en el deporte, el de fin de semana, el competitivo y obviamente el profesional. El tema es que muchos deportistas suelen tropezar con la piedra del desenfoque, como consecuencia de la influencia que esas frases o rótulos del entorno ejercen sobre ellos, y no trabajarlo debidamente suele truncar oportunidades o incluso promisorias carreras.
Ejemplos hay miles. Hay sentencias hirientes que persiguen al jugador durante mucho tiempo, pero también las hay inocuas, y no por ello menos “pesadas” para aquel que la recibe.
Uno de los casos más comunes tiene que ver con el jugador de equipo chico que no se puede adaptar a jugar en uno grande, o el del jugador estelar que tiene problemas para adaptarse a una selección. Desde la tribuna, o incluso desde el banco, solemos tirarle toda la responsabilidad al jugador por no adaptarse. Y en realidad, es así. La llave del cambio la tiene en la mano el deportista, que es quien debería decodificar los mensajes del entorno en su favor, y adaptarse al cambio (el paso a un grande o la convocatoria a la selección) ya que este significa un progreso, y por ende implica un aprendizaje.
El jugador debería sobreponerse, pero desde el cuerpo técnico también se puede contribuir para ayudarlos a que el trance se haga más fácil. ¿Cómo? Tomando conciencia de la situación que le toca vivir al deportista en cuestión, para apoyarlo y, sobre todo, tenerle paciencia en ese proceso de adaptación, ya que si en lugar de bancarlo le metemos más presión, lo más probable es que terminemos contribuyendo a que el jugador se bloquee y le termine costando el doble o el triple darnos eso que esperamos.
Los Jugadores "estelares" suelen tener en sus equipos ese plus de confianza extra que les permite equivocarse un par de veces más antes de pagar con un cambio o una reprimenda; por eso muchas veces les cuesta acostumbrarse a jugar en equipos grandes o en selecciones. No tienen preparada la cabeza para ello y eso les dificulta más el camino. A veces, solo es cuestión de ubicarse en el nuevo rol, pero llamativamente, a muchos les cuesta aceptarlo; no pueden manejar la presión que ello implica y terminan sufriendo la experiencia al no llegar a rendir en plenitud.
Tomar conciencia de quien puede llegar a estar en esa situación; escucharlos y darles pautas claras respecto a cómo y cuánto los vamos a bancar puede ser decisivo para que el jugador se sienta cómodo y contenido, y a partir de ello pueda ir sobrellevando la situación (que en cierta medida implica manejar el ego) y, obviamente, adaptarse al rol que se le está pidiendo que cumpla.
La intolerancia y la ansiedad de parte del Entrenador, en la mayoría de los casos, solo contribuye a aumentar la ansiedad en el jugador, y en ese marco el camino más corto es el del bloqueo que lleva malograr o perder la chance de sumar un valor que, por algo quisimos contratar o convocar. La Paciencia es la mejor consejera del Coach…

miércoles, 6 de noviembre de 2013

Generar Compromiso

La llegada de los “momentos decisivos” (play off por titulo o para mantener la categoría, sin dejar de lado las rachas negativas que suelen poner a los grupos en crisis) suelen provocar una catarata de preguntas existenciales acerca de “cómo encarar lo que se viene”, “como motivar realmente al equipo”, o “como conseguir el anhelado y necesario cambio de actitud”.
Mi respuesta suele ser siempre la misma, casi de manual: La mejor herramienta para superar con éxito estos trances es “Fortalecer el Compromiso Grupal”. Compromiso con los objetivos a alcanzar como Equipo, con las propias metas y con las del compañero. Allí suele estar la llave que abre la puerta que lleva hacia el plus de motivación o actitud que se necesita en los momentos decisivos, ese plus que se verá reflejado en un aumento de la capacidad de Foco o Concentración y, seguramente, en un incremento proporcional de la actitud o las ganas de dejar la vida en cada pelota, o de aportar lo que esté a mi alcance para mejorar la performance del Equipo.
Si, porque un jugador comprometido no se guarda nada. Pone todo, desde lo individual (cuidados, preparación física, táctica, etc.) y tampoco retacea en lo grupal (valora su aporte en la convivencia y si tiene alguna receta o propuesta táctica o técnica, la tira sobre la mesa) porque lo único que quiere es que al Equipo le vaya bien.
Si tuviera jugadores así te firmo el campeonato”, me dijo una vez un Entrenador. Y la verdad es que con jugadores así es mucho más fácil. No en vano los grandes equipos de la historia suelen estar integrados por deportistas moldeados por esa vara, siendo uno de los ejemplos más claros el de la Generación Dorada del básquet.
Pero el Compromiso no es algo que se consiga por arte de magia, o gracias a que el equipo se vaya formando (intencionalmente o de casualidad) con jugadores “comprometidos”. El Compromiso es algo que se puede generar desde la cabeza, si el Líder tiene la capacidad y los conocimientos para ir trabajándolo e inculcándolo desde los primeros pasos de la vida del Grupo. El tema es que generalmente, dejamos que el Grupo “se vaya armando”, en lugar de tomar acción directa sobre el armado, para hacerlo a nuestro gusto, de manera tal que los conceptos puedan ser inculcados como realmente queremos, para ir generando ese anhelado Compromiso.
La llegada de la crisis siempre da pie para la apertura de los interrogantes que citaba en las primeras líneas de la nota. Y está bien o es normal que así suceda. Pero… ¿Y si en lugar de esperar que lleguen esos momentos trabajás desde el arranque en la gestación de mecanismos o herramientas que puedan servir cuando aparezcan las dudas que vienen en el paquete de estas instancias?
Se puede… O, mejor dicho, deberías hacerlo. Es tu responsabilidad. Si no sabés o no tenés las herramientas. Pedí ayuda. Si lo hacés para aprender un ejercicio, un fundamento técnico nuevo o para aprender un nuevo sistema de ataque o defensa, ¿por qué no ponerle energía y cabeza a aprender y mejorar tu manejo de personas? ¿Por qué esperar a que llegue el “momento decisivo”, si de movida podés generar Compromiso y herramientas de identidad en tu Equipo que sirvan para capear los temporales que se desatan en estos trances?

martes, 5 de noviembre de 2013

Nota Radio Universidad de La Plata

Audio de la Nota que hicimos con Damián Zarate, conductor de @laisla1390, programa de Radio Universidad de La Plata (@radioulaplata); en cuyo transcurso hablamos, obviamente, de Psicología y Deportes, abordando diferentes temas:
- El Rol del Psicólogo Deportivo. ¿Cuándo y por qué recurrir al psicólogo?
- Temas y tópicos mas comunes a encarar con deportistas.
- La contención del deportista lesionado.
- Liderazgo y la vida de los grupos.
- El abordaje de equipos en crisis, con mi paso por Obras Sanitarias en la temporada pasada de la Liga Nacional de Basquetbol como ejemplo.
- "El Psicólogo del Club", mi primer libro, y el adelanto de la que estoy preparando.

http://www.goear.com/listen/1f29610/german-diorio-psicologo-especialista-deportes-isla-universidad-am-1390-radio-universidad-nacional-plata

jueves, 31 de octubre de 2013

¿Inteligencia Emocional?

El concepto "Inteligencia Emocional" es muy claro, pero así y todo para mucha gente se presta a confusión, sobre todo en el mundo deportivo. ¿Qué es, específicamente, ser inteligente emocionalmente? Vaya pregunta. Bueno, el colega español José María Buceta (@chemabuceta) intenta explicarlo en unas pocas líneas, y vaya si se hace entender. Esta es su nota:

Sus ayudantes habían hecho un gran trabajo estudiando al equipo rival, y él lo había utilizado para preparar muy bien el partido. Como experto entrenador que era, dominaba las claves de su deporte y tenía clara la estrategia. Durante la semana, los entrenamientos habían corroborado que el camino elegido parecía el correcto, y los jugadores estaban en forma, rebosando confianza tras varias victorias seguidas. Todo listo para alcanzar una más. Sin embargo, el partido comenzó mal. En el deporte, estas cosas pasan. Por mucho que se prepare una competición, nunca se puede controlar todo;
entre otras cosas, porque el rival también juega. En este caso, comenzó más acertado y enseguida abrió una notable brecha en el marcador. Lo que se esperaba de antemano, no sucedía. Las cosas no salían conforme al elaborado plan.
Gritó desde la banda para poner orden, y utilizó un tiempo muerto para activar a los suyos y recordarles lo que tanto habían ensayado… pero nada. Aquello no funcionaba. A pesar de sus años de experiencia, la desesperación se apoderó de él,  transformándole en una marioneta de sus emociones intensas. Los nervios, el enfado, la frustración y el desaliento, se fueron turnando para guiar sus decisiones y su comportamiento. Gestos incontrolados que fueron fuente inagotable de energía negativa que transmitió a sus jugadores; cruentos chillidos tras cualquier error que los atenazaron; instrucciones imprecisas y contradictorias que los confundieron aún más; cambios impulsivos de hombres y de táctica que eran más palos de ciego que elementos de una estrategia razonada; momentos de pasividad y bloqueo mental que dejaban al equipo a la deriva, sin patrón que reaccionara para reconducir el rumbo; encolerizados monólogos en los tiempos muertos y el descanso que lejos de aclarar las cosas, agravaron el caos… En lugar de ayudar a cambiar el mal signo del inicio, lo empeoró. Después, culpó a los chicos: mala actitud, falta de compromiso y motivación, escaso espíritu competitivo… Por desgracia, no era un partido más, sino la final del campeonato. 
Juanjo, el entrenador del ejemplo, es una persona muy inteligente y un gran conocedor de lo suyo; además, dispone de ayudantes competentes que le aportan una información valiosa. Tiene los medios, conocimientos e inteligencia apropiados para preparar bien a su equipo y conseguir buenos resultados: de hecho, consigue muchos. Sin embargo, carece de la suficiente inteligencia emocional para gestionar sus emociones, y esta carencia, de vez en cuando, quizá en el momento menos oportuno, le juega malas pasadas. A pesar de esta evidencia, en su quehacer diario insiste en analizar meticulosamente los detalles más nimios del equipo contrario y le da vueltas y más vueltas a las posibles variantes tácticas, pero no se ocupa de desarrollar habilidades específicas que le ayuden a optimizar todo lo que sabe, en lugar de echarlo por la borda. ¿Por qué obvia algo con tanta trascendencia? ¿No es inteligente como para darse cuenta?
Raúl es el director deportivo de un club de natación. Al igual que Juanjo, es una persona bastante inteligente que domina bien su deporte. Fue nadador de cierto éxito y estuvo bastantes años entrenando antes de ocupar su puesto actual. En éste, incapaz de establecer una buena empatía y transmitir sus mensajes con la apropiada asertividad, le resulta muy difícil relacionarse con los entrenadores del club y los padres de los nadadores. Cuando habla con ellos (lo menos posible), agacha la cabeza y el contacto visual está ausente, y en su expresión refleja una tensión que muestra incomodidad e incapacidad de acercamiento. Sus conocimientos de natación y gestión deportiva quedan eclipsados por estas graves carencias. Es muy probable que al terminar la temporada no le renueven el contrato. ¿Inteligente?
Casos como estos podemos encontrarlos a montones en diferentes ámbitos. Marisa tiene un cociente intelectual de superdotada y es profesora de Historia en un instituto. Cada vez que uno de sus alumnos plantea una discrepancia, sufre una intensa ansiedad que afecta a su rendimiento. Acaba de pedir una nueva baja. Javier, directivo intermedio en una empresa de electrodomésticos, reconoce que tiene un buen trabajo, pero no es capaz de auto motivarse por su actividad diaria y se siente muy infeliz. A pesar de ser una persona brillante que se ha hecho a sí misma, no encuentra el camino para salir de ahí. Su vida personal y social también se resienten. Marina y Jaime se conocieron en una escuela de ingenieros a la que se accedía con una nota muy alta. Están muy enamorados, pero su conexión emocional es mínima por falta de habilidades para empatizar y transmitir sus sentimientos. La relación se está deteriorando. ¿Personas inteligentes atrapadas por su falta de inteligencia emocional?
La inteligencia emocional es una etiqueta moderna que reúne conceptos y estrategias ampliamente investigados por la Psicología científica y aplicados durante mucho tiempo por los psicólogos. Ahora, bajo ese exitoso rótulo adquieren mayor visibilidad y fuerza, listos para ayudar a numerosas personas que como nuestros amigos de los ejemplos, tienen grandes lagunas que entorpecen su funcionamiento y su felicidad. Personas inteligentes, sí; pero no en esta faceta. De hecho, a pesar de su inteligencia general, ignoran o infravaloran lo emocional. ¿Miedo? En ocasiones, la inteligencia y el éxito nos apartan de lo que no dominamos, propician que lo neguemos, que no queramos afrontarlo por no formar parte de nuestras fortalezas. Acostumbrados a controlar los procesos que nos hacen triunfar, huimos de lo que no controlamos. ¿Inteligente?
Básicamente, la inteligencia emocional consta de dos grandes apartados relacionados con las emociones: uno, se centra en uno mismo; el otro, en la interacción con los demás; los dos pueden estar conectados. El primero contempla tres aspectos: el autoconocimiento de las propias emociones; el autocontrol de las mismas en la dirección deseada; y la capacidad de automotivación y aplazamiento de la recompensa. El segundo incluye la empatía respecto a las emociones de los demás y el control de las relaciones interpersonales. En todas estas facetas se puede mejorar  con el entrenamiento adecuado. Algunos no lo necesitan. Para otros, no es una prioridad. Pero hay muchos que en lo profesional, lo personal o ambos, se beneficiarían significativamente. ¿Es de gente inteligente?
 
La Inteligencia Emocional, como todo en la vida, se trabaja. ¿Qué esperas para ir por esas herramientas que te hagan mejor deportista o mejor líder?
 
COACHING PSICOLOGICO PERSONALIZADO PARA ENTRENADORES
COACHING PSICOLOGICO PARA DEPORTISTAS

martes, 29 de octubre de 2013

Potenciá Tu Rendimiento

PSICOLOGIA DEPORTIVA
Trabajá Tu Cabeza para llegar a Niveles Superiores de Rendimiento

Servicios:

- Coaching Psicológico Personalizado para Jugadores
- Coaching Psicológico Personalizado para Entrenadores
- Inserción y apoyo a Grupos Deportivos y Planteles Profesionales
- Clínicas Diagnósticas para Planteles Profesionales y Amateurs
- Clínicas y Talleres para Deportistas, Entrenadores, Profesores, Dirigentes, Padres
- Asesoría y Coaching para Dirigentes

Atención en Consultorio o a distancia a través de internet.

Germán Diorio
Psicólogo - Especialista en Deportes
@germandiorio
 

lunes, 21 de octubre de 2013

Coaching Psicológico para Jugadores

¿No tenés confianza?; ¿No lográs estar enfocado todo el partido?; ¿Cuándo algo no sale como querés entrás en una pendiente negativa de la que no podés salir?; ¿No conseguís tener buena relación con el Entrenador o tus compañeros?; ¿Estás desmotivado?
La Cabeza y el Trabajo Mental son hoy el mayor atributo que tienen los grandes deportistas. ¿Qué hacés vos para llegar a niveles superiores de rendimiento?
TRABAJA TU CABEZA
Salir de estos “pozos” demanda algunos pasos: 1) Reconocer el problema o bloqueo, 2) Proponerte cambiar, 3) Buscar ayuda.
Salí del letargo. Ponéte a trabajar. Se responsable directo de tu crecimiento, solidez o de esa anhelada explosión.
"Los Fuera de Serie saben que no siempre ganan los mejores… Generalmente, ganan los que creen que pueden hacerlo".
Vos también podés ser un "Fuera de Serie". Depende de vos...
Para Jugadores y Jugadoras de todas las edades, profesionales o en formación. Trabajo presencial o a distancia, para que no te quedes sin tu asesoramiento ni pierdas la chance de trabajar para ser lo que siempre soñaste.


MODALIDAD: Trabajamos en Consultorio u online sobre tus necesidades y demandas. Vos determinás que cosas querés trabajar, mejorar o adquirir y hacia alli apuntamos. Las sesiones son de una hora, la periodicidad la establecemos a partir de tus necesidades y el plan de trabajo que acordemos. El Proceso no tiene una fecha de finalización preestablecida, el punto final lo ponés vos cuando crees que la demanda está satisfecha.

Germán Diorio
Psicólogo - Especialista en Deportes
@germandiorio

lunes, 7 de octubre de 2013

La Equivocación de Machacar con el Error

Patricia Ramírez, psicóloga española de exitoso paso por el mundo deportivo, que la vio desempeñarse con éxito en el Betis venciendo dos prejuicios al mismo tiempo: 1) el famoso "el mejor psicólogo del equipo soy yo" que esgrimen equivocadamente algunos DT, y 2) una mujer no puede trabajar en un mundo de hombres.
Aquí un artículo suyo relacionado con un tema que da mucha tela para cortar, a propósito del video, los scoutings y lo que a veces termina siendo una interminable sesión de castigo y poco aprendizaje para los jugadores.
La nota...

¿Cuántas veces como entrenador, o como futbolista, no has visualizado los errores tuyos y los del equipo sobre el partido que jugaste el fin de semana anterior?  Muchas, ¡y las que te rondaré morena!
Visualizar los fallos del partido no es un error. Lo que sí es un error es que el futbolista se quede solo con la imagen de aquello en lo que se equivocó. Por un motivo muy sencillo. El cerebro elabora imágenes y pensamientos, y nuestras acciones son la consecuencia de esas imágenes y de esos pensamientos. Si el vídeo y tú como entrenador introduces este tipo de información en la mente del jugador, estás depositando su atención en eso, en el fracaso y en lo que hace mal.
De nada sirve visualizar los errores si no acabas la sesión de vídeo con los aciertos o las correcciones. Está claro que el jugador tiene que saber en qué se ha equivocado, pero solo con la finalidad de que le digas cómo corregirlo. Como entrenador das muchas veces por supuestas informaciones que crees que el jugador debería saber, pero que a veces desconoce. No siempre eres lo claro que podrías ser, o dejas de dar información porque la presupones.
Olvídate de todo eso. Centra la atención en:
- Lo que tiene que hacer, no andes con ironías, ni burlas ni comentarios que desvíen la atención de lo puramente práctico. Dile cuál ha sido el error, lo más escueto posible y sin juicios de valor. Y acto seguido explícale de forma clara qué esperas de él, detállale la jugada.
- No seas un machacón. Con que se lo digas una vez es suficiente. Lo entiende a la primera. Pero dilo de forma que sea comprensible y no humillante. Las personas no aprenden por provocación, aprenden cuando se les facilita la tarea.
- Si haces un excesivo hincapié en el error, será muy difícil que lo olvide, porque le estás condicionando ese tipo de jugada, que es precisamente la que no quieres que haga. Habla del error brevemente  y sobre todo, que la última parte de tu discurso esté relacionada con lo que SÍ tiene que hacer. El cerebro atiende a lo que le dices, si le hablas de errores, cometerá errores, si le hablas de cómo hacer las cosas de forma excelente, trabajará de forma excelente (siempre y cuando tengamos el talento que se necesita).
Como entrenador tienes que preguntarte cuál es el motivo de estar rabioso o porqué necesitas descargar tu ira con los jugadores. Si el fin es mejorar y sacar lo mejor de ellos, ese no es el camino. Busca la comunicación, la confianza y la fortaleza del grupo. El liderazgo autoritario genera miedo, inseguridad e indefensión. Es un error pensar que la letra con sangre entra. A nadie le gusta sentirse humillado, ni gritado, ni ridiculizado. Si de verdad quieres que tu equipo esté contigo, que te respete como técnico, tienes que empezar por contar con ellos y respetarlos tú. Delante de ti hay un grupo de PERSONAS, y eso no puede olvidársete nunca.
Y recuerda, el primer interesado en jugar bien es el jugador, quiere seguir jugando al fútbol, mejorando en su contrato y creciendo cada día. No se equivoca a posta, se equivoca porque es humano y porque el error forma parte del aprendizaje. Si lo machacas por ello, dejará de atreverse. Y entonces tendrás un jugador inseguro, con falta de confianza y cobarde.