lunes, 10 de febrero de 2014

"Dejalo que se Equivoque"

El Deporte formativo, aunque parezca mentira, es uno de los eslabones más débiles en la cadena en la Argentina y varios países de Latinoamérica. En muchos deportes, desgraciadamente, las inferiores suelen ser una estación de paso hacia las categorías superiores, motivo por el cual, muchas veces nos encontramos con entrenadores muy jóvenes y a veces carentes de formación para enfrentar determinado tipo de grupos o situaciones, o bien DTs que no tienen real vocación para trabajar con chicos o jóvenes, y que solo están al frente de un equipo de “Formativas” esperando que los resultados obtenidos le sirvan de trampolín hacia niveles superiores.
Las Divisiones Inferiores no siempre están bien pagas, y muchas veces se usan (en los deportes no profesionales sobre todo) para retener a un jugador importante a cambio de una remuneración encubierta. Son, nos guste o no, las leyes del juego ante la ausencia de presupuesto o estructuras más fuertes, y como siempre, son los chicos quienes terminan pagando los platos rotos, ya que son ellos los que tienen que lidiar con las carencias de sus formadores.
La frase es del libro de un afamado colega (Daniel Goleman) y refiere a la educación de los niños, pero siempre digo que la relación Entrenador - Jugador tiene muchos puntos de contacto con la relación Padre - Hijo, sobre todo en los aspectos comunicacionales, de allí que me parezca útil reflexionar sobre ella:
"La sobreprotección, parece alentar el temor privando a los más jóvenes de la oportunidad de aprender a superar sus miedos, mientras que, en cambio, la filosofía de «aprender a adaptarse» parece contribuir a que los niños más temerosos desarrollen su valor"
Muchos Entrenadores, por diferentes motivos, suelen sobreproteger con ordenes constantes a sus dirigidos (sobre todo en edades formativas), al punto de generar en los chicos una dependencia o una obligación de responder automáticamente, y eso, en cierta forma atenta contra la capacidad de desarrollo del jugador, ya que al tener coartada la facultad de tomar decisiones por esta conducta de su DT, puede sufrir un retraso madurativo en este apartado (la toma de decisiones). Si el error desata un drama, se hará muy difícil para el jugador tomar conductas de riesgo, soltarse, crear, aprender de su propio error.

Asi como los Padres tienen directa responsabilidad en la educación emocional de sus hijos, los Profesores o Entrenadores también la tienen en la educación emocional de sus pequeños jugadores, que en muchos casos suelen llegar a sus manos en edades tempranas. De allí la importancia de formar a los formadores para encarar semejante tarea. Muchos Entrenadores ponen el foco de su aprendizaje en saber de su deporte, y en realidad, sobre todo en esas etapas, aprender a manejar personas es tan o mas importante.

miércoles, 5 de febrero de 2014

Según Como lo Mires...

¿Cuántas veces escuchamos refranes, atribuidos a la “sabiduría popular”, y terminamos no prestándoles la debida atención o, en su defecto, pensando que son cosa de otro tiempo? El refranero está lleno de frases célebres que, porque suenan antiguas, graciosas o sencillamente porque no nos detenemos a pensar qué nos quieren decir, terminan desechadas en nuestra imaginaria Papelera de Reciclaje.
En Argentina, por ejemplo, dichos camperos como “no por mucho madrugar se amanece más temprano”, o el conocidísimo “a mal tiempo buena cara”. La lista podría extenderse varias líneas más, y ni hablar si le agregamos dichos de países vecinos o de otras partes del mundo. Invariablemente, esos dichos intentan mostrar que la vida puede ser mucho más simple de lo que nos suele parecer a nosotros, sobre todo en los momentos de tensión.
¿Cuántas veces te han dicho “la vida es según el cristal con que la mires”? Relacionado con esto, a mi me gusta esa que dice que “la vida es 10 por ciento lo que nos sucede, y el otro 90 por ciento es como interpretamos eso que está sucediendo”, o algo así. Y ambas aluden a situaciones similares que tienen directa relación con nuestra manera de enfocar las cosas. Podemos enfocar en positivo o en negativo, y la elección de cómo lo hacemos depende exclusivamente de nosotros. En cierta forma, se trata de elegir a que le prestamos atención, y está comprobado que el cerebro es incapaz de prestar atención a dos estímulos al mismo tiempo, puede saltar de uno a otro, pero nunca encadenar y atender los dos al mismo tiempo.
Vivimos saturados de información y estímulos: computadoras, teléfonos inteligentes, mails, redes sociales, pero atendemos solo aquello en lo que ponemos el foco, aquello en lo que ponemos nuestra atención. A mis pacientes siempre les cuento la historia del auto verde, en la que les confieso que compré un auto de ese color convenido que era muy original, hasta que una vez que salí del concesionario con mi flamante adquisición, empecé a ver autos verdes iguales al mío en todas las esquinas. ¿Magia? ¿Casualidad? No, sencillamente, hasta ese momento no los veía, o no les prestaba atención, y vaya si había (y hay) autos verdes como ese. Por eso decimos que la atención es selectiva. Nos llegan cientos de estímulos, pero nosotros decidimos a que le prestamos atención.
Con los estados de ánimo (alegría, tristeza, miedo, ansiedad) pasa algo parecido, porque están relacionados directamente con la manera que tenemos de contemplar y valorar el entorno. Hay gente que, ante una situación determinada, inconscientemente reconoce primero el costado negativo de eso que le toca vivir, lo cual en cierta forma termina condicionándola negativamente o provocándole sensaciones negativas que, en muchos casos, no le dejan ver el costado positivo de dicha situación.
Por eso es tan importante entrenar la capacidad de ver el “Lado Positivo” de las cosas que nos pasan, ya que así como lo negativo nos pone mal, las cosas lindas y positivas de la vida nos generan sensaciones agradables que nos predisponen bien. Las personas felices suelen tener puesto su foco en lo positivo, en lo que suma, y suelen estar predispuestos para que las cosas les salgan bien. Alguna vez bautizaron a Martín Palermo como “optimista del gol”, y esa cualidad de optimista o de salir a la cancha esperando romperla o ganar es clave en el deporte para conseguir resultados positivos.
La mirada positiva es la que te permite disfrutar de los pequeños detalles de la vida (una sonrisa, un gesto de amor, cariño o solidaridad, un halago, tomar algo con un amigo, mirar una película o un partido en tu sillón favorito, prepararse unos ricos mates, etc.); y en el deporte pasa lo mismo. Los pequeños detalles son vitales, sobre todo en esta época en la que el individualismo atenta contra el armado de los grupos y contra la capacidad de lectura de juego de muchos deportistas, que terminan anteponiendo su actuación personal (su gol, sus puntos) a otro tipo de situaciones. La suma de acciones positivas termina haciendo grandes deportistas y grandes equipos, y aprender a disfrutarlas contribuye enormemente a la construcción de ese estado de felicidad que potencia al jugador.
Los grandes acontecimientos se dan cada tanto, y hay quienes se pasan la vida esperándolos, y lo peor es que sufren durante el camino. Disfrutar ese camino o proceso es lo que permite potenciar capacidades y talentos; crecer y, sobre todo, tener mayores chances de jugar bien. En definitiva, si tu mira apunta solo a disfrutar a festejar los hitos o grandes acontecimientos, el camino pasará desapercibido, cuando en realidad, celebrar y disfrutar los pequeños acontecimientos de cada día opera como retroalimentación positiva. Y siempre es mejor salir a la ruta con el tanque lleno de combustible, ¿no?

¿Cuál es tu manera de mirar la vida o los acontecimientos que te toca vivir? ¿Enfocás primero el Lado Positivo o el Lado Negativo? Conocerse  es el primer paso para conseguir cambios. Qué nada ni nadie te impida salir a la cancha con optimismo y ganas de disfrutar de lo que hacés.