lunes, 23 de diciembre de 2013

Salud Campeón

El trabajo del Psicólogo Deportivo no suele ni debería medirse con la vara de los resultados. El mundo del deporte es así de ingrato, sobre todo para los Entrenadores, que se ven sometidos a presiones que, en muchos casos, los desbordan y los sacan de su Eje.
En ese marco, buscar apoyo y capacitación es importantísimo, sobre todo en aquellos temas que no suelen estar en el orden del día en las clínicas y cursos. Invertir en la búsqueda de apoyo y capacitación siempre da frutos, pero no necesariamente resultados visibles en las tablas de posiciones, porque en todos los torneos suele haber un solo ganador. 
Juan Ferreira es uno de los tantos Entrenadores que apostó por el apoyo y la capacitación, y los resultados no le dieron la espalda a su querido Berazategui: Subcampeón Metropolitano y Campeón en la Liga Nacional femenina 2013.
Desde lo personal, da gusto trabajar con gente como el "Gallego": un tipo de convicciones firmes en lo deportivo, pero terriblemente abierto en lo humano, y tal vez allí estuvo una de las claves de una temporada en la cual no bajó del segundo puesto con un Equipo que, a principio de año, más de uno miraba de reojo ante la falta de nombres rutilantes.
A lo largo de esta temporada, Juan salió airoso a la hora de trabajar sobre varias de las frases que tanto complican cuando se trata de formar un Equipo: "Esto es lo estoy buscando", cuando estás en la búsqueda para armar el plantel; "Esto es lo que hay", cuando ya está cerrada la plantilla, tenés que una temporada por delante y encarás la tarea de enamorarte sanamente de tus jugadores; y "vamos hacia allá", cuando el Líder es el encargado de marcar el camino. 
Recuerdo que en sus primeras sesiones de trabajo, allá por marzo, Juan me dijo: "Quiero salir campeón", y confieso que lo único que me invitaba a creer que podía ser posible eran su convicción de que podía conseguirlo y su enorme deseo de lograrlo. 
Convicción, Deseo y obviamente Capacidad; tres condimentos indispensables en la ensalada del éxito que todo buen Líder debe sazonar con una buena dosis de Paciencia.
A Berazategui le tomó tres finales coronarse Campeón: Subcampeón en el Metro Apertura y en el Clausura, logró recién subirse al primer escalón del podio en la Liga Nacional. 
Convicción, Deseo, Capacidad, Paciencia. Las tuvo el "Gallego" y con ellas llegaron los éxitos.

lunes, 16 de diciembre de 2013

¿Te Lesionaste? Andá al Psicólogo...

La medicina moderna le está dando cada vez más valor al estado anímico en los procesos de recuperación de enfermedades y lesiones. El espíritu positivo termina siendo, en la mayoría de los casos, decisivo, por lo que descuidar la “Cabeza” en estos trances puede ser determinante para achicar o alargar los tiempos de convalecencia o rehabilitación; y, sabemos, en el deporte híper competitivo de estos tiempos si algo no sobra es tiempo, ¿no?
El espectro es tan amplio que en él encontramos recuperaciones mágicas (como la vuelta de Martín Palermo tras la rotura de ligamento cruzado) y deportistas que tardan muchísimo más de la cuenta en volver, u otros que ni siquiera logran hacerlo condiciones ideales.
¿La diferencia? No hay una, sino muchas, habida cuenta que no hay dos personas ni dos físicos iguales. Arrancamos obviamente por las condiciones en las que se de esa recuperación (el cuerpo médico que apoye y la dirija, sin ir mas lejos); y terminamos (¿o empezamos?) en la “cabeza”, ya que allí se van a gestar dos factores claves para que la recuperación llegue a buen puerto: 1) el Espíritu Positivo y 2) el Orden y la Disciplina con que vayas a encarar el trabajo de rehabilitación.
De ahí la alusión del título… “anda al psicólogo”.
La “cabeza”, aunque parezca mentira, sigue siendo dejada de lado en la mayoría de los cuerpos técnicos de los equipos deportivos en la Argentina. Los psicólogos no abundan en los planteles ni en los clubes, por lo que generalmente, este tipo de ayuda debe buscarla el jugador por su cuenta, y lo cierto es que no todos acuden al psicólogo en este tipo de trances.
¿Por qué el Psicólogo? Y, básicamente para contener y trabajar sobre el mencionado “espíritu positivo”. Algunos lo traen de fábrica, pero otros necesitan de alguien dándole permanentemente al “inflador anímico” para no caerse.
Los deportistas trabajan con su cuerpo, por lo que una lesión lo primero que provoca (además del dolor físico) es una profunda angustia, y desde ese estado se suele hacer difícil pensar, y pensar es clave para poder hacer correctamente “los deberes” en el proceso de recuperación para ayudar a adelantar la vuelta.
No todos los deportistas (sean o no de alta competencia) tienen un cuerpo médico top detrás suyo. Y aún aquellos que lo tienen, muchas veces deben debatirse entre las angustias e intereses de su entorno, que seguramente con la mejor onda, más de una vez terminan colaborando para que aumenten la preocupación y el temor, en lugar del tan necesario optimismo. El deportista se ve sometido, sin quererlo, a opiniones de todo tipo y color, algunas encontradas en cuanto a su filosofía y contenido. Todos, en su afán de ayudar seguramente, aportan su “sabiduría”, que en algunos casos puede ir en contra de lo que opina el cuerpo médico que está a la cabeza de la recuperación, y allí empiezan los cortocircuitos que llevan a la angustia y que empujan a la búsqueda de soluciones mágicas, que solo contribuyen a confundir más y más. Allí entra a jugar a veces el “en Internet encontré que…”, que más de una vez promueve la hipocondría. Entonces, el deportista entra en crisis y la recuperación se torna más lenta, alargando los tiempos considerablemente.
La contracara de esto la da un deportista que, a partir de un buen proceso de contención, puede pensar y tomar decisiones con claridad para encarar un proceso de rehabilitación con todas las pilas, de manera activa, sintiéndose protagonista de la recuperación, al participar de él con actividades sencillas en la vida cotidiana, agregándole ejercitaciones, alimentación y terapias caseras (indicadas por los médicos que estén a cargo de la recuperación, como ponerse hielo con cierta periodicidad, por citar un ejemplo tonto); que obviamente sumarán su granito de arena a las sesiones de kinesiología y trabajos físicos oportunamente ordenados por los facultativos que comandan el proceso.
Ocupar la cabeza, sentirse protagonista de la recuperación, es importantísimo para que esos tiempos muertos que quedan entre sesión y sesión de trabajo con médicos, kinesiólogos y P.F., estén ocupados en tareas que, además de colaborar en el proceso (hielo, ejercicios, etc.), sirvan para tener ocupada la cabeza, que así no quedará a merced de esos aportes y consejos de buena voluntad que solo ayudan a que la persona maquine innecesariamente generando dudas y angustias que solo entorpecerán la cosa.
Manejar el Proceso de Contención, por ello, es clave, incluso en los clubes que cuentan con un cuerpo médico full time, ya que por imperio de las circunstancias, se da que a veces los médicos no tengan tiempo o tacto necesario para contener y calmar las angustias del deportista.
La “Cabeza”, por ello, es clave también en el proceso de recuperación de lesiones, que desde lo psicológico arranca por:
- Contención y Descarga (drenaje de la angustia que provoca la lesión)
- Toma de Decisiones (optar por la terapia a utilizar)
- Participación Activa (sentirse protagonista de la recuperación)
- Trabajar los Miedos (eliminar el temor a volver a lesionarse)
- Preparar la Vuelta a la competencia
 
Tener un buen Cuerpo Médico es importantísimo. Pero descuidar la cabeza puede tirar todo por tierra. ¿Por qué cuesta tanto darle su lugar al Psicólogo entonces?

lunes, 2 de diciembre de 2013

En La Formación Las Prisas No Son Buenas

Siempre que hay algo bueno en la red, me gusta compartirlo en este espacio. Suelo hablar mucho acerca del valor de educar bien deportivamente, habida cuenta que las presiones son cada vez mayores y ya han llegado (increíblemente) al mundo de las divisiones formativas. Y este artículo de "La Soledad del Entrenador", si bien apuntado exclusivamente al fútbol, refleja valores y situaciones que vemos a diario en las canchas de inferiores de todos los deportes. La nota:

En el fútbol, hoy se está negando a muchos pequeños el derecho y el placer de jugar, en virtud de no se sabe muy bien qué rigor científico, por el cual se busca acelerar la preparación de estas criaturas para el alto rendimiento. Se pretende desligar su preparación deportiva de cualquier responsabilidad educativa, pero tal especulación es, cuando menos, gratuita:
• como si el juego fuera una pérdida de tiempo.
• como si prepararse para el fútbol fuera una condena, y su disfrute estuviera bajo sospecha.
• como si la formación integral del menor fuera incompatible con la preparación para el deporte de competición.
Se sostiene que la actividad recreativa está muy bien, pero que entrenar para la competición es otra cosa bien distinta que exige maniobrar a destajo desde pequeñitos. Y con tal despropósito, se lleva a cabo un experimento con menores, de resultado, como poco, incierto: establecer a estas edades una supuesta incompatibilidad en el deporte entre actividad recreativa y competitiva, es una alternativa muy poco razonable.
Los ritmos de crecimiento ni son regulares, ni se dan en todos por igual. Quienes primero destacan no suelen evolucionar del modo que se espera de ellos. Las vueltas que da todo proceso de maduración, el exceso de atención que se dedica a los más adelantados, las responsabilidades que se echan sobre sus espaldas, y la aceleración de su crecimiento les lleva a quemar de manera vertiginosa etapas decisivas de su vida. Tanto trajín es mucho más de lo que la mayoría puede soportar, de manera que son muchos los que cuelgan las botas al poco de empezar.
A estas edades, aumentar la intensidad de los entrenamientos y precipitarse con exigencias de resultados, no garantiza mejoras significativas en el rendimiento futuro. Por el contrario, cada vez son más las evidencias de que el sobre entrenamiento, y los excesos de solicitación en el niño producen un efecto bumerán: la pérdida de interés y el abandono. La naturaleza ha sido tan sabia que ha hecho al niño, niño antes que hombre; pretender apurar su formación implica sacar frutos secos, sin jugo ni sabor ¿Pero saben esto todos quienes manejan niños? No, categóricamente, no.
Es cierto que en otros deportes desciende notablemente la edad del máximo rendimiento, al igual que la selección precoz, y el entrenamiento intensivo de los niños y niñas más aventajados. Pero las exigencias son distintas en cada modalidad deportiva: no es lo mismo prepararles para el fútbol que hacer lo propio en otro deporte individual como la gimnasia rítmica –de requisitos físicos muy concretos– cuya actuación se puede programar de forma sistemática, con carácter previo.
Hay que animarles para que se superen, centrando su atención en metas posibles a la vez que suficientemente atractivas. Así haremos coincidir su maduración futbolística con su propio desarrollo físico y mental, jugarán más motivados, y aprenderán más fácil.
Muchas estrellas empezaron a jugar al fútbol en plena adolescencia: Gaizka Mendieta iba para atleta y no empezó a correr detrás de un balón antes de los 15 años. Batistuta, a quien llamaban El Gordo por un ligero sobrepeso, se hizo esperar hasta los dieciocho años. A Rivaldo le decían Pata de Palo en la categoría juvenil. Se mire por donde se mire, la experiencia es un libro abierto donde saltan a la vista muchísimas promesas que destacaban en las categorías inferiores, y se perdieron en el anonimato antes de ver cumplidos sus sueños.

Mientras en otros deportes individuales como el atletismo existen retratos casi perfectamente delimitados que permiten reconocer a la legua la estampa de un campeón, no ocurre lo mismo en el fútbol. Aunque algunos clubes siguen coleccionando jugadores por su tamaño, es fácil encontrar auténticos fenómenos que no darían la talla para quienes priman la madurez en su desarrollo biológico. Y si no, que se lo pregunten a Cruyff o a Maradona.
• ¿Acaso no son cada vez más excepcionales los jugadores que el fútbol profesional busca en cualquier lugar del mundo?
• ¿No es cierto que ninguno de todos estos niños tan prometedores que destacan en sus equipos de barrio llegará a lo más alto del fútbol? o, para decirlo mejor : será una excepción aquel que consiga llegar a la élite del fútbol. El caso de Argentina es paradigmático: hasta dos millones de fichas de jugadores, y son menos de cincuenta los privilegiados que exhiben la grandeza de su fútbol por todo el mundo.
• ¿Y los demás? ¿es que no merecen una oportunidad? ¿no son el buen trato y una experiencia de calidad los que pueden llevarles tan bien y tan lejos como quieran y/o puedan?
• Y por último ¿a estas edades quién es el listo que es capaz de vaticinar lo que pueden dar de sí estas criaturas?¿quizá aquellos que no ven sino los defectos, y tienen un ojo de lince para descubrir a quienes saltan a la vista, porque maduran antes que los demás?
Parafraseando el conocido aforismo; el talento futbolístico se hace de fuerza y velocidad física, pero sobre todo de rapidez mental. De Menotti cuando era jugador, se cuenta que un día le dijo su entrenador :
– Ché flaco, corré
Y Menotti contestó:
– Ah, encima de pensar ¿querés que corra?

Eran otros tiempos, y otras circunstancias. Anécdotas aparte, no se pretende ignorar la importancia cada vez mayor de la preparación física en el deporte. Sin embargo, conviene recordar que el fútbol es un deporte que se juega de la cabeza a los pies.Aquí interviene otro aspecto no menos relevante, habida cuenta del aumento de la presión competitiva: ese carácter especial, mezcla de curiosidad y empeño para esforzarse en mejorar cada día, afrontando con buen ánimo un recorrido tan largo, de muchas vueltas.
Hasta hace bien poco, el talento deportivo se consideraba una especie de don que se tenía o no había nada que hacer: el jugador nace, no se hace.
En los últimos años, sin embargo, pasa por ser un concepto dinámico, más relacionado con el desarrollo de la destreza en el deporte. E. Hahn ha investigado la detección de talentos y su preparación desde edades tempranas: es una aptitud acentuada en una dirección, superando la media normal, que aún no está del todo desarrollada. El mismo autor concluye que el talento es la disposición por encima de lo normal, de poder y querer realizar unos rendimientos elevados en el campo del deporte En otras palabras, una extraordinaria voluntad de superación que han tenido que desplegar, especialmente, aquellos a quienes no se les ha dado todo hecho y han puesto a prueba su instinto de supervivencia, luchando contra viento y marea. Jugadores que, si quieren hacerse un hueco, tienen que afilar el ingenio para pensar más rápido, y andar más listos que los demás, desarrollando un espíritu de sacrificio muy por encima de lo normal.
Johan Cruyff lo sabe muy bien: Siendo todavía niño, desarrollé en los entrenamientos la técnica para poder explotar mi juego y superar cierta inferioridad física respecto a jugadores más corpulentos, sí, pero también más lentos. Lo cual no quiere decir que entrenara más, sino que aprovechaba mejor los entrenamientos.
Siempre he pensado que cada desventaja tiene sus ventajas. Si soy pequeño, tengo que ser más espabilado. Si no soy fuerte, tengo que ser más listo; no me queda otro remedio.


La Soledad del Entrenador @SEntrenador
(Del libro “Dejad que los niños jueguen)