jueves, 17 de diciembre de 2009

"Hacete Cargo"

En un país resultadista en el que se ha hecho cultura el pasarle la pelota al de al lado, una de las conductas más comunes en los grupos deportivos es exigirle a los más grandes, más reconocidos o mejor remunerados, que se carguen el equipo al hombro. Y en cierta forma, está bien. Por algo son más grandes, más reconocidos o mejor remunerados, ¿no?
Pero, ¿qué pasa cuando, por alguna razón, el funcionamiento se resiente, los “grandes o lo que fuera” no rinden en la medida de lo esperado y los resultados no se dan? La Psicología y, más aún, la dinámica de este tipo de grupos, no son una ciencia exacta, pero más de una vez nos encontramos con un equipo que, al perder sus puntos de referencia, pierde la brújula dentro de la cancha y empieza a fallar en los momentos críticos, precisamente, porque los “grandes, reconocidos o mejor pagos”, que son quienes supuestamente tienen que hacerse cargo de esos trances, no toman las mejores decisiones.
Inmediatamente, los opinadores de turno, tirarán frases como “es un pecho frío, no puede fallar en un momento así”, “con lo que gana este muchacho”, “¿qué le pasa, le tiembla el pulso cuando tiene que liquidar el partido?”, etc, etc…
Sentencias que, aunque no lleguen a oídos de los “grandes, reconocidos o mejor pagos”, están ahí, flotando en el ambiente, y empiezan a generar el efecto bola de nieve, que desencadena que: el jugador que está o se siente presionado, se propone tomar la próxima última pelota, pero cuando la tiene vuelve a sentir todo el peso del equipo sobre sus hombros y vuelve a fallar, vuelve a escuchar los murmullos (que a veces son insultos, silbidos y demás), su propio autoreproche, los retos de su entrenador, las caras de preocupación de sus compañeros, la queja de algún dirigente y tantas otras cosas más… Así, hasta que le llegue el momento de volver a tener una nueva última bola, en la que el peso acumulado seguramente volverá a jugarle en contra.
Piense… Situaciones como estas se dan a diario en equipos de todos los deportes.
A veces, las menos, el “grande, reconocido o mejor pago” tiene la suerte de acertar una de esas pelotas decisivas, y el efecto sanador del acierto le quita mágicamente el peso de los hombros, por lo que todo vuelve a la normalidad, porque el grupo vuelve a asentarse sobre sus basamentos naturales. Pero en la mayoría de los casos, no hay acierto salvador ni sanador, y la bola de nieve se hace más y más grande.
Y ahí los opinólogos apuntan hacia otro lado, pasándole la pelota al entrenador, que a veces tampoco puede desentrañar por donde tiene que empezar a desarmar la bola de nieve.
Respuestas, seguramente, habrá tantas como grupos y situaciones tengamos delante, pero a la hora de buscar una herramienta para implementar ante la mayoría de las “bolas de nieve”, una de las claves pasa por realizar un nuevo “Reparto de Responsabilidades”.
Está claro que al “grande” le está pesando decidir, pero tal vez ese peso o falta de energía tenga que ver con que tiene que hacer demasiado desgaste a lo largo del partido, tomando más decisiones en su afán por cargarse el equipo al hombro, y desgastándose más de lo necesario, lo que lo hace llegar al momento crítico sin las fuerzas ni la claridad necesarias para enfrentar ni más ni menos que “su” responsabilidad.
Reparto de Responsabilidades”. Suena raro, pero no es tan difícil. Los “grandes, reconocidos o mejor pagos” están para poner ese plus por el cual se los llegó a considerar “grandes, reconocidos o mejor pagos”, pero cuando se trata de juego de equipo, es vital darle posibilidades de crecer y asumir responsabilidades a todos los actores, en todos los ítems que rodean a la vida del grupo (entrenamiento, convivencia, partidos, etc); porque sino, el peso se reparte mal, unos cargan demasiado y otros muy poco. El que carga poco se acostumbra a que su aporte no sea vital, y el que carga mucho a la larga se cansa y se satura.

jueves, 10 de diciembre de 2009

"Estoy Motivado"

Usted seguramente habrá escuchado frases como éstas: “El grupo está realmente motivado, los muchachos no ven la hora de salir a la cancha”; “los clásicos son partidos aparte”; o “esa cancha es un karma para nosotros, nos cuesta mucho ganar ahí”. ¿Las reconoció? Si, y sin lugar a dudas, ya estará pensando en unas cuantas más. Frases célebremente gastadas, pero que no hacen otra cosa que reflejar, a través de un lugar común, lo que está sintiendo el deportista en los momentos previos a la competencia. Obviamente, hablamos de la motivación, tema del que se ha dicho y escrito mucho, pero del cual se ha esclarecido muy poco.

“Este partido es crucial. Tenemos delante el peor rival que nos podría tocar, por lo que vamos a tener que dejar en la cancha hasta la última gota de sudor si queremos ganar, porque sino…”.

El cielo o el infierno. Sin segundas opciones. Tal y como parece dictaminarlo una sociedad profundamente resultadista, en la que prácticamente no hay lugar para los segundos, ¿no?


El mandato trae consigo toda una actitud de sacrificio y esfuerzo, donde las posibilidades de éxito se emparentan casi exclusivamente con el sufrimiento.


El entorno, generalmente, pese a su buena voluntad, no siempre acompaña: “Suerte. Ganen”. Dirán los que te quieren, esperando contribuir a ese gran esfuerzo que supone el partido. A veces, casi parecen decir “mis condolencias, por el terrible momento que vas a pasar”. Y con esa mochila sale el guerrero a la cancha, y más de una vez… Asi le va…


“Preparate como para encontrarte con un ser muy querido al que hace tiempo que no ves”, me aconsejó sanamente un amigo. La tarea que tenía por delante esa noche no era esa. No me gustaba, la predisposición que tenía hacia ella era negativa, y mi actitud era la necesaria para que todo saliera mal. Pero tomé el consejo y me preparé como para recibir a un gran amigo. Compré un buen vino, ordené la casa como para que se sintiera a gusto y me dispuse internamente para disfrutar de la velada. Y no salió nada mal, hasta podría decir que lo disfruté, pese a que no era un amigo el que vino a cenar. Claro, tampoco se esperaba la otra persona un recibimiento de esas características. Se encontró tratado como alguien querido, y tampoco tuvo que pasar por todo eso desagradable que ambos esperábamos.


En definitiva, solo se trata de eso. De que chip nos ponemos para salir a la cancha, de cómo encaramos el compromiso que tenemos delante.


Algunos dicen que no entienden por qué juegan tan bien en los entrenamientos y tan diferente durante los partidos. Como si no fuera lo mismo. Y no lo es, lo que se espera de uno y otro momento, de ninguna manera es lo mismo.


Ejemplos hay miles. En todos ellos nadie hace nada que no se deba, nadie tiene malas intenciones. Pero algo sale mal, en cuanto lo que se espera de ese momento mágico en el que se necesita de todo su ángel para que todo salga bien. Por ahí ese ángel está, y sale un juego maravilloso, pero por ahí se retira, y no se visualiza bien el por qué.


Si hablamos de música. A mi me gusta mucho Sabina, pero a veces tengo ganas de escuchar algo más polenta. Amo la música de ochentosa, pero también disfruto con mis hijos compartiendo algo de La Mancha de Rolando o La Vela Puerca. Y de tanto en tanto, no me disgusta escuchar algún bolero, y por qué no hasta algún tango. Y tal vez a usted le pasa lo mismo. Sino, pruébelo. Dese una buena panzada de algo que le guste mucho, y verá que después no querrá más. Lo mismo pasa con las comidas, y con un sinfín de cosas de nuestra vida diaria. Y esto es el ser humano, aunque parezca demasiado filosófico. Una vez que se tiene una necesidad satisfecha, aparece alguna otra.


De la misma manera, tenemos distintos tipos de energía disponible, y diferentes maneras de trabajar con ella, de utilizarla. A veces uno necesita algo liviano y alegre, otras algo denso, sólido, sostenido. A veces uno necesita tierra, pasto, verde. Otras aire, volar, delirar. Más de lo mismo no siempre es bueno, cuando uno ya tuvo lo que necesita.


Lo mismo pasa con los jugadores y los equipos. Y esto hace que una actitud que hasta hace un tiempo era buena y te llevó a ganar, pasa en otro momento a no ser tan útil o a no servir más. El equipo comienza a perder y a no entender por qué, si con esa actitud, ese entrenador, esos jugadores y la misma estrategia llegaron tan alto, sin cambiar nada ahora no consiguen los mismos resultados. Y buscan repetir más y más aquellas circunstancias, sin preocuparse por las verdaderas necesidades de este momento en particular, de esa circunstancia en especial por la que en este momento están pasando.


Falta de respeto por las necesidades. Falta de mirada hacia adentro. ¿Será que ahora necesito un rock? ¿ O será una música melódica la ideal para ayudarme a sintonizarme con lo que necesito para conseguir un desempeño armónico?


¿Cómo me tengo que preparar? ¿Cuál es el punto motivacional a tocar o la estrategia a utilizar para poder hacer un juego de los buenos? ¿Con qué ritmo o clima estoy enganchado hoy? ¿Qué clima viene de afuera y cómo puedo sincronizarlos para que durante el partido la energía fluya libremente y no sea un momento de presión y esfuerzo que solo lleve al sufrimiento?


Sin dudas, habrá tantas respuestas como preguntas uno quiera formular, pero las soluciones están más al alcance de la mano de lo que en realidad parece. Solo hace falta saber buscarlas…

martes, 1 de diciembre de 2009

Ciencia y Química


(Cualquier similitud con la realidad es pura coincidencia)
El Equipo Azul invierte 100 mensuales (los valores son simbólicos) en un DT; otros 100 en su Jugador Franquicia; 70 en dos jugadores importantes; 50 en dos de hombres de peso en la rotación y unos 25 en los sueldos del resto del plantel. Gasta 100 más en el resto del cuerpo técnico (asistente, preparador físico, médico, planillero, etc) y las sumas comunes a todos los equipos en hotelería, viajes e indumentaria; amén de los costos federativos, de arbitraje, instalaciones y demás; conformando un presupuesto más que interesante.
El Entrenador es un brillante estratega y sus jugadores son de lo mejor de la liga. Ergo, el Equipo Azul tiene potencial para pelear el título. Pero... ¿Hasta qué punto sirve la inversión si el Equipo no tiene la química necesaria para plasmar en la cancha su potencial técnico-táctico?
Una de las frases de cabecera en el deporte mundial es “el mejor psicólogo del plantel es el entrenador”, y en muchos casos, es cierto. El Entrenador es quien baja las pautas con que se maneja el grupo, maneja los hilos y tiempos del plantel. Decide quien juega y quien no; y decide también a que se juega o que estrategia se utiliza. Determina si se entrena o si se tiene día libre, y hasta que jugador deben contratar los dirigentes. Y por si esto fuera poco, tiene que tratar que todos los integrantes de su plantel estén preparados física, táctica y psicológicamente para salir a la cancha.
Cada integrante del Cuerpo Técnico tiene una tarea específica, pero el aspecto anímico no siempre tiene un “encargado” puntual, y la tarea se la reparten, según el caso, entre el entrenador, el asistente, el preparador físico o el médico. A veces resulta bien, pero otras veces, las preocupaciones inherentes a cada función hacen que ninguno tenga el ojo disponible para detectar problemas de esta índole, o el tiempo y las herramientas para manejarlos, y entonces empiezan a aparecer síntomas tales como:
- el jugador que está en banco y se bajonea porque no juega, provocando cierto tipo de tensión en el clima general.
- el jugador A tiene roces con el jugador B, y los dos son titulares e importantes.
- el clima entre jóvenes y experimentados no es el ideal y eso provoca que las cosas no sean tan fluidas como debieran dentro de la cancha.
- el jugador Z se pone nervioso, se saca y por sanciones disciplinarias está más afuera de la cancha que adentro; provocando que el resto empiece a mirarlo de mala manera.
- Y la lista de ejemplos podría seguir interminablemente.

Para el común de la gente, la química es algo que se da por naturaleza, pero aunque parezca mentira, "la química es algo que se puede conseguir, fabricar o mejorar", trabajando sobre las estructuras del grupo.
En algunos casos, se puede trabajar en reuniones de equipo con todo el plantel, pero también se lo puede hacer a través de apoyar al entrenador con observaciones que el propio DT o sus colaboradores no siempre pueden hacer debido a que están sumidos en su función especifica: entrenar y buscar las estrategias de juego para ganar los partidos.
Entonces... “¿Me da 2 kilos de química por favor?”