lunes, 6 de febrero de 2012

Decisiones Acertadas

En el mundo del deporte las decisiones son moneda corriente. Tomamos decisiones comunes a todos los mortales y otras propias de la actividad deportiva, y muchas veces, en ese mar de decisiones, terminamos trabándonos indistintamente con las más tontas o con las más importantes, metiéndonos sin querer en una rueda de malestar que a veces nos pone en situación de incomodidad al no dejarnos rendir como deberíamos, deseamos o el entorno pretendería que lo hiciéramos.
Vivimos tomando decisiones… Decisiones cotidianas (¿qué me pongo?, ¿qué comemos?, ¿mate o café con leche?, ¿a dónde vamos?, ¿salimos o vemos una película en casa?, ¿qué camino tomar?, etc.); Decisiones personales o con mayor proyección (¿rubia/o o morocha/o?, ¿auto o moto?, ¿Boca o River? –sin, distinción de camisetas, solo para marcar polaridades en las que entran las preferencias o decisiones a nivel político, religioso, social, etc.-, ¿el mar o las sierras?); y para completar el combo, y por si esto fuera poco, las Decisiones inherentes a la profesión (que en cada caso van desde ¿primer palo o segundo palo?, ¿lo defiendo o salgo a robarle la pelota?, ¿la tiro o la paso?, ¿saque abierto o a la T?, ¿salimos a defender o a presionar arriba?, ¿traigo un goleador caro o dos delanteros que se puedan complementar?, ¿enganche o cuatro volantes?, etc., etc., etc.).
Vivimos muy rápido y no solemos tomar conciencia de la cantidad de decisiones que tomamos a diario, y fundamentalmente, del desgaste energético que acarrea esa toma de decisiones permanentes. Arrancamos la mañana decidiendo que vamos a desayunar, y en algunos casos terminamos la noche en la última pelota de un partido, decidiendo si ganamos o perdemos y, en algunos casos, si salimos campeones o no, si clasificamos o no, o si nos salvamos o nos vamos al descenso. Decisiones, Decisiones y más Decisiones.
En el alto rendimiento, los profesionales suelen prepararse para llegar en óptimo estado en el momento decisivo. Se planifica una temporada, una semana, un viaje, un día, un partido, buscando llegar en las mejores condiciones a ese momento tan esperado, sea cual fuere. En el deporte amateur o incluso en el deportista de fin de semana, también suele haber una preparación que lleva a administrar esfuerzos, salidas, comidas y demás, buscando llegar en las mejores condiciones. Pero en todos los casos, sin quererlo, muchas veces, descuidamos el desgaste mental que acarrea la maquinaria interna que se mueve en el proceso de decisión.
Decidir, decía más arriba, consume energía, y el desgaste o consumo de energía depende directamente del peso que le demos a cada decisión.
Cuando estamos bien, generalmente repartimos bien esas cargas, y no solemos hacernos mala sangre delante del ropero, de una bifurcación de caminos o con la carta en un restaurante. No nos enroscamos en decisiones banales o tontas y le damos el peso que realmente tienen, y eso nos permite llegar al juego bien o al menos sin un desgate excesivo, al momento en que necesitamos toda nuestra lucidez para decidir (paseo tiro, primer palo o segundo, etc.).
En tiempos en los que el deporte muestra cada vez más paridad de fuerzas, sacar ventaja en pequeños detalles es lo que suele marcar la diferencia. Cuando la cosa está pareja y se llega al cierre en situación de paridad, suele ganar el que tiene más ganas de hacerlo, pero sobre todo, el que está más lúcido para decidir correctamente en ese instante crucial.
Y a Decidir, como a todo en la vida, se aprende. Aunque tal vez, la clave pase por cómo encaramos el proceso de decisión, para que evitar enroscarnos con cosas que no lo ameritan o a gastar en ese proceso de decisión la energía justa y necesaria.
Algunos Tips:
- Clasificar o categorizar las decisiones (para tomar conciencia de la importancia de cada una y así evitar dedicarle más tiempo o energía de la que necesita o merece cada una)
- Despojarse de emociones (muchas veces decidimos apurados por la ansiedad, la bronca, el apuro, y la verdad es que no siempre son buenos consejeros)
- Hacerse las preguntas correctas (si, solo las correctas. ¿Cuántas veces nos planteamos seriamente opciones que no estaban realmente en el libreto? Podíamos elegir entre rojo, blanco y azul, pero como nuestro deseo era amarillo, lo teníamos en nuestra lista de todas maneras y eso no hacía otra cosa que confundirnos en nuestro proceso de decisión)
- Evitar la sensación de enamoramiento (porque el enamoramiento, en muchos casos, suele ser
engañoso: nos enamoramos de un club y no investigamos si realmente nos conviene; nos enamoramos de un jugador y no profundizamos fríamente si va a encajar en nuestro sistema de juego, en el grupo o si lo vamos a poder manejar; nos enamoramos de muchas cosas, y el calor de ese “amor” nos nubla la vista y no nos ayuda a decidir correctamente en la mayoría de los casos).
Aprender a Decidir… A veces decidimos confiando en nuestra intuición, otras luego de un concienzudo análisis. Cada decisión demanda un proceso diferente y parte del éxito radica en saber analizar y encarar cada proceso, porque no es lo mismo la firma de un contrato, la elección de un club o un jugador, que si le pego al primer palo o al segundo, a donde voy a sacar en el match point o si me la juego y la tiro u opto por pasarla.
Todos soñamos con tomar la decisión correcta en el momento justo, y para eso, como para todo en la vida, hay que prepararse.