lunes, 29 de febrero de 2016

El Factor Social

Todo aquel que haya formado parte de grupos humanos lo sabe: El Buen Clima es el condimento más importante en la ensalada de un Equipo Ganador. 
A priori, puede parecer un sobre dimensionamiento del costado humano un Equipo, en el que obviamente hay que tener en cuenta también habilidades, capacidades, talentos. Pero si alguna vez formaste parte de un grupo, sabes de lo que estoy hablando.
Algunos entrenadores o Jefes de equipos (tanto en lo deportivo como en lo organizacional) suelen cometer el error garrafal de restarle importancia al Factor Humano y las Relaciones Sociales, y salvo contadas excepciones lo terminan pagando muy caro.
El Factor Social, la interrelación entre las partes del Grupo, es, sencillamente, Determinante para la suerte del Equipo, porque a partir de un buen clima se empieza a generar la famosa química grupal, que es el desencadenante de la tan anhelada cohesión, a partir de la cual los integrantes del Equipo terminan poniendo al “Nosotros por encima del yo”, convirtiendo al grupo en un verdadero bloque.
La buena onda, cuando es real, profunda, trae consigo que aumenten valores como la solidaridad, la generosidad y especialmente la tolerancia, tan importante cuando hablamos de actividades de alta presión, como la alta competencia o el deporte profesional.
La buena onda abre paso también, aunque parezca mentira o muy tirado de los pelos, hacia una mayor calidad en la toma de decisiones, ya que cuando lo que prima por encima de todo es el bienestar del Equipo, no hay sospechas, no hay desconfianza, no hay egoísmos y no hay amigos a quienes favorecer, sino solamente una decisión que tomar buscando lo más efectivo para el Equipo.
Por eso, dejar el vestuario en manos ajenas, sin control, sin pautas ni patrones claros, puede ser algo así como jugar a la ruleta rusa, o sin ser tan extremista, como mínimo, es desaprovechar la chance de potenciar a la “n” los talentos y capacidades de tu Equipo.

El Buen Clima no es todo… Pero casi.

miércoles, 17 de febrero de 2016

En Primera Persona...

Estamos muy acostumbrados a escuchar deportistas con cassette (que antiguo lo de cassette, ¿no?), por eso es bueno alentar reflexiones profundas como esta de Selem Safar, a propósito de la violencia que se mueve en el ambiente deportivo y social.

¿Qué nos pasa? ¿Hasta dónde vamos a llegar? Son preguntas que me hago a diario cuando veo las noticias referidas al deporte en nuestro país. Un país futbolero, es cierto. Pero que poco a poco vamos contaminando todos los otros deportes sólo por seguir una línea de fanatismo que no existe. O que sí existe. Pero que no tendría que existir para mí.
Hablemos de fanatismo. Cualquier tipo de fanatismo está mal. Fanatismo por cualquier cosa : un equipo de fútbol, de básquet, algún artista, por ideas religiosas, por política, o por lo que sea. Porque eso te ciega y no te deja ver la realidad. Una realidad que está cada vez más presente y que la mayoría de nosotros sigue sin percibir.
¿Hasta dónde vamos a permitir que la violencia se apodere de nosotros? Es de público conocimiento que la violencia en nuestra sociedad cada día crece y crece. Pero analizando puntualmente la rama del deporte (que es la que entiendo por ser deportista), me doy cuenta de que esa violencia que existe afuera se está apoderando de nuestra disciplina. Y es algo que tendría que ser usado para fomentar otro tipo de cosas. Para educar. Para aprender del trabajo en equipo. A ganar y perder. Simplemente eso.
Hace muy poco me tocó vivir con Obras, mi actual equipo, una experiencia jugando de visitante (no voy a nombrar el club rival por respeto a la mayoría de sus hinchas). Al terminar el partido y haber ganado el equipo local, nos saludamos entre los jugadores de ambos planteles, como lo hacemos todos los equipos de básquet, y mientras nos retirábamos veo a una persona de unos 50 años con un nene al lado y su mujer del otro lado, insultándonos a nosotros y riéndose, diciéndonos todo tipo de barbaridades. Me di vuelta para ver el resultado final en el tablero, no porque haya estado de acuerdo con la reacción del señor, pero por un momento pensé que éramos nosotros los que nos habíamos quedado con el triunfo. Y no era así. Él (y muchas personas más) no estaban festejando con su equipo la tremenda victoria que habían logrado como locales, sino que gritaba y miraba a su hijo y su mujer como demostrándoles lo guapo que era de estar a sólo dos o tres metros de nosotros diciéndonos de todo. Mi reacción por dentro era querer redoblar la apuesta. Quería decirle cosas que lo hieran más. O marcarle que me la bancaba. ¡¡Cuán equivocado estaba!!
Por suerte agaché la cabeza y salí. Y después pude pensar fríamente. Y lo primero que pensé fue en el nene que estaba a su lado. ¿Qué tipo de educación le estamos dando a ese chico? Es la misma educación que como sociedad le estamos dando a todos los chicos que hoy en día ven televisión. O nos ven a nosotros hacer deportes. O que vieron el River – Boca del año pasado y el bochorno en la Bombonera que le dio el partido ganado a River por los puntos (particularmente lo que menos importó). O que leen las declaraciones de Maxi Rodríguez, que tiene miedo a salir de su casa en Rosario. Y que en la semana que se juega el clásico teme por su familia. Sólo por tener ese trabajo.
Por otro lado, ¿qué tan ajenos a este fenómeno social estamos nosotros los deportistas? Porque, sin ir más lejos, tenemos un ejemplo de hace muy poquito: el partido de este verano entre Estudiantes y Gimnasia que terminó en un papelón entre jugadores, peleándose a las trompadas, pateando a colegas (sí, colegas) que estaban tirados en el piso, tratando de demostrar valentía, como si fueran enemigos. No tenía nada que ver con jugar al fútbol.
Si escuchamos declaraciones de algún deportista hoy en día se resume en «hay que ganar como sea». ¿Como sea? ¿Pisando la cabeza de nuestro rival? ¿O viendo quién da una patada más fuerte para demostrar que se la aguanta más? ¿O simplemente hay que tratar de jugar mejor? De vencer al rival mostrando una superioridad técnica y táctica. De ser mejor dentro del rectángulo de juego sea una cancha de fútbol, de básquet o de cualquier deporte… Solo eso. Tan simple como eso. A veces sale. Y a veces lamentablemente el otro es mejor o hace mejor las cosas. Y se acepta. Y punto. Sólo queda darle la mano y trabajar más duro.
¿Desde cuándo es de vida o muerte ganar o perder? En un deporte existen las dos cosas. Un entrenador muy sabio una vez dijo que cuando vos haces un deporte de conjunto no sólo dependes de tu rendimiento. Enfriente tenes otros jugadores iguales a vos haciendo lo imposible para que vos no cumplas tu objetivo y queriéndose quedar ellos con la victoria. Hay muchos factores que definen la victoria y la derrota.
Somos Una sociedad que teniendo al mejor jugador del mundo se lo critica en vez de disfrutarlo. En vez de disfrutar que tenemos la suerte de que sea argentino. En un deporte que juegan 11 contra 11, le tiramos la responsabilidad a él por no lograr los mismos resultados que logra en un equipo que está totalmente aceitado y juega de memoria. Y cada vez que le toca un torneo con la Selección Argentina viene y da la cara. Y nos dio dos finales en un año después de muchísimos años sin que el fútbol pueda lograr eso. Y deja todo por esos colores. Igual así, se lo critica.
O también recuerdo las críticas hacia uno de los mejores deportistas de la historia (para mí el mejor, aunque no puedo ser objetivo) por no ir a todos los torneos que juega la Selección. El mismo deportista que logró que en Argentina se vean partidos de la NBA por su sola presencia. El mismo que levantó la copa de esa liga, la mejor del mundo, con la bandera argentina en sus hombros. El mismo que, junto con una Generación que nos dio tantas alegrías, nos llevó a ser campeones olímpicos cuando hace años atrás no entraba en la cabeza de nadie que eso podía suceder. Un deportista que cambió la historia de este deporte. Igual así, he escuchado críticas.
¿Hace cuánto que la gente no va a la cancha a disfrutar, a ver un espectáculo, a relajarse y salir de la rutina? ¿Es tan difícil eso? ¿Desde cuando la felicidad de una persona pasa porque su equipo gane o pierda? ¿Y hace cuánto que nosotros los deportista dejamos de disfrutar de un deporte sano? ¿Competitivo? Sí. Altamente competitivo. Pero sano. Para transformarlo en una batalla en que lo único importante es solamente ganar.
Por último les dejo un ejemplo, para que reflexionemos y nos demos cuenta cuántas cosas debemos cambiar en nuestra sociedad.
Este año es el último año que Kobe Bryant va a jugar. Un grande del básquetbol mundial. Luego de esta temporada se retira de la NBA. Y poco a poco está jugando sus últimos partidos en muchos estadios visitantes. Es increíble y admirable ver cómo la gente aplaude cada gol y cada jugada de él. Y los mismos jugadores antes que se vaya de la cancha, lo abrazan y lo saludan. No importa si es el clásico rival o no. Y en el momento que sale del rectángulo de juego y la afición sabe que no va a volver a entrar, se ponen todos de pie y le regalan el último aplauso. No les importa si su equipo va a ganar o va a perder. Saben que hay cosas más importantes.
Aprendamos nosotros como sociedad. Hay cosas más importantes que tu equipo gane o pierda. Festejen, pónganse contentos, llenen la cancha de papeles, de banderas, canten. Eso es folcklore. Si a tu equipo le toca perder, volvé a tu casa y seguí con tu rutina. Disfruten de sus hijos, familia, amigos, pareja o lo que tenga cada uno. Que nosotros por nuestro lado nos vamos a esforzar por ser mejores día a día y poder lograr los mejores resultados en nuestro trabajo. La felicidad pasa por ahí. No porque tu equipo gane o pierda. Aprendamos a ser felices. Que eso es lo importante. Mejoremos como sociedad. Estamos a tiempo. Es solo mi pensamiento.
Selem Safar

miércoles, 10 de febrero de 2016

¿Dueño o Esclavo de tus Decisiones?

¿DUEÑO O ESCLAVO?
Somos Dueños y Esclavos de Nuestras Decisiones.
Dueños, cuando optamos y tomamos una decisión a conciencia, y Esclavos, cuando esa decisión nos deja en una posición incómoda respecto a lo que hubiera sido correcto o políticamente correcto. Por eso es tan importante aprender a tomar decisiones basadas en el análisis más que en los impulsos, y en los valores más que en las conveniencias, ya
que eso nos garantizará poder estar en paz consigo mismo.
Siempre  hay una decisión, en la vida o en el deporte, involucrando situaciones estrictamente personales o colectivas, con pares o con gente que puede estar por debajo de la cadena de mando.
Mas de una vez, las decisiones basadas estrictamente en impulsos generan incomodidad, rispidez o lamentos. Desde una decisión sencilla como “pasarla o tirarla” o “pasársela a este o aquel”, como a la hora de dar o no un reconocimiento, ascenso o promoción. Y algo similar suele suceder cuando llegamos a la decisión basados en la negligencia o la conveniencia. En la cancha, se ve cuando el jugador “se saca de encima la pelota o la decisión”, o cuando hace cargo al compañero de su error. En la vida  organizacional o situaciones de liderazgo podemos verlo cuando alguien con responsabilidad justifica  su decisión con el “quería hacerlo, pero no pude” o “te lo debía / merecías, pero…”

Somos Dueños de nuestras decisiones, pero cuando no decidimos del todo a conciencia, esas decisiones nos esclavizan. 

martes, 2 de febrero de 2016

Los Valores del Deporte



Hay pocas cosas más lindas que sentir que has inspirado algo en alguien. Ayer escribí una Columna para La Nación acerca del Fútbol y sus valores (publicada hoy en el diario, y subida en este espacio), y medio en broma medio en serio, Iván Basualdo, jugador de ObrasBasket, me mandó su reflexión al respecto, y me gustó tanto, que con su permiso, claro, me animé a compartirla.

Los Valores del Deporte
por Iván Basualdo
Volvía de la cancha con la amargura del partido perdido, pero no me podía sacar de la cabeza la imagen, repetida en varias canchas, del señor que en lugar de festejar el esfuerzo de su equipo gasta el tiempo en insultarnos de camino al vestuario. El buen hombre, que parecía de verdad odiarnos, nos gritaba deformado de euforia a dos metros de distancia, con la impunidad que le dan estar del otro lado de la baranda y no mirarnos a los ojos.
En ese momento pensaba que me rehuso a "cederle el derecho" por pagar una entrada de creerse en una especie de circo romano, convirtiéndonos en animales. Me rehuso a desligarlo de su cualidad de humano, a convertirlo a él en animal, por haber pagado una entrada.
Entonces llegamos al hotel y vemos la pelea entre los jugadores de Gimnasia y Estudiantes (profesionales, posibles compañeros) y me dio vergüenza. Los animales estamos de los dos lados de la baranda, ¿por qué no? Es mito que el jugador vive en una burbuja; se desarrolla en el mismo entorno que el resto, consumimos lo mismo.
Escucho la justificación "son cosas del fútbol" y me da más vergüenza. Lo único que pude hacer en mi caso fue devolverle la mirada, hacerle el gesto de que no era necesario. Entiendo que puede haber distintas situaciones o circunstancias -adentro y afuera- pero nada justifica tal grado de deshumanización. Es mi trabajo, es mi responsabilidad, es lo que decidí hacer con mi vida por estos años, me lo tomo con el dramatismo con el que todo esto suena; pero antes que todo, antes que nada, sigue siendo un juego.
"Lo felicito señor, -lo tendría que haber saludado y hasta le tendría que haber dado la mano-, disfrute de su equipo, vaya a su casa, alégrese por la victoria, yo voy a tratar de pasar la derrota"; y si no lo despertaba del trance por lo menos hubiera podido mantener mi esencia de persona, aunque hoy esté pisando la arena.
Me acuerdo de la película "Gladiador", y veo lo cerca que estamos, después de tanto tiempo y habiéndola visto tantas veces, de un concepto de diversión que por lo menos yo, pensaba tan lejano…

Columna en Diario La Nación

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El fútbol 

perdió los valores

PARA LA NACION


MARTES 02 DE FEBRERO DE 2016


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El fútbol está inmerso dentro de un marco social, y sería injusto e inapropiado hacer cualquier tipo de análisis sin tener esto en consideración. No se trata de justificar lo injustificable, pero si hay violencia e inseguridad en las calles, o hasta en las redes sociales cuando se cruzan pensamientos o posturas diferentes, ¿por qué pensar que en el fútbol, donde las pasiones exacerbadas atentan directamente contra la capacidad de reflexión y pensamiento, las cosas debieran ser diferentes?
Ya no importa si el papelón fue un torneo amistoso o por los puntos, porque lo sucedido en Mar del Plata no tiene justificación ni aún en la final de un Mundial. Es un papelón y punto.
Se podrá hablar de presiones, de tensiones al límite producto de la lucha por el puesto, de pulsaciones arriba de lo normal porque era un clásico y demás, pero ningún argumento justificará lo sucedido.
El tema se bifurca. Cuáles son las verdaderas razones, o por dónde buscar causas a partir de las cuales encontrar soluciones. Y lo cierto es que el problema es de valores, valores que ha perdido la sociedad, y valores que, en esta metamorfosis mercantilista ha perdido el mundo del fútbol, que se ha convertido en un espacio en el que todo vale para llegar, y en el que se invierte poco en enseñarles a los chicos acerca del manejo de las presiones, el control emocional y demás. Claro que para ello es más que necesario que esos contenidos bajen desde entrenadores y dirigentes formados a tal efecto, y de padres abocados a formar y educar en lugar de a sembrar un crack que se convierta en la salvación de la familia.
La violencia y este tipo de manifestaciones y desbordes se combaten con educación y formación. No basta con enseñarle a pegarle con las dos piernas o a cabecear bien si no trabajamos profundamente sobre la formación de la persona que se pone la camiseta del club. A mejor persona... mejor jugador.
Psicólogo deportivo en Vélez (fútbol) y en Obras (básquetbol)