miércoles, 22 de agosto de 2012

Ganas de Ganar vs Miedo de Perder

El deporte, como toda actividad en la que hay polos opuestos o un contendiente de cada lado, sabe de historias con finales de película, esos en los que Rocky noquea a Apollo y termina festejando un triunfo que, a priori, parecía imposible de alcanzar.
Ejemplos hay miles, tanto en los deportes colectivos como en los individuales. El “Punto” que hizo saltar la “Banca” o el pobre que le hizo morder el polvo de la derrota al rico, como a usted más le guste.
En la previa, generalmente, estos argumentos suelen ser utilizados para la preparación psicológica o motivacional de los dos equipos. Para los poderosos habrá un “mandato” con su correspondiente arenga para salir a imponer lo suyo ante el rival inferior. En tanto que para los que encararán la aventura con el traje de Cenicienta, los argumentos pasarán por otro lado, y mientras algunos DT elegirán enfocarse hacia lo épico, otros tal vez optarán por quitarle todo tipo de responsabilidad a sus dirigidos, buscando con ello que jueguen relajados y sin presiones.
En aquellos deportes donde manda la estadística, generalmente gana el más poderoso. La heroica de once guerreros cuidando su arco listos para meter el zarpazo de contra es muy futbolera, pero la historia sabe de miles de casos con final feliz para el supuestamente más débil en todos los deportes, sino, preguntarle al Dream Team estadounidense que se cruzó con Argentina en Indianápolis 2002 y Atenas 2004.
El tema es que esos “miles de casos” suelen salir a la cancha con la camiseta del equipo más débil, y las razones hay que empezar a buscarlas en la manera de comunicar.
No todos los Entrenadores son especialistas en motivación (no tienen por qué serlo), y a veces, motivar con recetas o cliches preestablecidos no es lo más aconsejable, y termina provocando que lo que parecería una obviedad (decirle al poderoso que salga a aplastar al débil o viceversa) termine jugando en contra.
El mensaje, supuestamente claro porque así lo marca la realidad, no llega limpio a su receptor por innumerable cantidad de variables, lo que lleva a que en el momento en que debe aflorar la convicción, la niebla termine desdibujando el horizonte.
Independientemente del resultado final, que a veces por obra y gracia del peso de alguna individualidad termina favoreciendo al “Poderoso”: ¿Nunca vieron a un equipo hipotéticamente inferior complicarle la vida mucho más de la cuenta al rival téoricamente superior? Si, seguramente si.
Es que cuando el mensaje no llega limpio y la convicción no es plena afloran las dudas, y allí es donde se produce la confrontación entre las “Ganas de Ganar” de David, contra el “Miedo de Perder” que suele agarrarle a Goliath, cuando le empieza a apretar el zapato en algún momento del partido.
No todos recibimos el mensaje de la misma manera. Hay quienes responden a una arenga dura, incluso a un insulto, y otros que necesitan el aliento suave y la mano en el hombro. Y para complicarla más aún, hay momentos en los que es conveniente hacer una arenga dura y otros en los que es preferible evitar algunos temas o tópicos para no sobrecargar de stress y presión.
En síntesis, la clave no está en lo que se dice, sino en cómo se lo dice, y a quien se le dice que cosa. Cada uno necesita una palabra diferente, y cada grupo tiene su propio estilo de comunicación, lo que no quiere decir que siempre responda al mismo patrón comunicacional, por lo que aquello que la ultima vez lo motivó y lo puso en foco, tal vez hoy no le llegue o termine cargándolo de mayor presión de la deseada.
Se trata de saber que decir y elegir el momento apropiado para hacerlo, y para ello, lo principal es saber observar lo que le pasa al grupo, algo que no siempre se consigue estando sentado en la misma silla. Decía que el entrenador no necesariamente debe ser especialista en motivación ni preparación psicológica. A mayor cantidad de puntos de vista, mayor riqueza de opiniones, ¿no?

lunes, 6 de agosto de 2012

Dimensionar Logros

El "Ganador" siempre quiere mas; ya que "eso" precisamente, es lo que convierte en tal. Las derrotas golpean duro a este tipo de deportistas, pero lo que los hace diferentes es que cuando pasa la bruma del dolor, no dejan de hacer el "Tercer Partido" (http://
elpsicologodelclub.blogspot.com.ar/2010/11/los-tres-partidos.html); con un analisis profundo, frío y detallado de las razones que lo llevaron a no conseguir el resultado deseado.
Claro que en muchos casos ese "no alcanzar" es lógico y hasta esperable, debido a que el poderío del rival hace que el camino hacia esa meta sea muy dificil de transitar.
La participación de muchos deportistas argentinos en los Juegos Olimpicos tiene mucho que ver con todo esto. El exitismo es moneda corriente en nuestro país, y asi, deportistas que suelen pasar desapercibidos para la gran mayoría durante 4 años, se encuentran de repente en el centro de las expectativas populares, y mas de una vez ese fervor que viene de afuera desenfoca y atenta contra sus chances de rendir como quieren y pueden.
Un triunfo suele traer consigo un despliegue periodístico no habitual en derredor suyo, y más de una vez esa energía nos saca de nuestro "Eje", distorsionando nuestra capacidad de analizar correctamente algunas situaciones o variables. Las consecuencias más comunes suelen ser que nos cueste arrancar el partido (regalamos los primeros minutos) o que nos pasemos de vueltas y salgamos a la cancha muy ansiosos y por ende acelerados y fuera de nuestro estado ideal.
A posteriori, cuando ese resultado negativo previsible nos golpea, ese exceso de expectativa provoca que perdamos de vista lo que debería ser un análisis justo de nuestra actuación, empujados quizá por el inconsciente colectivo de aquellos que apuestan todo a que nos vaya bien, sin saber lo dificil que es, lo que a su vez nos quita la capacidad de vivenciar correctamente lo realizado.
Los "Gladiadores" del Handball, por ejemplo, perdieron uno de los dos partidos que apriori "debian" ganar en estos Juegos (contra Tunez) y con ese traspie terminó el sueño de meterse entre los ocho mejores, lo que trajo consigo la lógica bronca, pena o "depre" post derrota. Los "Ganadores" se sienten mal en la derrota, pero como expresaba en los primeros párrafos, un verdadero "Ganador", cuando pasa la bruma, hace su "Tercer Partido", que en este caso, además del frío análisis de errores y cosas por mejorar, no debe dejar de lado las vivencias positivas que devienen del hecho de haber llegado por primera vez a un Juego Olimpico, con todo lo que ello representa y con todo lo que costó llegar hasta allí.
Los casos de Germán Lauro o Federico Molinari, son similares. "Caballo que alcanza ganar quiere" dice un viejo refrán, y un deportista que llega, clasifica o sube un escalón, si está hecho de "buena madera", dificilmente le ponga freno a su ilusión.
Volviendo al tan mentado "Tercer Partido", dimensionar y disfrutar correctamente los logros es la mejor vitamina para el espriritu, ya que con las "pilas cargadas" la autocritica suele ser mas justa y productiva de cara al futuro. Tomar distancia, mirar en perspectiva, friamente para poder dimensionar correctamente, sin que esto implique alejarse o privarse de disfrutar de las sensaciones placenteras que vienen de la mano de los resultados positivos, más allá de lo que circunstancialmente puedan marcar las tablas de posiciones.