martes, 26 de agosto de 2014

Proceso de Maduración

Psicología es la ciencia más inexacta de todas. Siempre digo que las cuentas nunca dan igual, sencillamente, porque todos somos diferentes.
Todos somos diferentes, si, pero en el proceso de formación, los educadores muchas veces suelen pasarse de rosca en eso de “uniformar”. Y en el deporte esto se potencia a veces hasta límites difíciles de aceptar, ya que se puede ver a las claras que el entrenador está buscando respuestas idénticas en chicos que, indudablemente están pasando por situaciones o procesos madurativos muy diferentes.
Dice Luis Scola en el prólogo de “El Psicólogo del Club” que “un jugador es la mezcla de tres cosas: físico, talento y cabeza. De acuerdo a cuanto de cada uno de los elementos tenga es el tipo de jugador que nos encontramos”.
La mezcla de tres cosas: físico, talento y cabeza… Y aquí el primer punto importante en eso de “la formación”. ¿De qué manera se trabaja “la cabeza” en las divisiones menores? Los semilleros de algunos clubes en Argentina suelen tener psicólogos/as en sus pensiones o departamentos médicos, pero lo cierto es que su función suele reducirse a la contención o a ejercer una especie de soporte de la tutoría que se le da a los jóvenes jugadores, ya que son pocos los que participan junto al cuerpo técnico de la responsabilidad de formar a sus pichones de cracks.
El factor preventivo (enseñarles a manejar sus emociones o sus niveles de concentración o motivación, por ejemplo) no suele ser materia importante y mucho menos obligatoria en las canteras, por lo que el psicólogo suele estar a la espera de que le caiga un jugador angustiado o haya que trabajar sobre algún problema puntual. Y lo cierto es que eso, humildemente, es entre otras cosas, desaprovechar la riqueza que puede dar el trabajo interdisciplinario.
La formación que reciben en psicología la mayoría de los profesores y entrenadores no suele ser muy profunda, y en algunos casos hasta es desactualizada, lo que provoca que en cierta forma muchos formadores no tengan un ojo puesto en las diferencias que se producen entre jugadores de la misma edad o categoría, producto de los diferentes procesos madurativos que puedan estar viviendo. Vemos chicos o chicas con un rendimiento físico o aptitudes deportivas similares y pensamos que, por eso, podemos exigirles que rindan o se pongan en la misma sintonía. O lo que es peor, muchas veces se los trata con la misma rudeza o nivel de exigencia que a un profesional, perdiendo de vista que, por una cuestión de edad y nivel madurativo, no están en condiciones de asimilar semejante nivel de exigencia.
No se mira la edad ni el momento evolutivo personal, si físicamente esta bien y tiene talento solo se le pide que rinda, y son realmente pocos se detienen en la paciencia que hay que tenerle a un chico que esta buscando su identidad y por ende no tiene el equilibrio emocional ideal. Se equivocan los profesores o entrenadores, y también los padres, que desde la tribuna pretenden que el nene o la nena jueguen siempre bien.
En otro artículo de este blog (“Dejalo que se equivoque”) decía que “el deporte formativo es uno de los eslabones más débiles en la cadena, y que en muchos deportes, las inferiores suelen ser para los DT, una estación de paso hacia las categorías superiores, motivo por el cual, muchas veces nos encontramos con entrenadores muy jóvenes y a veces carentes de formación para enfrentar determinado tipo de grupos o situaciones, o bien DTs que no tienen real vocación para trabajar con chicos o jóvenes”. Y esa, precisamente, es la primera razón por la cual muchos chicos y chicas ven como se trunca de mala manera su proceso formativo o sus sueños de lograr grandes cosas.
Decía también en ese post que “muchos Entrenadores ponen el foco de su aprendizaje en saber de su deporte, y en realidad, sobre todo en esas etapas, aprender a manejar personas es tan o mas importante”. Y si se trata de personitas, mucho más aún.
Respetar los tiempos de maduración es clave para que los chicos no estén sometidos a presiones o exigencias que, tal vez no estén en condiciones de soportar en determinado momento, ya que eso puede traer consigo una merma en el nivel de tolerancia a la frustración en el chico, que luego termina convirtiéndose en el típico jugador que ante el primer error se fastidia y se va del partido, por citar la mas leve de las consecuencias que vienen de la mano de esto.

Respetar los tiempos de maduración. “físico, talento y cabeza”, decía Scola. ¿Y si invertimos más en conocer y aprender a seguir y respetar los procesos madurativos?

domingo, 24 de agosto de 2014

Columna en Cancha Llena, La Nación

Rugby Championship


Un psicólogo analiza a los Pumas: "El factor mental es el plus de diferencia"

Por Germán Diorio 

Foto: LA NACION / Rodrigo Néspolo
Daniel Hourcade resumió en dos conceptos el presente de los Pumas : "Tenemos que aprender a ganar. Nos falta saber dar el golpe de nocaut". El hombre es un animal de costumbres. ¿Se habrán acostumbrado a perder los Pumas? ¿Cuánto juega en el inconsciente de nuestros jugadores esa mezcla de reconocimiento y protección enmarcada en la tan mentada "derrota digna"?
La cabeza juega su partido en el deporte de alta competencia, donde los físicos se han emparejado y cada vez hay menos misterios en lo táctico. Y el factor mental es sin dudas el plus de diferencia que abre la brecha entre los deportistas, equipos comunes y los Fuera de Serie.
Los Fuera de Serie saben que no siempre ganan los mejores, ganan los que creen que pueden hacerlo. Y tal vez a los Pumas, en ese proceso de aprendizaje que mencionaba su entrenador, aún les falte aprender a mantener a tope la capacidad de concentración hasta el final del juego, o a manejar la ansiedad y a controlar las emociones en los momentos definitorios. A la larga, siempre gana aquel que cree que podía hacerlo. Alguna vez le tocó al básquetbol argentino quitarle el invicto al Dream Team estadounidense abriendo el camino hacia la conquista del oro olímpico. Equipos buenos hay muchos, y en esa puja suele imponerse el que está convencido que realmente lo es. Son dos habilidades distintas, una está en las manos y los pies mientras que la otra está en la cabeza y sabemos que ésta manda sobre las otras.
Para estar convencido hay que prepararse. Preparar un plan de juego que nos permita ganar, y esa preparación debe incluir aquello que tiene que ver con lo mental y lo emocional. "Estar cerca" trae consigo un incremento en los niveles de ansiedad, y con ello puede peligrar la capacidad de foco o concentración. Por eso es tan importante trabajar sobre estos aspectos, prevenirlos, saber cuándo puede aparecer ese lógico temor a "no poder" y generar mecanismos individuales y colectivos que nos permitan seguir con el plan de juego que nos llevó a estar en esa posición.
(*) Germán Diorio es psicólogo especialista en deportes.

miércoles, 20 de agosto de 2014

Coaching Psicológico Personalizado p/ DT

COACHING PSICOLOGICO PERSONALIZADO
PARA ENTRENADORES

Las actitudes de un mal Lider suelen confundirse con las de una mala persona, y la toma de decisiones es decisiva a la hora de hacer juicios sobre tu función. Lo humano juega un factor clave, de alli la importancia de aprender a generar mecanismos de control y equilibrio emocional para tener la cabeza clara en todo momento. 
Relevamiento e Informe Diagnostico de Performance relacionada con puntos específicos como:

- Manejo del estrés y las presiones.
- Optimizar vías y canales comunicacionales.
- Motivación y llegada en charlas técnicas.
- Foco. Mecanismos de descarga y reenfoque.
- Relación con el entorno.

Una propuesta diferente para trabajar de manera personalizada sobre tus puntos de mejora, potenciando habilidades y puliendo aquellas cosas que puedan estar trabando tu crecimiento, desarrollo o una mejor performance.
Para Entrenadores experimentados y en formación. Seguimiento y análisis personalizado, trabajando sobre tus demandas puntuales y sobre aquellas cosas que pudiera arrojar el período de investigación.
El Psicólogo no muerde. Por el contrario, puede ser una herramienta importante para ayudarte a optimizar talentos y potencialidades.

Germán Diorio
Psicólogo – Especialista en Deportes
1169317209
@germandiorio

sábado, 9 de agosto de 2014

Pequeñas Sociedades

En los deportes de conjunto, los entrenadores reconocen que el primer paso para formar un Equipo es conseguir que, dentro del mismo, se vayan armando pequeñas sociedades. En términos sistémicos, sería algo así como ir dándole espacio de creación y funcionamiento a pequeños subsistemas dentro del sistema mayor.
Armar un Grupo / Equipo, en estos términos es algo así como armar un rompecabezas. Hay que hacer que las piezas encajen, e ir armandolo por sectores, en algunos casos ayuda mucho a la formación integral del mismo. Por eso, los entrenadores suelen darle mucho valor a las “Pequeñas Sociedades”. Las alientan y celebran, pero no siempre ayudan o las propician correctamente, porque algunos suelen caer en el error de suponer que el contenido principal para el nacimiento de esas sociedades está en la compatibilidad técnica o la proximidad en lo táctico, y si bien estos dos ingredientes juegan un papel vital, lo cierto es que para que se generen estas mini sociedades hace falta algo mucho más importante: la Química.
Si, en la formacion de las pequeñas sociedades del Equipo debe primar la Quimica entre sus integrantes, porque sino es imposible pensar en ningún tipo de sociedad.
Armar pequeñas sociedades es materia obligada en el deporte de conjunto, pero algunos DT se olvidan que sin onda no hay sociedad posible. Y la onda o la química, se construyen y trabajan.
¿Qué hacés vos para promover esas Sociedades? ¿Cómo estás ayudando a generar más onda entre los integrantes de tu Equipo?
El Factor Humano es decisivo, ya que solo los grandes profesionales logran anteponer lo funcional (táctico) a la falta de empatía. Muchos entrenadores u observadores suelen caer en el error de pensar que porque “son profesionales” van a poder superar sus diferencias para jugar a favor del equipo, y lo cierto es que son muy pocos los que realmente lo consiguen, por lo que la falta de onda termina siendo una piedra en el zapato.

¿Entonces? Entonces… A poner un poco más el ojo en trabajar sobre las relaciones humanas para generar esa onda, y, por que no, a tratar de generar objetivos o metas que ayuden a que el clima general potencie que las ganas de servirle al Equipo estén siempre por encima de las apetencias personales de sus integrantes. Se puede, no es tan difícil…

miércoles, 6 de agosto de 2014

Mensajes Confusos

Esta reflexión, seguramente, hará que más de uno empiece a leer esta nota mal predispuesto, pero allá vamos: Basta sentarse un rato en una tribuna a observar un partido de divisiones inferiores, para caer en la cuenta que “el padre no siempre es el mejor aliado del entrenador en la tarea de hacer de su hijo un buen deportista”.
La fauna deportiva de las divisiones menores tiene entre sus especies al popular “Padre Puteador”, algo así como un lobo con piel de cordero que en la previa suele charlar animadamente y sociabilizar con propios y extraños, pero que conforme avanza el partido, empieza a transformarse en un temible propalador de insultos hacia la figura del árbitro de turno; pero que si el nene o la nena jugaron poco o estuvieron mucho tiempo en el banco, también dirigirá sus dardos hacia el entrenador que osó no darle cancha.
Convengamos que todos los padres, en algún momento, nos ponemos en mayor o menor medida el disfraz de “Padre Puteador”. Dificilmente alguien pueda sentirse libre de pecado como para arrojar la primera piedra. El deporte es pasión y tener a nuestros hijos jugando incrementa considerablemente esa vertiente pasional. Pero cuando el patrón de conducta se hace reiterativo, el ejemplo que estamos dando no es el ideal.
El insulto es agresión, y el árbitro y el entrenador, en la cancha, son ni más ni menos que la autoridad a la que está sometido nuestro hijo, el mismo al que le estamos mostrando una manera poco diplomática de cuestionar, y el mismo al que en casa le exigimos respeto y educación.
El “Padre Puteador” es apasionado, al punto de llegar al entretiempo afónico, y entre ellos hay quienes culpa del desborde suelen ser expulsados de la cancha como si fueran un jugador. Hay “Padres Puteadores” que son conocedores del deporte que practica su hijo, pero también los hay de aquellos que llegaron al deporte en cuestión porque al nene se le ocurrió jugarlo o porque algún profesor lo reclutó en la colonia de vacaciones o el colegio, y en consecuencia, van aprendiendo de a poquito algunas cosas de reglamento o táctica, lo que no los inhibe a la hora de sentenciar si “la infracción estuvo bien cobrada” o si el DT eligió el sistema defensivo correcto para ese rival.
Los chicos no suelen estar preparados para absorber la presión que a veces inconsciente e inocentemente les tiramos encima desde la tribuna. Los gritos, que a veces empiezan desde el primer fallo dudoso, desconcentran y atentan contra su capacidad de hacer un buen juego y disfrutar el partido. Los más chicos, porque se apichonan ante tanto barullo; y los adolescentes, porque generalmente se pasan de vueltas ante el exceso de adrenalina que viene desde las gradas.
Todo esto no hace otra cosa que generar confusión en el chico, que a veces no sabe que patrón seguir. Así, llegamos al padre que termina cuestionando alguna decisión del entrenador, y al DT que mira con recelo a esa tribuna poblada de padres que “no saben nada de deportes”.
Las cifras millonarias que se mueven en el mundo deportivo, sumado a la pasión que conllevan los colores y la inevitable proyección que el padre hace sobre el hijo de sus logros, frustraciones y deseos, suelen producir un coctel demasiado explosivo y, por ende, difícil de manejar.
Los padres siempre queremos lo mejor para nuestros hijos, de eso no hay dudas. Pero a veces perdemos la brújula y terminamos confundiéndolos y atentando contra lo que tendría que ser, en principio, una actividad lúdica de contenido social. Porque los llevamos al club a hacer deporte para eso, ¿no?, ¿O todos tenemos a Messi, Ginóbili o a Luciana Aymar en la habitación de al lado?
Manejar las propias expectativas es vital para no provocar una influencia negativa en el chico. Los mensajes confusos no hacen otra cosa que marear a niños que por un lado escuchan a los mayores pregonar que el deporte es para hacer amigos, mientras que el contenido violento que viene de la tribuna o desde el mismísimo banco de suplentes contribuyen a hacerle flor de lío en la cabeza.

El Mensaje, sobre todo en los primeros años de vida, debe ser lo más claro posible, porque los chicos no están en condiciones de decodificar la información como los adultos. ¿Qué tal si dejamos a nuestros chicos/as disfrutar del deporte de la manera que ellos deseen?