lunes, 18 de febrero de 2013

Red de Contención

“En los momentos difíciles se ven los pingos”, reza un viejo refrán que, por cierto, tiene mucho de verdad. En los momentos difíciles aparecen los grandes jugadores, los grandes equipos. Pero no se trata de una formula matemática, porque en las relaciones humanas, siempre hay alguna grieta por donde se nos puede escapar algo, y más de una vez, ese “Gran Jugador” que debería aparecer no aparece, o ese supuesto “Gran Equipo” no logra sortear un escollo que a priori no parece tan duro.
¿Entonces? Entonces, la primera recomendación es “no prejuzgar” ni dar por sentado que “Fulanito tiene que aparecer”, por el solo hecho de que es bueno. Sino, ¿cuánto tiempo la Selección Argentina esperó ver en acción al mejor Messi? “La Pulga” no lograba manifestarse en la cancha en toda su expresión como lo hacía en el Barcelona, pero su calidad nunca estuvo en discusión. Messi siempre fue bueno, es el mejor desde hace bastante tiempo, pero no hace tanto que es el líder de juego o el factor desequilibrante que esperaba el país futbolero cuando se ponía la casaca Argentina. Y la culpa, claro, no era de Messi, sino de que no estaban dadas las condiciones en el entorno, para que el jugador pudiera desplegar su magia con la misma soltura y confianza con que lo hacía en su club.
Las emociones siempre juegan su partido, y aprender a manejarlas no siempre es fácil, porque el entorno (compañeros, DT, dirigentes, periodistas, allegados, familia) no siempre juegan como deberían a favor del jugador, y eso termina complicando la faena del individuo que sale a la cancha. Y si a eso le sumamos que en los equipos hay suma de individuos con su mundo detrás, no es muy difícil entender o proyectar por qué algunos Equipos llegan a la meta y otros se quedan en el camino.
Por eso, el gran desafío es tomar el control de las emociones, para evitar que la sorpresa genere impotencia y nos empuje al precipicio en medio del partido / torneo.
La realidad, deportiva o del entorno, muchas veces nos sorprende, y trabajar para evitar o anticipar esa sorpresa termina siendo vital para que el deportista (y obviamente también el Equipo) pueda rendir en su máxima expresión, o al menos cerca de ella.
De allí que resulta tan importante aprender a construir una Red de Contención que sirva para proteger la confianza en si mismo, y en lo que a los planteles respecta, en el compañero y el equipo en general, para que el núcleo del grupo no se dañe ni detenga su funcionamiento.
Si la Red de Contención funciona, los avatares o situaciones negativos que siempre se presentan en el camino, no hacen mella en el jugador / equipo, ya que tiene la entereza necesaria para reconocer que ese avatar no es el fin del mundo, continuando su camino de crecimiento aprendiendo del traspié o la situación complicada que le haya tocado vivir.
Por eso es tan importante trabajar sobre los cimientos del grupo desde su inicio, fijando metas, reglas de convivencia y elaborando anticuerpos que permitan que esa “confianza” esté siempre a resguardo.