Mucho se habla a diario de Líderes y su relación con los grupos que
integran o comandan. Reconocemos Líderes Positivos y Negativos con facilidad,
pero muchas veces confundimos esa positividad o negatividad con situaciones que
están más unidas a las características de personalidad del jugador que a su
función específica dentro del grupo. Y lo cierto es que el concepto de Líder
Positivo no necesariamente debe estar ligado a si el jugador es una buena o
mala persona, o solamente a si tiene ascendencia o liderazgo sobre el grupo,
como se comunica y demás; sino que lo que suele definir a un Líder como
Positivo o Negativo es su grado de compromiso con las metas y objetivos del
Equipo.
Convertir a un jugador con tendencia o condiciones para erigirse en Líder
Negativo en Positivo es tarea del Entrenador, y la herramienta mas importante a
tal efecto no es otra que comprometer o embarcar en su proyecto a todos los
integrantes de su equipo, a partir de establecer objetivos y metas que
promuevan ese anhelado compromiso.
Un jugador comprometido con los intereses del Equipo difícilmente
anteponga sus cuestiones personales por encima de las del Grupo. En definitiva,
de eso se trata, ¿no? De convencer a los jugadores de cuál es nuestro plan,
pero para ello, primero hay que estar convencido, y obviamente, también hay que
tener un plan.
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