¿Cuántas veces
escuchamos refranes, atribuidos a la “sabiduría popular”, y terminamos no
prestándoles la debida atención o, en su defecto, pensando que son cosa de otro
tiempo? El refranero está lleno de frases célebres que, porque suenan antiguas,
graciosas o sencillamente porque no nos detenemos a pensar qué nos quieren
decir, terminan desechadas en nuestra imaginaria Papelera de Reciclaje.
En Argentina, por
ejemplo, dichos camperos como “no por
mucho madrugar se amanece más temprano”, o el conocidísimo “a mal tiempo buena cara”. La lista
podría extenderse varias líneas más, y ni hablar si le agregamos dichos de
países vecinos o de otras partes del mundo. Invariablemente, esos dichos
intentan mostrar que la vida puede ser mucho más simple de lo que nos suele
parecer a nosotros, sobre todo en los momentos de tensión.
¿Cuántas veces
te han dicho “la vida es según el cristal
con que la mires”? Relacionado con esto, a mi me gusta esa que dice que “la vida es 10 por ciento lo que nos sucede,
y el otro 90 por ciento es como interpretamos eso que está sucediendo”, o
algo así. Y ambas aluden a situaciones similares que tienen directa relación
con nuestra manera de enfocar las cosas. Podemos enfocar en positivo o en
negativo, y la elección de cómo lo hacemos depende exclusivamente de nosotros.
En cierta forma, se trata de elegir a que le prestamos atención, y está
comprobado que el cerebro es incapaz de prestar atención a dos estímulos al
mismo tiempo, puede saltar de uno a otro, pero nunca encadenar y atender los
dos al mismo tiempo.
Vivimos
saturados de información y estímulos: computadoras, teléfonos inteligentes,
mails, redes sociales, pero atendemos solo aquello en lo que ponemos el foco,
aquello en lo que ponemos nuestra atención. A mis pacientes siempre les cuento
la historia del auto verde, en la que les confieso que compré un auto de ese
color convenido que era muy original, hasta que una vez que salí del
concesionario con mi flamante adquisición, empecé a ver autos verdes iguales al
mío en todas las esquinas. ¿Magia? ¿Casualidad? No, sencillamente, hasta ese
momento no los veía, o no les prestaba atención, y vaya si había (y hay) autos
verdes como ese. Por eso decimos que la atención es selectiva. Nos llegan
cientos de estímulos, pero nosotros decidimos a que le prestamos atención.
Con los estados
de ánimo (alegría, tristeza, miedo, ansiedad) pasa algo parecido, porque están
relacionados directamente con la manera que tenemos de contemplar y valorar el
entorno. Hay gente que, ante una situación determinada, inconscientemente
reconoce primero el costado negativo de eso que le toca vivir, lo cual en
cierta forma termina condicionándola negativamente o provocándole sensaciones
negativas que, en muchos casos, no le dejan ver el costado positivo de dicha
situación.
Por eso es tan
importante entrenar la capacidad de ver el “Lado Positivo” de las cosas que nos
pasan, ya que así como lo negativo nos pone mal, las cosas lindas y positivas
de la vida nos generan sensaciones agradables que nos predisponen bien. Las
personas felices suelen tener puesto su foco en lo positivo, en lo que suma, y
suelen estar predispuestos para que las cosas les salgan bien. Alguna vez
bautizaron a Martín Palermo como “optimista del gol”, y esa cualidad de
optimista o de salir a la cancha esperando romperla o ganar es clave en el
deporte para conseguir resultados positivos.
La mirada
positiva es la que te permite disfrutar de los pequeños detalles de la vida
(una sonrisa, un gesto de amor, cariño o solidaridad, un halago, tomar algo con
un amigo, mirar una película o un partido en tu sillón favorito, prepararse
unos ricos mates, etc.); y en el deporte pasa lo mismo. Los pequeños detalles
son vitales, sobre todo en esta época en la que el individualismo atenta contra
el armado de los grupos y contra la capacidad de lectura de juego de muchos
deportistas, que terminan anteponiendo su actuación personal (su gol, sus
puntos) a otro tipo de situaciones. La suma de acciones positivas termina
haciendo grandes deportistas y grandes equipos, y aprender a disfrutarlas
contribuye enormemente a la construcción de ese estado de felicidad que
potencia al jugador.
Los grandes acontecimientos
se dan cada tanto, y hay quienes se pasan la vida esperándolos, y lo peor es
que sufren durante el camino. Disfrutar ese camino o proceso es lo que permite
potenciar capacidades y talentos; crecer y, sobre todo, tener mayores chances
de jugar bien. En definitiva, si tu mira apunta solo a disfrutar a festejar los
hitos o grandes acontecimientos, el camino pasará desapercibido, cuando en
realidad, celebrar y disfrutar los pequeños acontecimientos de cada día opera
como retroalimentación positiva. Y siempre es mejor salir a la ruta con el
tanque lleno de combustible, ¿no?
¿Cuál es tu manera de mirar
la vida o los acontecimientos que te toca vivir? ¿Enfocás primero el Lado
Positivo o el Lado Negativo? Conocerse
es el primer paso para conseguir cambios. Qué nada ni nadie te impida
salir a la cancha con optimismo y ganas de disfrutar de lo que hacés.
2 comentarios:
Creo que la psicología se esta metiendo en el deporte y me parece muy bien que lo haga ya que es importante mejorar en diversos aspectos del deporte. A mi el tiempo se me pasa haciendo muchos ejercicios de matematica y en el ultimo tiempo veo de aprender calculo diferencial
Enhorabuena. Abrazo.
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