miércoles, 18 de septiembre de 2013

Ser Jugador

Uno de los grandes problemas que tienen los deportistas en desarrollo es, precisamente, que nadie los considere "en desarrollo", y se pretenda o se los juzgue como jugadores hechos y derechos. Padres o familiares que los evalúan como si fueran profesionales a edades tempranas, y Entrenadores creídos que la exigencia sin medida es la mejor receta para el crecimiento, son dos de las poderosas razones que llevan a los chicos a creer que son "jugadores de..." a los 13, 15 o 17 años, en lugar de "estudiantes o aprendices del deporte que aman".
Basta preguntarle a los chicos de esa edad “¿Qué sos?” y, si se les habla del secundario, dirán “estudiante”, pero cuando se les pregunta por el deporte que practican, dirán “jugador de…”. En un plano – el estudio – se reconocen en formación; pero en el otro se sienten y exigen como si fueran profesionales o jugadores de primera, y eso es lo que, en primera medida, empieza a matar el amor al juego y la soltura, y luego comienza a cargar la mochila de presiones que terminan atentando contra el normal desarrollo del novel deportista.
Si a eso le sumamos el poder de la imagen y la sobre estimulación informativa a que nos someten Internet y los medios de comunicación, podemos cantar “Bingo” en el camino hacia la saturación temprana.
La necesidad de responder a las exigencias del medio hace que los chicos a veces pongan el foco en lugares equivocados, y así se los ve mas preocupados por copiar a sus ídolos en gestos, movimientos o detalles tontos, que en tomar los valores que en algunos casos han hecho grandes a esos deportistas. Y esa búsqueda desesperada por copiar o asimilar a cualquier costo algún movimiento terminan atentando contra su Foco y, fundamentalmente, contra su verdadera Esencia, contra lo que ellos podrían llegar a ser algún día.
Por eso es tan importante que estén en manos de verdaderos Formadores, que alejados de las presiones, les enseñen a buscarse a si mismos, antes de convertirse en maquinas de copiar sin sustento real.
Pero claro, en una sociedad deportiva signada por el exitismo, no son los chicos los únicos “presionados”, ya que en muchos casos, la necesidad económica o de progreso pone a los DT en situaciones complejas, que también los hace perder el Eje en su labor formativa. Entonces nos encontramos con entrenadores de inferiores zapateando y vociferando en el banco de suplentes, apremiados por un resultado, en lugar de estar poniendo su energía en formar a los chicos en el disfrute y el aprendizaje, colocando la mira en el proceso y no en el resultado.
¿Dónde arranca esta historia? Como en toda estructura vertical, en la parte de arriba de la pirámide. Los chicos NUNCA tienen la culpa. Los padres los educan, los profes los ponen en la cancha y los dirigentes son los que bajan línea a sus entrenadores. Se habla mucho de la necesidad de desdramatizar el deporte, pero basta a veces mirar un partido de inferiores (de cualquier deporte y categoría) para darse cuenta que la línea de mensajes contradictorios empieza bien temprano. Por eso es tan importante cambiar el Eje formativo, y eso es tarea de dirigentes, entrenadores y padres. Si queremos mejores deportistas, tenemos que invertir tiempo y recursos en darles valores. En los clubes, por una cuestión de tiempo e instalaciones cada vez se entrena menos tiempo, pero la solución no está solamente en darles más tiempo con la pelota, sino en ver que hay detrás de cada personita, y empezar a tratarlos mejor para que puedan disfrutar a pleno de la actividad deportiva. Solo eso garantizará mejores resultados…

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