Basta preguntarle a los chicos de esa edad “¿Qué sos?”
y, si se les habla del secundario, dirán “estudiante”, pero cuando se les
pregunta por el deporte que practican, dirán “jugador de…”. En un plano – el
estudio – se reconocen en formación; pero en el otro se sienten y exigen como
si fueran profesionales o jugadores de primera, y eso es lo que, en primera
medida, empieza a matar el amor al juego y la soltura, y luego comienza a
cargar la mochila de presiones que terminan atentando contra el normal
desarrollo del novel deportista.
Si a eso le sumamos el poder de la imagen y la
sobre estimulación informativa a que nos someten Internet y los medios de
comunicación, podemos cantar “Bingo” en el camino hacia la saturación temprana.
La necesidad de responder a las exigencias del medio
hace que los chicos a veces pongan el foco en lugares equivocados, y así se los
ve mas preocupados por copiar a sus ídolos en gestos, movimientos o detalles
tontos, que en tomar los valores que en algunos casos han hecho grandes a esos
deportistas. Y esa búsqueda desesperada por copiar o asimilar a cualquier costo
algún movimiento terminan atentando contra su Foco y, fundamentalmente, contra su
verdadera Esencia, contra lo que ellos podrían llegar a ser algún día.
Por eso es tan importante que estén en manos de
verdaderos Formadores, que alejados de las presiones, les enseñen a buscarse a
si mismos, antes de convertirse en maquinas de copiar sin sustento real.
Pero claro, en una sociedad deportiva signada por el
exitismo, no son los chicos los únicos “presionados”, ya que en muchos casos,
la necesidad económica o de progreso pone a los DT en situaciones complejas,
que también los hace perder el Eje en su labor formativa. Entonces nos
encontramos con entrenadores de inferiores zapateando y vociferando en el banco
de suplentes, apremiados por un resultado, en lugar de estar poniendo su
energía en formar a los chicos en el disfrute y el aprendizaje, colocando la
mira en el proceso y no en el resultado.
¿Dónde arranca esta historia? Como en toda estructura
vertical, en la parte de arriba de la pirámide. Los chicos NUNCA tienen la culpa. Los padres los educan, los profes
los ponen en la cancha y los dirigentes son los que bajan línea a sus
entrenadores. Se habla mucho de la necesidad de desdramatizar el deporte, pero
basta a veces mirar un partido de inferiores (de cualquier deporte y categoría)
para darse cuenta que la línea de mensajes contradictorios empieza bien
temprano. Por eso es tan importante cambiar el Eje formativo, y eso es tarea de
dirigentes, entrenadores y padres. Si queremos mejores deportistas, tenemos que
invertir tiempo y recursos en darles valores. En los clubes, por una cuestión
de tiempo e instalaciones cada vez se entrena menos tiempo, pero la solución no
está solamente en darles más tiempo con la pelota, sino en ver que hay detrás
de cada personita, y empezar a tratarlos mejor para que puedan disfrutar a
pleno de la actividad deportiva. Solo eso garantizará mejores resultados…
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