Cuenta Daniel Goleman en su best seller “Inteligencia Emocional”, el caso de un jefe autoritario y dominante que tenía atemorizados a todos sus subordinados, hecho que tal vez no hubiera tenido mayor trascendencia si su trabajo se hubiera desempeñado en una oficina o en una fábrica. Pero el caso es que este buen señor era piloto de avión. Un día de 1978, su avión se estaba aproximando al aeropuerto de Portland, cuando de pronto se dio cuenta de que tenía problemas con el tren de aterrizaje. Ante aquella situación, el piloto comenzó a dar vueltas en torno a la pista de aterrizaje, perdiendo un tiempo precioso mientras trataba de solucionar el problema. Tanto se obsesionó que consumió todo el combustible del depósito mientras los copilotos, temerosos de su ira, permanecieron en silencio hasta el último momento. El avión terminó estrellándose y en el accidente murieron diez personas. Hoy en día, la historia de este accidente constituye uno de los ejemplos que se estudia en los programas de entrenamiento de los pilotos de aviación, en los que se hace hincapié en que la causa del 80% de los accidentes de aviación radica en errores del piloto, errores que, en muchos de los casos, podrían haberse evitado si la tripulación hubiera Trabajado en Equipo. Por eso, en la actualidad, el entrenamiento de los pilotos de aviación no sólo gira en torno a la competencia técnica sino que también presta atención a los rudimentos mismos de la inteligencia social (la importancia del trabajo en equipo, la apertura de vías de comunicación, la colaboración, la escucha y el diálogo interno con uno mismo).
Bien, hasta aquí Goleman y su ejemplo del piloto autoritario. Bajemos unos cuantos escalones y miremos para adentro de los Equipos Deportivos. ¿Cuántas veces un Equipo se cae o no alcanza el rendimiento que su potencial invita a suponer, por la falta de capacidad de su Líder (Entrenador) para fomentar el Juego en Equipo y el Compromiso real y sincero de sus integrantes con las metas u objetivos comunes?
Armar un Equipo tiene su Ciencia. La vida organizacional ha crecido mucho en todo lo que tiene que ver con el cuidado de los Recursos Humanos, se habla y trabaja mucho sobre la Selección de Personal y se trabaja sobre la integración grupal y el fortalecimiento de sus Líderes (Jefes, Gerentes) a través de cursos y seminarios de management, liderazgo, trabajo en equipo y demás.
¿Por qué entonces los Equipos Deportivos se siguen armando, muchas veces, a los tumbos, sin una metodología clara que apunte al factor humano? ¿Qué es lo que lleva a Entrenadores y Dirigentes a dejar de lado que, debajo de la camiseta, hay una persona?
Muchos Dirigentes llegan a sus clubes avalados por un curriculum importante en su vida profesional, pero luego, a la hora de elegir o fichar un entrenador, un jugador o de armar la estructura que sostendrá a su equipo en la temporada, se manejan con la pasión como guía, llegando a hacer en el club todas las macanas que no hacen en sus empresas, en las que ponen todo su profesionalismo y frialdad al servicio del resultado.
¿Por qué no
invertir en el “Equipo que está detrás del Equipo”?
El liderazgo no tiene que ver con el control de los demás sino con
el arte de persuadirlos para colaborar en la construcción de un objetivo común.
¿Cuántos dirigentes o entrenadores se preparan a conciencia para
liderar sus equipos?
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