Pero, ¿qué pasa cuando, por alguna razón, el funcionamiento
se resiente, los “grandes o lo que fuera” no rinden en la medida de lo esperado
y los resultados no se dan? La Psicología y, más aún, la dinámica de este tipo
de grupos, no son una ciencia exacta, pero más de una vez nos encontramos con
un equipo que, al perder sus puntos de referencia, pierde la brújula dentro de
la cancha y empieza a fallar en los momentos críticos, precisamente, porque los
“grandes, reconocidos o mejor pagos”, que son quienes supuestamente tienen que
hacerse cargo de esos trances, no toman las mejores decisiones.
Inmediatamente, los opinadores de turno, tirarán frases como
“es un pecho frío, no puede fallar en un
momento así”, “con lo que gana este muchacho”, “¿qué le pasa, le tiembla el
pulso cuando tiene que liquidar el partido?”, etc, etc…
Sentencias que, aunque no lleguen a oídos de los “grandes,
reconocidos o mejor pagos”, están ahí, flotando en el ambiente, y empiezan a
generar el efecto bola de nieve, que desencadena que: el jugador que está o se
siente presionado, se propone tomar la próxima última pelota, pero cuando la
tiene vuelve a sentir todo el peso del equipo sobre sus hombros y vuelve a
fallar, vuelve a escuchar los murmullos (que a veces son insultos, silbidos y
demás), su propio autoreproche, los retos de su entrenador, las caras de
preocupación de sus compañeros, la queja de algún dirigente y tantas otras
cosas más… Así, hasta que le llegue el momento de volver a tener una nueva última
bola, en la que el peso acumulado seguramente volverá a jugarle en contra.
Piense… Situaciones como estas se dan a diario en equipos de
todos los deportes.
A veces, las menos, el “grande, reconocido o mejor pago”
tiene la suerte de acertar una de esas pelotas decisivas, y el efecto sanador
del acierto le quita mágicamente el peso de los hombros, por lo que todo vuelve
a la normalidad, porque el grupo vuelve a asentarse sobre sus basamentos
naturales. Pero en la mayoría de los casos, no hay acierto salvador ni sanador,
y la bola de nieve se hace más y más grande.
Y ahí los opinólogos apuntan hacia otro lado, pasándole la
pelota al entrenador, que a veces tampoco puede desentrañar por donde tiene que
empezar a desarmar la bola de nieve.
Respuestas, seguramente, habrá tantas como grupos y
situaciones tengamos delante, pero a la hora de buscar una herramienta para
implementar ante la mayoría de las “bolas de nieve”, una de las claves pasa por
realizar un nuevo “Reparto de Responsabilidades”.
Está claro que al “grande” le está pesando decidir, pero tal
vez ese peso o falta de energía tenga que ver con que tiene que hacer demasiado
desgaste a lo largo del partido, tomando más decisiones en su afán por cargarse
el equipo al hombro, y desgastándose más de lo necesario, lo que lo hace llegar
al momento crítico sin las fuerzas ni la claridad necesarias para enfrentar ni
más ni menos que “su” responsabilidad.
“Reparto de Responsabilidades”. Suena raro, pero no es tan
difícil. Los “grandes, reconocidos o mejor pagos” están para poner ese plus por
el cual se los llegó a considerar “grandes, reconocidos o mejor pagos”, pero
cuando se trata de juego de equipo, es vital darle posibilidades de crecer y
asumir responsabilidades a todos los actores, en todos los ítems que rodean a
la vida del grupo (entrenamiento, convivencia, partidos, etc); porque sino, el
peso se reparte mal, unos cargan demasiado y otros muy poco. El que carga poco
se acostumbra a que su aporte no sea vital, y el que carga mucho a la larga se
cansa y se satura.
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