martes, 24 de diciembre de 2013
lunes, 23 de diciembre de 2013
Salud Campeón
El trabajo del Psicólogo Deportivo no suele ni debería medirse con la vara de los resultados. El mundo del deporte es así de ingrato, sobre todo para los Entrenadores, que se ven sometidos a presiones que, en muchos casos, los desbordan y los sacan de su Eje.
En ese marco, buscar apoyo y capacitación es importantísimo, sobre todo en aquellos temas que no suelen estar en el orden del día en las clínicas y cursos. Invertir en la búsqueda de apoyo y capacitación siempre da frutos, pero no necesariamente resultados visibles en las tablas de posiciones, porque en todos los torneos suele haber un solo ganador.

Juan Ferreira es uno de los tantos Entrenadores que apostó por el apoyo y la capacitación, y los resultados no le dieron la espalda a su querido Berazategui: Subcampeón Metropolitano y Campeón en la Liga Nacional femenina 2013.
Desde lo personal, da gusto trabajar con gente como el "Gallego": un tipo de convicciones firmes en lo deportivo, pero terriblemente abierto en lo humano, y tal vez allí estuvo una de las claves de una temporada en la cual no bajó del segundo puesto con un Equipo que, a principio de año, más de uno miraba de reojo ante la falta de nombres rutilantes.
A lo largo de esta temporada, Juan salió airoso a la hora de trabajar sobre varias de las frases que tanto complican cuando se trata de formar un Equipo: "Esto es lo estoy buscando", cuando estás en la búsqueda para armar el plantel; "Esto es lo que hay", cuando ya está cerrada la plantilla, tenés que una temporada por delante y encarás la tarea de enamorarte sanamente de tus jugadores; y "vamos hacia allá", cuando el Líder es el encargado de marcar el camino.
Recuerdo que en sus primeras sesiones de trabajo, allá por marzo, Juan me dijo: "Quiero salir campeón", y confieso que lo único que me invitaba a creer que podía ser posible eran su convicción de que podía conseguirlo y su enorme deseo de lograrlo.
Convicción, Deseo y obviamente Capacidad; tres condimentos indispensables en la ensalada del éxito que todo buen Líder debe sazonar con una buena dosis de Paciencia.
A Berazategui le tomó tres finales coronarse Campeón: Subcampeón en el Metro Apertura y en el Clausura, logró recién subirse al primer escalón del podio en la Liga Nacional.
Convicción, Deseo, Capacidad, Paciencia. Las tuvo el "Gallego" y con ellas llegaron los éxitos.
lunes, 16 de diciembre de 2013
¿Te Lesionaste? Andá al Psicólogo...
La medicina moderna le está dando cada vez más valor
al estado anímico en los procesos de recuperación de enfermedades y lesiones.
El espíritu positivo termina siendo, en la mayoría de los casos, decisivo, por
lo que descuidar la “Cabeza” en estos trances puede ser determinante para
achicar o alargar los tiempos de convalecencia o rehabilitación; y, sabemos, en
el deporte híper competitivo de estos tiempos si algo no sobra es tiempo, ¿no?
El espectro es tan amplio que en él encontramos
recuperaciones mágicas (como la vuelta de Martín Palermo tras la rotura de
ligamento cruzado) y deportistas que tardan muchísimo más de la cuenta en
volver, u otros que ni siquiera logran hacerlo condiciones ideales.
¿La diferencia? No hay una, sino muchas, habida cuenta
que no hay dos personas ni dos físicos iguales. Arrancamos obviamente por las
condiciones en las que se de esa recuperación (el cuerpo médico que apoye y la
dirija, sin ir mas lejos); y terminamos (¿o empezamos?) en la “cabeza”, ya que
allí se van a gestar dos factores claves para que la recuperación llegue a buen
puerto: 1) el Espíritu Positivo y 2) el Orden y la Disciplina con que vayas a
encarar el trabajo de rehabilitación.
De ahí la alusión del título… “anda al psicólogo”.
La “cabeza”, aunque parezca mentira, sigue siendo dejada de lado en la mayoría
de los cuerpos técnicos de los equipos deportivos en la Argentina. Los
psicólogos no abundan en los planteles ni en los clubes, por lo que
generalmente, este tipo de ayuda debe buscarla el jugador por su cuenta, y lo
cierto es que no todos acuden al psicólogo en este tipo de trances.
¿Por qué el Psicólogo? Y, básicamente para contener y
trabajar sobre el mencionado “espíritu positivo”. Algunos lo traen de fábrica,
pero otros necesitan de alguien dándole permanentemente al “inflador anímico”
para no caerse.
Los deportistas trabajan con su cuerpo, por lo que una
lesión lo primero que provoca (además del dolor físico) es una profunda
angustia, y desde ese estado se suele hacer difícil pensar, y pensar es clave
para poder hacer correctamente “los deberes” en el proceso de recuperación para
ayudar a adelantar la vuelta.
No todos los deportistas (sean o no de alta
competencia) tienen un cuerpo médico top detrás suyo. Y aún aquellos que lo
tienen, muchas veces deben debatirse entre las angustias e intereses de su
entorno, que seguramente con la mejor onda, más de una vez terminan colaborando
para que aumenten la preocupación y el temor, en lugar del tan necesario
optimismo. El deportista se ve sometido, sin quererlo, a opiniones de todo tipo
y color, algunas encontradas en cuanto a su filosofía y contenido. Todos, en su
afán de ayudar seguramente, aportan su “sabiduría”, que en algunos casos puede
ir en contra de lo que opina el cuerpo médico que está a la cabeza de la
recuperación, y allí empiezan los cortocircuitos que llevan a la angustia y que
empujan a la búsqueda de soluciones mágicas, que solo contribuyen a confundir
más y más. Allí entra a jugar a veces el “en Internet encontré que…”, que más
de una vez promueve la hipocondría. Entonces, el deportista entra en crisis y
la recuperación se torna más lenta, alargando los tiempos considerablemente.
La contracara de esto la da un deportista que, a
partir de un buen proceso de contención, puede pensar y tomar decisiones con
claridad para encarar un proceso de rehabilitación con todas las pilas, de
manera activa, sintiéndose protagonista de la recuperación, al participar de él
con actividades sencillas en la vida cotidiana, agregándole ejercitaciones,
alimentación y terapias caseras (indicadas por los médicos que estén a cargo de
la recuperación, como ponerse hielo con cierta periodicidad, por citar un
ejemplo tonto); que obviamente sumarán su granito de arena a las sesiones de
kinesiología y trabajos físicos oportunamente ordenados por los facultativos
que comandan el proceso.
Ocupar la cabeza, sentirse protagonista de la
recuperación, es importantísimo para que esos tiempos muertos que quedan entre
sesión y sesión de trabajo con médicos, kinesiólogos y P.F., estén ocupados en
tareas que, además de colaborar en el proceso (hielo, ejercicios, etc.), sirvan
para tener ocupada la cabeza, que así no quedará a merced de esos aportes y
consejos de buena voluntad que solo ayudan a que la persona maquine
innecesariamente generando dudas y angustias que solo entorpecerán la cosa.
Manejar el Proceso de Contención, por ello, es clave,
incluso en los clubes que cuentan con un cuerpo médico full time, ya que por
imperio de las circunstancias, se da que a veces los médicos no tengan tiempo o
tacto necesario para contener y calmar las angustias del deportista.
La “Cabeza”, por ello, es clave también en el proceso
de recuperación de lesiones, que desde lo psicológico arranca por:
- Contención y Descarga (drenaje de la angustia que provoca la lesión)
- Toma de Decisiones (optar por la terapia a utilizar)
- Participación Activa (sentirse protagonista de la recuperación)
- Trabajar los Miedos (eliminar el temor a volver a lesionarse)
- Preparar la Vuelta a la competencia
- Contención y Descarga (drenaje de la angustia que provoca la lesión)
- Toma de Decisiones (optar por la terapia a utilizar)
- Participación Activa (sentirse protagonista de la recuperación)
- Trabajar los Miedos (eliminar el temor a volver a lesionarse)
- Preparar la Vuelta a la competencia
Tener un buen Cuerpo Médico es importantísimo. Pero
descuidar la cabeza puede tirar todo por tierra. ¿Por qué cuesta tanto darle su
lugar al Psicólogo entonces?
lunes, 2 de diciembre de 2013
En La Formación Las Prisas No Son Buenas
Siempre que hay algo bueno en la red, me gusta compartirlo en este espacio. Suelo hablar mucho acerca del valor de educar bien deportivamente, habida cuenta que las presiones son cada vez mayores y ya han llegado (increíblemente) al mundo de las divisiones formativas. Y este artículo de "La Soledad del Entrenador", si bien apuntado exclusivamente al fútbol, refleja valores y situaciones que vemos a diario en las canchas de inferiores de todos los deportes. La nota:
En el fútbol, hoy se está negando a muchos pequeños el derecho y el placer de jugar, en virtud de no se sabe muy bien qué rigor científico, por el cual se busca acelerar la preparación de estas criaturas para el alto rendimiento. Se pretende desligar su preparación deportiva de cualquier responsabilidad educativa, pero tal especulación es, cuando menos, gratuita:
• como si el juego fuera una pérdida de tiempo.
• como si prepararse para el fútbol fuera una condena, y su disfrute estuviera bajo sospecha.
• como si la formación integral del menor fuera incompatible con la preparación para el deporte de competición.
Se sostiene que la actividad recreativa está muy bien, pero que entrenar para la competición es otra cosa bien distinta que exige maniobrar a destajo desde pequeñitos. Y con tal despropósito, se lleva a cabo un experimento con menores, de resultado, como poco, incierto: establecer a estas edades una supuesta incompatibilidad en el deporte entre actividad recreativa y competitiva, es una alternativa muy poco razonable.
Los ritmos de crecimiento ni son regulares, ni se dan en todos por igual. Quienes primero destacan no suelen evolucionar del modo que se espera de ellos. Las vueltas que da todo proceso de maduración, el exceso de atención que se dedica a los más adelantados, las responsabilidades que se echan sobre sus espaldas, y la aceleración de su crecimiento les lleva a quemar de manera vertiginosa etapas decisivas de su vida. Tanto trajín es mucho más de lo que la mayoría puede soportar, de manera que son muchos los que cuelgan las botas al poco de empezar.
A estas edades, aumentar la intensidad de los entrenamientos y precipitarse con exigencias de resultados, no garantiza mejoras significativas en el rendimiento futuro. Por el contrario, cada vez son más las evidencias de que el sobre entrenamiento, y los excesos de solicitación en el niño producen un efecto bumerán: la pérdida de interés y el abandono. La naturaleza ha sido tan sabia que ha hecho al niño, niño antes que hombre; pretender apurar su formación implica sacar frutos secos, sin jugo ni sabor ¿Pero saben esto todos quienes manejan niños? No, categóricamente, no.
Es cierto que en otros deportes desciende notablemente la edad del máximo rendimiento, al igual que la selección precoz, y el entrenamiento intensivo de los niños y niñas más aventajados. Pero las exigencias son distintas en cada modalidad deportiva: no es lo mismo prepararles para el fútbol que hacer lo propio en otro deporte individual como la gimnasia rítmica –de requisitos físicos muy concretos– cuya actuación se puede programar de forma sistemática, con carácter previo.
Hay que animarles para que se superen, centrando su atención en metas posibles a la vez que suficientemente atractivas. Así haremos coincidir su maduración futbolística con su propio desarrollo físico y mental, jugarán más motivados, y aprenderán más fácil.
Muchas estrellas empezaron a jugar al fútbol en plena adolescencia: Gaizka Mendieta iba para atleta y no empezó a correr detrás de un balón antes de los 15 años. Batistuta, a quien llamaban El Gordo por un ligero sobrepeso, se hizo esperar hasta los dieciocho años. A Rivaldo le decían Pata de Palo en la categoría juvenil. Se mire por donde se mire, la experiencia es un libro abierto donde saltan a la vista muchísimas promesas que destacaban en las categorías inferiores, y se perdieron en el anonimato antes de ver cumplidos sus sueños.
Mientras en otros deportes individuales como el atletismo existen retratos casi perfectamente delimitados que permiten reconocer a la legua la estampa de un campeón, no ocurre lo mismo en el fútbol. Aunque algunos clubes siguen coleccionando jugadores por su tamaño, es fácil encontrar auténticos fenómenos que no darían la talla para quienes priman la madurez en su desarrollo biológico. Y si no, que se lo pregunten a Cruyff o a Maradona.
• ¿Acaso no son cada vez más excepcionales los jugadores que el fútbol profesional busca en cualquier lugar del mundo?
• ¿No es cierto que ninguno de todos estos niños tan prometedores que destacan en sus equipos de barrio llegará a lo más alto del fútbol? o, para decirlo mejor : será una excepción aquel que consiga llegar a la élite del fútbol. El caso de Argentina es paradigmático: hasta dos millones de fichas de jugadores, y son menos de cincuenta los privilegiados que exhiben la grandeza de su fútbol por todo el mundo.
• ¿Y los demás? ¿es que no merecen una oportunidad? ¿no son el buen trato y una experiencia de calidad los que pueden llevarles tan bien y tan lejos como quieran y/o puedan?
• Y por último ¿a estas edades quién es el listo que es capaz de vaticinar lo que pueden dar de sí estas criaturas?¿quizá aquellos que no ven sino los defectos, y tienen un ojo de lince para descubrir a quienes saltan a la vista, porque maduran antes que los demás?
Parafraseando el conocido aforismo; el talento futbolístico se hace de fuerza y velocidad física, pero sobre todo de rapidez mental. De Menotti cuando era jugador, se cuenta que un día le dijo su entrenador :
– Ché flaco, corré
Y Menotti contestó:
– Ah, encima de pensar ¿querés que corra?
Eran otros tiempos, y otras circunstancias. Anécdotas aparte, no se pretende ignorar la importancia cada vez mayor de la preparación física en el deporte. Sin embargo, conviene recordar que el fútbol es un deporte que se juega de la cabeza a los pies.Aquí interviene otro aspecto no menos relevante, habida cuenta del aumento de la presión competitiva: ese carácter especial, mezcla de curiosidad y empeño para esforzarse en mejorar cada día, afrontando con buen ánimo un recorrido tan largo, de muchas vueltas.
Hasta hace bien poco, el talento deportivo se consideraba una especie de don que se tenía o no había nada que hacer: el jugador nace, no se hace.
En los últimos años, sin embargo, pasa por ser un concepto dinámico, más relacionado con el desarrollo de la destreza en el deporte. E. Hahn ha investigado la detección de talentos y su preparación desde edades tempranas: es una aptitud acentuada en una dirección, superando la media normal, que aún no está del todo desarrollada. El mismo autor concluye que el talento es la disposición por encima de lo normal, de poder y querer realizar unos rendimientos elevados en el campo del deporte En otras palabras, una extraordinaria voluntad de superación que han tenido que desplegar, especialmente, aquellos a quienes no se les ha dado todo hecho y han puesto a prueba su instinto de supervivencia, luchando contra viento y marea. Jugadores que, si quieren hacerse un hueco, tienen que afilar el ingenio para pensar más rápido, y andar más listos que los demás, desarrollando un espíritu de sacrificio muy por encima de lo normal.
Johan Cruyff lo sabe muy bien: Siendo todavía niño, desarrollé en los entrenamientos la técnica para poder explotar mi juego y superar cierta inferioridad física respecto a jugadores más corpulentos, sí, pero también más lentos. Lo cual no quiere decir que entrenara más, sino que aprovechaba mejor los entrenamientos.
Siempre he pensado que cada desventaja tiene sus ventajas. Si soy pequeño, tengo que ser más espabilado. Si no soy fuerte, tengo que ser más listo; no me queda otro remedio.
En el fútbol, hoy se está negando a muchos pequeños el derecho y el placer de jugar, en virtud de no se sabe muy bien qué rigor científico, por el cual se busca acelerar la preparación de estas criaturas para el alto rendimiento. Se pretende desligar su preparación deportiva de cualquier responsabilidad educativa, pero tal especulación es, cuando menos, gratuita:
• como si el juego fuera una pérdida de tiempo.
• como si prepararse para el fútbol fuera una condena, y su disfrute estuviera bajo sospecha.
• como si la formación integral del menor fuera incompatible con la preparación para el deporte de competición.

Los ritmos de crecimiento ni son regulares, ni se dan en todos por igual. Quienes primero destacan no suelen evolucionar del modo que se espera de ellos. Las vueltas que da todo proceso de maduración, el exceso de atención que se dedica a los más adelantados, las responsabilidades que se echan sobre sus espaldas, y la aceleración de su crecimiento les lleva a quemar de manera vertiginosa etapas decisivas de su vida. Tanto trajín es mucho más de lo que la mayoría puede soportar, de manera que son muchos los que cuelgan las botas al poco de empezar.
A estas edades, aumentar la intensidad de los entrenamientos y precipitarse con exigencias de resultados, no garantiza mejoras significativas en el rendimiento futuro. Por el contrario, cada vez son más las evidencias de que el sobre entrenamiento, y los excesos de solicitación en el niño producen un efecto bumerán: la pérdida de interés y el abandono. La naturaleza ha sido tan sabia que ha hecho al niño, niño antes que hombre; pretender apurar su formación implica sacar frutos secos, sin jugo ni sabor ¿Pero saben esto todos quienes manejan niños? No, categóricamente, no.
Es cierto que en otros deportes desciende notablemente la edad del máximo rendimiento, al igual que la selección precoz, y el entrenamiento intensivo de los niños y niñas más aventajados. Pero las exigencias son distintas en cada modalidad deportiva: no es lo mismo prepararles para el fútbol que hacer lo propio en otro deporte individual como la gimnasia rítmica –de requisitos físicos muy concretos– cuya actuación se puede programar de forma sistemática, con carácter previo.
Hay que animarles para que se superen, centrando su atención en metas posibles a la vez que suficientemente atractivas. Así haremos coincidir su maduración futbolística con su propio desarrollo físico y mental, jugarán más motivados, y aprenderán más fácil.
Muchas estrellas empezaron a jugar al fútbol en plena adolescencia: Gaizka Mendieta iba para atleta y no empezó a correr detrás de un balón antes de los 15 años. Batistuta, a quien llamaban El Gordo por un ligero sobrepeso, se hizo esperar hasta los dieciocho años. A Rivaldo le decían Pata de Palo en la categoría juvenil. Se mire por donde se mire, la experiencia es un libro abierto donde saltan a la vista muchísimas promesas que destacaban en las categorías inferiores, y se perdieron en el anonimato antes de ver cumplidos sus sueños.
Mientras en otros deportes individuales como el atletismo existen retratos casi perfectamente delimitados que permiten reconocer a la legua la estampa de un campeón, no ocurre lo mismo en el fútbol. Aunque algunos clubes siguen coleccionando jugadores por su tamaño, es fácil encontrar auténticos fenómenos que no darían la talla para quienes priman la madurez en su desarrollo biológico. Y si no, que se lo pregunten a Cruyff o a Maradona.
• ¿Acaso no son cada vez más excepcionales los jugadores que el fútbol profesional busca en cualquier lugar del mundo?
• ¿No es cierto que ninguno de todos estos niños tan prometedores que destacan en sus equipos de barrio llegará a lo más alto del fútbol? o, para decirlo mejor : será una excepción aquel que consiga llegar a la élite del fútbol. El caso de Argentina es paradigmático: hasta dos millones de fichas de jugadores, y son menos de cincuenta los privilegiados que exhiben la grandeza de su fútbol por todo el mundo.
• ¿Y los demás? ¿es que no merecen una oportunidad? ¿no son el buen trato y una experiencia de calidad los que pueden llevarles tan bien y tan lejos como quieran y/o puedan?
• Y por último ¿a estas edades quién es el listo que es capaz de vaticinar lo que pueden dar de sí estas criaturas?¿quizá aquellos que no ven sino los defectos, y tienen un ojo de lince para descubrir a quienes saltan a la vista, porque maduran antes que los demás?
Parafraseando el conocido aforismo; el talento futbolístico se hace de fuerza y velocidad física, pero sobre todo de rapidez mental. De Menotti cuando era jugador, se cuenta que un día le dijo su entrenador :
– Ché flaco, corré
Y Menotti contestó:
– Ah, encima de pensar ¿querés que corra?
Eran otros tiempos, y otras circunstancias. Anécdotas aparte, no se pretende ignorar la importancia cada vez mayor de la preparación física en el deporte. Sin embargo, conviene recordar que el fútbol es un deporte que se juega de la cabeza a los pies.Aquí interviene otro aspecto no menos relevante, habida cuenta del aumento de la presión competitiva: ese carácter especial, mezcla de curiosidad y empeño para esforzarse en mejorar cada día, afrontando con buen ánimo un recorrido tan largo, de muchas vueltas.
Hasta hace bien poco, el talento deportivo se consideraba una especie de don que se tenía o no había nada que hacer: el jugador nace, no se hace.
En los últimos años, sin embargo, pasa por ser un concepto dinámico, más relacionado con el desarrollo de la destreza en el deporte. E. Hahn ha investigado la detección de talentos y su preparación desde edades tempranas: es una aptitud acentuada en una dirección, superando la media normal, que aún no está del todo desarrollada. El mismo autor concluye que el talento es la disposición por encima de lo normal, de poder y querer realizar unos rendimientos elevados en el campo del deporte En otras palabras, una extraordinaria voluntad de superación que han tenido que desplegar, especialmente, aquellos a quienes no se les ha dado todo hecho y han puesto a prueba su instinto de supervivencia, luchando contra viento y marea. Jugadores que, si quieren hacerse un hueco, tienen que afilar el ingenio para pensar más rápido, y andar más listos que los demás, desarrollando un espíritu de sacrificio muy por encima de lo normal.
Johan Cruyff lo sabe muy bien: Siendo todavía niño, desarrollé en los entrenamientos la técnica para poder explotar mi juego y superar cierta inferioridad física respecto a jugadores más corpulentos, sí, pero también más lentos. Lo cual no quiere decir que entrenara más, sino que aprovechaba mejor los entrenamientos.
Siempre he pensado que cada desventaja tiene sus ventajas. Si soy pequeño, tengo que ser más espabilado. Si no soy fuerte, tengo que ser más listo; no me queda otro remedio.
La Soledad del Entrenador @SEntrenador
(Del libro “Dejad que los niños jueguen)
martes, 26 de noviembre de 2013
¿Presión Psicológica?
En este mismo espacio, tiempo atrás hablamos del manejo de la temida Presión Psicológica (http://elpsicologodelclub.blogspot.com.ar/2011/02/manejando-la-presion.html); y en esta ocasión, es el colega español Chema Buceta quien aborda en su blog el tema, con la nota que transcribo abajo: "Presión Psicológica: Ya la hemos...", preguntándose si "¿Hacemos algo para prevenir y controlar la presión?" y revalorizando, obviamente, el rol de los psicólogos en los equipos deportivos.
Se ha celebrado en Chennai, India, la final del campeonato del mundo de Ajedrez, en la que el candidato, Magnus Carlsen, noruego de veintidós años, ha derrotado al hasta ahora campeón, el indio Viswanathan Anand, quien disfrutaba del cetro desde 2007. En sus declaraciones, Carlsen acentuó la importancia de haber controlado la presión psicológica a diferencia de su rival, “ya que incluso en el campeonato del mundo, esta puede hacer que un gran campeón se derrumbe”. Anand lo confirmó como posible causa de sus errores en las partidas definitivas. Curiosamente, en abril, en el torneo de candidatos que decidía quien sería el aspirante, Carlsen y el ruso Kramnik llegaron a la última partida empatados. Sus rivales no se jugaban nada; ellos, todo. ¡Y los dos perdieron! ¿Presión psicológica?

Lo que conocemos como presión psicológica no es un enemigo invisible, sino un estrés elevado relacionado con situaciones trascendentes de alta dificultad y exigencia. Este estrés provoca una sobreactivación que perjudica el rendimiento. Le sucede a muchos deportistas en las competiciones, sobre todo si en estas se juegan mucho, la expectativa de éxito de quienes les rodean es muy alta y su autoconfianza no es suficientemente robusta. Estar a punto de conseguir algo grande, tener miedo a perder y defraudar a otros, que el partido no transcurra como todos esperaban, o la obligación de rendir con precisión en una acción decisiva, son ejemplos de situaciones que pueden contribuir a este estrés perjudicial.
En el deporte, como en otros ámbitos de alto rendimiento, los mejores suelen tolerar y gestionar con eficacia la presión psicológica la mayor parte de las veces. En general, son personas que han desarrollado una sólida fortaleza mental: transforman las amenazas en retos, se centran en lo que depende de ellos y convierten la presión en una energía favorable que les ayuda a prepararse y rendir a alto nivel. En muchos casos, esto les diferencia de otros destacados deportistas, empresarios, directivos, actores, etc. que carecen de esta habilidad. Sin embargo, hasta el mejor escribano echa un borrón, y por muy campeones que sean, se trata de personas de carne y hueso que, a veces, como demuestra lo sucedido a Anand, pueden verse superadas por una presión psicológica que no consiguen controlar. No debe sorprendernos que jugadores como Messi o Roben fallasen penaltis clave en los partidos más decisivos de la Champions (en 2012), que Gasol no convierta los tiros libres en los minutos finales de algunos partidos trascendentales (por ejemplo: final del Eurobasket, 2007) o que cualquiera con la “cabeza bien amueblada” pinche en algún momento y se “le crucen los cables”.
Obviamente, el rendimiento no depende sólo de este factor. A veces, de forma errónea, se achaca la falta de rendimiento a la presión psicológica cuando existen explicaciones más básicas y con mayor peso: como (en el deporte) la falta de condiciones físicas, habilidades técnicas/tácticas y preparación apropiada, o circunstancias externas, como la fortaleza del rival. Estas variables son las que principalmente determinan las posibilidades reales de rendimiento. A partir de ahí, la mejor o peor gestión del estrés lo optimizará o minimizará; y así, los que más rinden en función de sus posibilidades reales, suelen ser aquellos que la mayor parte del tiempo toleran y controlan bien la presión psicológica. Eso sí, si bien sus errores en esta faceta son pocos, a veces muy pocos, la trascendencia de estos puede ser enorme, ya que suelen producirse en los momentos más críticos. Seguramente, Anand tiene una gran habilidad para controlar la presión psicológica, pero de pronto surge una situación concreta, muy trascendente, en la que no puede controlarla, y entonces juega por debajo de su nivel, cometiendo errores que le cuestan el campeonato del mundo. Como él, otros muchos. ¿Podemos hacer algo? ¿O debemos resignarnos? (¡Ya la hemos…!).
El entrenamiento psicológico se suele plantear para atender a deportistas que presentan déficits muy evidentes; por ejemplo, aquellos que suelen rendir mal en las competiciones a diferencia de los entrenamientos. Otras veces, se organiza como parte de un plan de entrenamiento global, programándose con el objetivo de desarrollar habilidades mentales que puedan aplicarse en diferentes situaciones. Sin embargo, se suele obviar con deportistas que casi siempre funcionan bastante bien en la parcela psicológica, sin tener en cuenta la trascendencia de esos momentos, escasos pero muy relevantes, en los que podrían verse superados por el estrés. Es lógico: el buen rendimiento habitual eclipsa la necesidad de prevenir tal circunstancia excepcional. Pero cuando esta acontece, les pilla por sorpresa, sin recursos excepcionales para controlar la presión, y el deportista pincha en el momento menos oportuno. Después, se asumen los errores como algo inevitable y, en la mayoría de los casos, no se hace nada para prevenir este problema en el futuro. ¿Ignorancia? ¿Ausencia de un psicólogo del deporte que sepa entrenar al deportista?
En estos casos, el trabajo psicológico más general resulta insuficiente; siendo necesaria una intervención muy específica centrada en la prevención y el control del estrés en las situaciones concretas que se consideren más relevantes. Al tratarse de personas que suelen funcionar bien en lo mental, y situaciones poco frecuentes y a veces lejanas, este tipo de trabajo (que por ejemplo se hace con algunos deportistas olímpicos) puede ser difícil de aplicar, pero constituye la clave para dar un paso más de calidad que diferencie de los mejores a los que todavía lo son más; de los que obtienen mucho provecho de sus posibilidades, a los que además son capaces de superar su propio listón.
La optimización del rendimiento pasa por ensanchar los propios límites por poco margen que uno tenga, y el entrenamiento psicológico muy específico puede ser, en bastantes casos, la llave que los deportistas y otros profesionales necesitan. Seguirán siendo de carne y hueso, pero la probabilidad de que pinchen será mucho menor. Sin duda, un reto importante para los psicólogos del deporte y de otras áreas del rendimiento en sus funciones de detectar y evaluar esta necesidad, alertar y motivar a los interesados y diseñar y aplicar la intervención más eficaz. ¿Hacemos algo?
"Pasála Morfón"
Hay
jugadores que dan la sensación de estar jugando solo para si mismos y no para
el Equipo, y esa actitud egoísta, contrariamente a lo que seguramente ellos
esperan, los suele volver marcadamente inefectivos.
Se suele decir que los goleadores, en todos los deportes, suelen tener en su gen deportivo el egoísmo, y que ese ingrediente suele ser de gran ayuda para potenciar sus capacidades. Pero en los últimos tiempos es cada vez más común ver jugadores tomando decisiones egoístas en extremo, que muchas veces atentan contra el funcionamiento del Equipo.
Entre los grandes, un entrenador con conceptos claros y liderazgo fuerte puede ayudar a maquillar o encajar al jugador en el funcionamiento del Equipo. Pero evidentemente, el problema es de formación, y ese gen egoísta se origina en el camino que el deportista recorre hasta llegar a primera, de ahí que sea tan importante trabajar sobre la actitud deportiva de los chicos.
Las señales y ejemplos que el DT da en el manejo del Equipo son claves, pero también lo es el mensaje que mandan el entorno y la familia del novel deportista, que muchas veces, aún de muy chiquito es estimulado por el mencionado “Jugátela vos” y en algunos casos hasta recibe premios por goles, puntos o por determinada participación estadística que, lejos de fomentar el amor por el juego colectivo, potencia y exacerba el virus del egoísmo.
¿Entonces? Entonces, cuidemos el mensaje que se baja a los más chicos. Deporte es juego, diversión, y si es colectivo, el espíritu de equipo debería estar por encima de los logros individuales, y ese mensaje debería venir en estéreo, tanto desde el club (entrenador) como desde la casa, para ayudar a que la pulsión egoísta no termine atentando contra las posibilidades de formar un jugador íntegro e inteligente, capaz de tomar buenas decisiones en la cancha en lugar de uno cuya orientación sea hacer una jugada de lucimiento personal.
Se suele decir que los goleadores, en todos los deportes, suelen tener en su gen deportivo el egoísmo, y que ese ingrediente suele ser de gran ayuda para potenciar sus capacidades. Pero en los últimos tiempos es cada vez más común ver jugadores tomando decisiones egoístas en extremo, que muchas veces atentan contra el funcionamiento del Equipo.
El egoísmo o afán de
protagonismo desmedido atenta directamente contra las posibilidades de
conseguir la anhelada Química Grupal, pero en lo individual, atenta también
contra las posibilidades del jugador de tener buena lectura de juego, ya que si
en mi interior está muy arraigado el “Jugátela vos”, inconscientemente voy a
tomar la decisión de jugármela como primera opción, sin medir si eso es lo más
conveniente o si es preferible dar un pase o iniciar una jugada o movimiento
hacia otro lado que favorezcan más al equipo.
Algunos jugadores
maquillan ese egoísmo con los pases gol, pero no deja de ser una cubierta
engañosa, y es tal vez donde más se ve esa falta de capacidad de lectura, ya
que en este caso la búsqueda de la asistencia o el pase lujoso como opción
excluyente le quita al jugador visión global y eso lo lleva a solo contar con
dos opciones: su gol, o el pase gol, dejando afuera innumerable cantidad de variantes.Entre los grandes, un entrenador con conceptos claros y liderazgo fuerte puede ayudar a maquillar o encajar al jugador en el funcionamiento del Equipo. Pero evidentemente, el problema es de formación, y ese gen egoísta se origina en el camino que el deportista recorre hasta llegar a primera, de ahí que sea tan importante trabajar sobre la actitud deportiva de los chicos.
Las señales y ejemplos que el DT da en el manejo del Equipo son claves, pero también lo es el mensaje que mandan el entorno y la familia del novel deportista, que muchas veces, aún de muy chiquito es estimulado por el mencionado “Jugátela vos” y en algunos casos hasta recibe premios por goles, puntos o por determinada participación estadística que, lejos de fomentar el amor por el juego colectivo, potencia y exacerba el virus del egoísmo.
¿Entonces? Entonces, cuidemos el mensaje que se baja a los más chicos. Deporte es juego, diversión, y si es colectivo, el espíritu de equipo debería estar por encima de los logros individuales, y ese mensaje debería venir en estéreo, tanto desde el club (entrenador) como desde la casa, para ayudar a que la pulsión egoísta no termine atentando contra las posibilidades de formar un jugador íntegro e inteligente, capaz de tomar buenas decisiones en la cancha en lugar de uno cuya orientación sea hacer una jugada de lucimiento personal.
lunes, 18 de noviembre de 2013
El Deporte y las Técnicas de Relajación
Solemos leer y escuchar cientos de declaraciones hablando de que tal o cual deportista da ventaja porque no está bien de la cabeza, no tiene actitud, no está enfocado o concentrado, etc., etc. Del otro lado, los psicólogos solemos poner el foco en que, precisamente, uno de los déficits mayores de los deportistas tiene que ver con "como trabajan su cabeza". Y la pregunta que te estás haciendo en este momento, seguramente, es: ¿Qué es "trabajar la cabeza"? Porque así tirado puede sonar hasta raro, y te aseguro que no es tan así, al contrario.
Si bien hay métodos y técnicas que pueden ser utilizadas por cualquiera de nosotros, la premisa básica es que todos somos diferentes, y por ende, el trabajo, lejos de ser algo estandarizado, es artesanal y personal.
"Trabajar la Cabeza" suena raro, y más de una vez me preguntan de qué se trata, a lo que suelo responder en pocas palabras que, "trabajar la cabeza tiene que ver con factores como el autoconocimiento, la búsqueda de un eje o una identidad deportiva individual, aprender a relacionarse para poder insertarse positivamente en equipos de trabajo, controlar las emociones y desarrollar métodos de enfoque y motivación, como tópicos salientes.
Dentro de este cúmulo de cosas, contrariamente a lo que se pensaba antiguamente, la relajación es una herramienta fundamental en la vida del deportista, y a propósito de ella, va a continuación un artículo de la colega española Yolanda Cuevas Ayneto, que me pareció interesante compartir:
Si bien hay métodos y técnicas que pueden ser utilizadas por cualquiera de nosotros, la premisa básica es que todos somos diferentes, y por ende, el trabajo, lejos de ser algo estandarizado, es artesanal y personal.
"Trabajar la Cabeza" suena raro, y más de una vez me preguntan de qué se trata, a lo que suelo responder en pocas palabras que, "trabajar la cabeza tiene que ver con factores como el autoconocimiento, la búsqueda de un eje o una identidad deportiva individual, aprender a relacionarse para poder insertarse positivamente en equipos de trabajo, controlar las emociones y desarrollar métodos de enfoque y motivación, como tópicos salientes.
Dentro de este cúmulo de cosas, contrariamente a lo que se pensaba antiguamente, la relajación es una herramienta fundamental en la vida del deportista, y a propósito de ella, va a continuación un artículo de la colega española Yolanda Cuevas Ayneto, que me pareció interesante compartir:
La preparación psico-física es clave para un adecuado rendimiento deportivo. La falta de entrenamiento mental cierra las puertas a nuevas oportunidades, siendo muchas veces la causa de un rendimiento insuficiente. La mente juega “su parte” en cada encuentro deportivo y del deportista depende querer trabajar lo mental: la concentración, la atención, el autocontrol etc…
Ante la amenaza el ser humano lucha o huye. La excesiva ansiedad y estrés, los miedos, los pensamientos irracionales y/o negativos son los enemigos de todo deportista y muchas veces muy presentes en el juego, que le bloquean e impiden sacar el máximo potencial.
Un deportista no controla sus pensamientos bajo un determinado nivel de estrés y su conducta le provoca mayor ansiedad de la necesaria, incapacidad de resolver problemas y bloqueos emocionales que podemos observar en la práctica de cualquier deporte.
Las técnicas de relajación son métodos, procedimientos o actividades que ayudan a reducir la tensión física y/o mental, reduciendo los altos niveles de estrés, ansiedad o ira que condicionan el rendimiento.
Su aprendizaje y dominio a cualquier edad permite crear un estado mental a favor de la toma de decisiones, resolución de problemas o situaciones con mayor concentración y claridad.
Se aprende a controlar pensamientos, en consecuencia sus emociones lo que favorece la conducta apropiada.
La respiración adecuada es la clave, una de las formas más fáciles y eficaces para controlar la ansiedad y la tensión muscular.
Según nos sentimos respiramos, si estamos nerviosos o nos sentimos presionados la respiración será entrecortada, superficial e irregular, aumenta la tasa cardiaca y los músculos se tensan y si aprendemos a controlar la respiración, la hacemos fluida, profunda, rítmica y sentiremos de inmediato los efectos contrarios.
No olvidemos que el estado de relajación es incompatible con el estado de ansiedad, de estrés. Un deportista bajo presión o bajo ansiedad precompetitiva tiende de manera natural a mantener la respiración y como consecuencia aumentará la tensión muscular, lo que dificultará que sus movimientos sean los adecuados, y la consecuencia será que no rendirá como se espera.
Una de las consecuencias, muchas veces desconocidas, del trabajo de la relajación es que cuando un deportista entrena para adquirir la habilidad de la relajación y así controlar sus niveles de tensión muscular está trabajando también para evitar las lesiones relacionadas con la tensión muscular.
Por lo tanto con las técnicas de relajación y la correcta respiración se consigue la autorregulación psicológica necesaria antes, durante y después de la práctica deportiva, alejas mentalmente la presión de la competición y favoreces el autocontrol emocional.
La Relajación Progresiva (Edmund Jacobson 1962) es una de las más conocidas, de forma progresiva el deportista tensa y relaja alternativamente los grupos musculares.
Importante saber cuándo practicarlas y conocer el estado físico del deportista, puesto que hay momentos como la precompetición o deportistas con ciertas lesiones que no será aconsejable relajar, tensar y distensar la masa muscular afectada. Sin embargo otro tipo de relajación si será efectiva para la recuperación de lesiones musculares.
En definitiva, las técnicas de relajación como procedimientos de intervención psicológica, capacitan al deportista para controlar sus estados de ansiedad y regular de forma voluntaria y consciente su activación, según lo necesite. (Weinberg y Gould, 1996).
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