martes, 21 de abril de 2015

Nada Personal

¿Cuántas veces escuchamos la frase: “No te lo tomes tan a pecho”? Y… ¿Cuántas veces, pese a que nosotros mismos solemos recomendarlo, terminamos enredados en una suerte de círculo vicioso de malestar producto de tomar algo, tal vez al pasar o generalizado, como un ataque personal? Si, somos así. Desde la tribuna, mirando lo que le pasa al otro, todo nos parece mucho más fácil, pero cuando la frase, sentencia o lo que fuere nos roza, suele costarnos mucho tomarla con pinzas y analizar si era para nosotros, si era para tanto, o si es necesario hacernos malasangre.
En el deporte, y más específicamente en el aspecto relacional de la vida deportiva, esto muchas veces se exacerba hasta limites exponenciales, y uno de los puntos en los que se suelen producir gran cantidad de piquetes emocionales es la relación con Jugador – Entrenador.
Dijo que la actitud no se negocia, yo entrego todo, pero no me pone”, o “el exige cumplimiento y responsabilidad, doy todo, pero no me tiene en cuenta”, son solo algunas de las frases en tono de lamento que suelen salir de boca de los deportistas, quienes en medio de la frustración o dolor que les da no jugar o ver satisfechas sus expectativas, suelen tomar la decisión del entrenador como algo personal. Y ahí, en ese cruce de caminos, se produce el piquete emocional, porque al sentir la decisión como personal, inconscientemente el deportista se embrolla en el dolor, que lo lleva a tomar actitudes no constructivas para su presente/futuro, tales como:
1)     Enojado o molesto, ir a pedir explicaciones dejando traslucir ese enojo, contribuyendo sin querer a tensar la relación con el DT.
2)     Dolido y preocupado, meterse para adentro y bajar los brazos entregado a algo que, cree o siente que no puede cambiar.
Ambas situaciones solo consiguen abrir una brecha que seguramente no era tal, y al mismo tiempo, atentan directamente contra sus chances de dar vuelta la historia, y la matriz de esas decisiones (ir a buscar o cerrarse) es el dolor, que suele ser el peor aliado del pensamiento que precede a la toma de buenas decisiones.
Los caminos de salida para no toparse con el piquete emocional arrancan por algo a priori muy sencillo para los que observamos de afuera: Tomar lo que dice o hace el entrenador como algo profesional, y no como algo personal. ¿Por qué no pensar que se trata de una decisión táctica o técnica en lugar de algo afectivo o personal basado en preferencias o vaya a saber uno que cosa? El dolor nos impide pensar con claridad, y fácilmente caemos en la trampa de llevar la decisión al plano personal en lugar de a algo estrictamente técnico. ¿Por qué no pensar que el DT está buscando lo mejor para el Equipo y que, más allá de la actitud o el cumplimiento, elije a otro porque necesita o cree que necesita otra cosa?
Pensar en frío facilita todos los caminos. En frío, podemos entender o tratar de entender las decisiones del otro, en este caso el que manda, como algo técnico, y a partir de allí, en frío, podemos hacernos la pregunta más importante: “¿Por qué el/ella y no yo? ¿Qué es lo que el/ella ofrece o da que yo no estoy dando?” Solo a partir de ese análisis, es que pueden arrancar las mejoras que, evidentemente, necesitamos para ganarnos ese lugar que tanto anhelamos y creemos merecer.
En frío, podemos tomar la decisión correcta, que es ir a preguntar (con sumo respeto y humildad) “que me está faltando para tener eso que anhelo”, o “como puedo mejorar para hacerme acreedor a aquello para lo que estoy trabajando”. En caliente, desde el dolor, es más fácil caer en pedir explicaciones de mala forma o cerrarnos en la desazón, y ninguno de esos caminos nos lleva al éxito. En frío, podemos buscar razones, y a partir de esas razones, se puede empezar a construir.

Tomar las decisiones que no nos favorecen como “algo personal” no suele ser el mejor camino. De allí la importancia de aprender a cambiar el eje emocional y, fundamentalmente, aprender a pensar.

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