viernes, 16 de enero de 2015

¿Irregular?

Desde la tribuna o el círculo de entendidos y allegados baja el “si este pibe no fuera tan irregular, sería un crack”. En el banco de suplentes, el entrenador se lamenta por el jugador que “la rompe un partido y desaparece en los dos o tres siguientes”. Mientras tanto, la cabeza del pobre jugador no para de buscar razones para los temidos y nunca bien ponderados altibajos, provocándole, en la mayoría de los casos, una sensación desagradable que lo hace dudar de sus propias condiciones.
Salvo un reducido grupo que, increíblemente, suele atribuir las razones de tanto vaivén a “cuestiones mágicas”; generalmente, y aún sin saber bien de que se trata, los tres estamentos (tribuna, DT y el propio jugador) suelen coincidir que el problema está en “la cabeza”.
La Cabeza… Ese elemento al que todos se refieren permanentemente en el mundo del deporte y con el que tanto tememos meternos.
En concreto, el deportista irregular no está embrujado ni tiene graves problemas mentales. La temida irregularidad suele venir de la mano de a) una persona  con alguna tendencia a la ciclotimia o los vaivenes emocionales; o b) un deportista que no ha trabajado debidamente su método de preparación mental. En este panorama, los niveles de autoestima y confianza se vuelven fluctuantes, porque dependen directamente del estado emocional que tenga ese día el deportista. Si viene “de buenas” es muy probable que rinda satisfactoriamente, pero si viene “de malas” o algo lo perturbó en el camino, seguramente va quedar a merced de que la primera acción le salga bien o que algún hecho fortuito le “levante la flechita” en términos de play station.
La respuesta más común del jugador al ser consultado por el tema es “no se que me pasa”, y lo cierto es que no es muy difícil encontrar las razones que lo ponen ante tan incómoda situación. Solo hay que relajarse y pensar un poco, usar la cabeza para controlar la cabeza, aunque parezca un juego  de palabras.
Muchas veces, ese control o esas razones tienen que ver con hábitos que inconscientemente nos ponen “de malas” o lejos de nuestro  estado ideal, y otras veces con pensamientos recurrentes que contaminan el proceso de enfoque y puesta en escena que todo deportista necesita para encarar un encuentro o incluso una practica.
Si, no es tan difícil, y mucho menos mágico o esotérico. Si no podés mantener un rendimiento regular no es culpa de algún gualicho o de un tornillo flojo imposible de ajustar. La solución suele estar más al alcance de la mano de lo que parece. Solo hay que buscarla con la ayuda adecuada…

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