Producto
de nuestra naturaleza animal, los seres humanos tenemos miedo, vivimos en el
miedo. El impulso más primitivo aparece como por arte de magia ante cualquier
amenaza, y nos empuja a refugiarnos en lo conocido, en nuestra zona de confort,
como los animales se refugian en su guarida. No nos gusta el cambio, o al
menos, en la mayoría de los casos, no mucho, y muchas veces optamos por estar
mal a no saber cómo estaríamos si nos jugáramos por un cambio. El miedo frena
muchas oportunidades. En la vida, y obviamente en la cancha.
El
primer reflejo cuando uno consulta a un deportista por “el miedo” es la
respuesta negativa. “Yo no tengo miedo”, responden casi automáticamente, en la
mayoría de los casos, empujados por la creencia popular de que aquel que tiene
miedo “es un cagón”, “pecho frío” o cosas por el estilo. Y lo cierto es que el
miedo es un impulso primitivo que, bien tomado, sirve para ponernos en alerta
ante un peligro, y bien saben los deportistas que estar preparados para los peligros
que pueda presentarnos la contienda es una de las herramientas primigenias para
salir a la cancha preparados. De eso se trata el scouting entre otras cosas,
¿no?
Entonces,
¿por qué ocultar emociones o sensaciones reales, cuando ponerlas sobre la mesa
servirá para prepararnos mejor?
Lo
único sobre lo que Siempre Tenemos Control es sobre nuestros propios
pensamientos y obviamente sobre nuestra propia vida. Por eso es tan importante
decidir qué queremos hacer. No podemos dejar que otros o las circunstancias
decidan por nosotros. Y cuando no nos preparamos debidamente desde lo
emocional, tarde o temprano quedamos a merced de emociones peligrosas como el
miedo, que suelen aparecer en el momento que uno menos la necesita (pasaje
crucial de un partido por ejemplo) provocándonos por lo general dos tipos de
respuesta muy comunes: huida (ansiedad extrema que lleva al apresuramiento en
la toma de decisiones) o parálisis (nos
quedamos inertes y dejamos que el juego nos pase por el costado sin
comprometernos con el).
Los
miedos limitan. Por eso es tan importante reconocerlos, prepararnos para
enfrentarlos y atacarlos para tomar el control de la situación.
Solemos
escaparle a hacernos preguntas aparentemente existenciales que en verdad no lo
son tanto. Si no tuvieras limitaciones, ¿qué te gustaría hacer con tu vida, tu
carrera deportiva o el partido que se avecina? Si estuvieras seguro de
conseguirlo, ¿qué harías hoy mismo? ¿Qué objetivos te marcarías? ¿Qué es lo que
más te gusta hacer? ¿Con qué disfrutas? ¿Qué sabes hacer bien?
Conocerte,
es vital para saber con que herramientas contás para encarar lo que se viene,
en cualquier situación de la vida. Conociéndote, conoces tus fortalezas y
generas herramientas para enfrentar esos miedos que Todos Tenemos. Si actúas
con miedo, seguramente vas a fracasar. Actúa como si fuera imposible fracasar y
vas a triunfar.
Depende
de Vos. De nadie más.
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