“Me sentí y poco mal conmigo mismo, porque yo sabía perfectamente como era el negocio y así y todo la rueda de rumores en cierta forma me afectó”. La frase pertenece a Luis Scola, quien como él mismo lo dijo, se vio sorprendido por las versiones de ida y vuelta que lo involucraron en una transferencia múltiple entre jugadores estelares de la NBA.
“Lo que me molestó de mi situación personal fue que yo sabia perfectamente que las reglas del juego de la NBA eran asi, y asi y todo me identifiqué demasiado con Houston, y eso en cierta medida me hizo sentir un poco raro en medio del traspaso”, reconoció Scola, quien remató: “Uno sabe que las cosas pueden pasar, pero
recién te das cuenta que las cosas son así cuando te toca vivirlas”.
A simple vista, puede ser una declaración más, pero si ampliamos la mirada, esto que le tocó vivir a Luis es algo que en cierta forma le pasa a diario a millones de deportistas, y tiene que ver con lo difícil que resulta a veces asimilar situaciones nuevas.
En el mundo del deporte, esto se traduce y refleja en miles de situaciones diferentes, y tiene relación directa con no estar del todo preparado para lo que viene, no conocer el terrero suficientemente o haberse dejado llevar por situaciones o sensaciones sin tener en cuenta que la cosa puede cambiar.
La historia de Scola y su traspaso seguramente terminará con final feliz, más allá de donde termine jugando el Capitán de la Selección Argentina de básquet, porque más allá de esto que él contaba en una nota radial a los periodistas de “Uno contra Uno Radio”, Luis es un profesional preparado, capaz de imponer a la razón y sus razones por encima de las emociones que sobrevienen en este tipo de situaciones. Pero lo cierto es que Scolas hay pocos, y que el deporte nos muestra día a día que cientos de talentos terminan quedándose en el camino por falta de formación y preparación en temas que van mucho más allá de lo estrictamente deportivo.
No se trata de mejorar el tiro de tres puntos, el cabezazo, la recepción, la volea o el saque solamente. El mundo ha cambiado tanto que el concepto de evolución depende de muchísimos factores más que un buen gesto técnico o una buena preparación física.
Es común escuchar a chicos y chicas decir que quieren ser profesionales, quieren jugar en la selección y muchas cosas por el estilo. Los sueños y el deseo son el combustible que mueve el motor que nos lleva hacia los grandes logros, pero ese motor necesita una ruta y un piloto capacitado para transitarla, y allí es donde se empiezan a morir muchos de esos proyectos
de cracks.
Muchos talentos se quedan en el camino cuando tropiezan con un formador que no los deja crecer en la medida que lo necesitan; cuando la estructura de un Club los lleva a estancarse; cuando la familia sin quererlo presiona o les vende que son más de lo que realmente son en ese momento; cuando el chico/a juega todas sus fichas a un futuro deportivo sin tener un Plan B (estudio, trabajo), cargándole inconscientemente y sin quererlo mas peso a su mochila; por citar solo algunas de las razones más comunes.
Pero por si esto fuera poco, a esas razones hay que sumarle un agravante importante, que apunta directamente a la formación que reciben los jóvenes deportistas durante su etapa formativa, que en muchos casos resulta deficiente en temas vitales para el correcto desarrollo deportivo.
Basta sentarse a escuchar a los chicos de entre 13 y 18 años para darse cuenta que, algunos pueden saber mucho de fundamentos o táctica, pero tienen un profundo desconocimiento en temas como cuidado personal, prevención de lesiones, alimentación, reglamento, estructura de la competencia de la que participan, etc, etc…
Alguien podrá decir que, de chico, hay que jugar y aprender del juego. Y vamos a coincidir, pero una rápida recorrida por las canchas basta para ver que lo que se le pide o exige a los jóvenes jugadores y jugadoras en la semana o en los partidos suele ir mucho más allá de lo que realmente están en condiciones de absorber correctamente. Especialmente en lo anímico, y es allí donde empiezan los quiebres emocionales que terminan tirando por la borda a muchos talentos.
El tema es largo y da más para una charla debate de varias horas que para un artículo, pero tratando de darle un cierre podría decir que Scola sufrió el lógico vaivén emocional que sufre cualquier mortal cuando se ve en medio de una ola, pero como está preparado (“yo sabia las reglasdel juego de la NBA”) ya está repuesto buscando enfocarse en su trabajo.
Pero asi como Luis y muchos mas logran absorber exitosamente situaciones de cambio, hay un universo de jóvenes que se debaten en un mar de dudas y sensaciones encontradas por no estar preparados para afrontarlas. Y ese no estar preparados va desde como me conviene limentarme, como manejar mis descansos, por qué y como vendarme, como debo prepararme mentalmente o motivarme para un juego, como aislarme de las presiones (que las hay en todos los niveles, sobremanera en las formativas); o para aquellos que empiezan a transitar terrenos profesionales, como elegir un agente, como manejarme con la prensa o como invertir mi dinero, entre otras cosas.
En muchos deportes dirigentes y entrenadores se llenan la boca hablando de “la formación”, pero desgraciadamente, seguimos perdiendo talentos porque esa formación a veces carece de aquellos ingredientes que realmente necesita el deportista, en este convulsionado milenio, para aprender a superar obstáculos en su camino de crecimiento.
“Lo que me molestó de mi situación personal fue que yo sabia perfectamente que las reglas del juego de la NBA eran asi, y asi y todo me identifiqué demasiado con Houston, y eso en cierta medida me hizo sentir un poco raro en medio del traspaso”, reconoció Scola, quien remató: “Uno sabe que las cosas pueden pasar, pero
recién te das cuenta que las cosas son así cuando te toca vivirlas”.
A simple vista, puede ser una declaración más, pero si ampliamos la mirada, esto que le tocó vivir a Luis es algo que en cierta forma le pasa a diario a millones de deportistas, y tiene que ver con lo difícil que resulta a veces asimilar situaciones nuevas.
En el mundo del deporte, esto se traduce y refleja en miles de situaciones diferentes, y tiene relación directa con no estar del todo preparado para lo que viene, no conocer el terrero suficientemente o haberse dejado llevar por situaciones o sensaciones sin tener en cuenta que la cosa puede cambiar.
La historia de Scola y su traspaso seguramente terminará con final feliz, más allá de donde termine jugando el Capitán de la Selección Argentina de básquet, porque más allá de esto que él contaba en una nota radial a los periodistas de “Uno contra Uno Radio”, Luis es un profesional preparado, capaz de imponer a la razón y sus razones por encima de las emociones que sobrevienen en este tipo de situaciones. Pero lo cierto es que Scolas hay pocos, y que el deporte nos muestra día a día que cientos de talentos terminan quedándose en el camino por falta de formación y preparación en temas que van mucho más allá de lo estrictamente deportivo.
No se trata de mejorar el tiro de tres puntos, el cabezazo, la recepción, la volea o el saque solamente. El mundo ha cambiado tanto que el concepto de evolución depende de muchísimos factores más que un buen gesto técnico o una buena preparación física.
Es común escuchar a chicos y chicas decir que quieren ser profesionales, quieren jugar en la selección y muchas cosas por el estilo. Los sueños y el deseo son el combustible que mueve el motor que nos lleva hacia los grandes logros, pero ese motor necesita una ruta y un piloto capacitado para transitarla, y allí es donde se empiezan a morir muchos de esos proyectos
de cracks.
Muchos talentos se quedan en el camino cuando tropiezan con un formador que no los deja crecer en la medida que lo necesitan; cuando la estructura de un Club los lleva a estancarse; cuando la familia sin quererlo presiona o les vende que son más de lo que realmente son en ese momento; cuando el chico/a juega todas sus fichas a un futuro deportivo sin tener un Plan B (estudio, trabajo), cargándole inconscientemente y sin quererlo mas peso a su mochila; por citar solo algunas de las razones más comunes.
Pero por si esto fuera poco, a esas razones hay que sumarle un agravante importante, que apunta directamente a la formación que reciben los jóvenes deportistas durante su etapa formativa, que en muchos casos resulta deficiente en temas vitales para el correcto desarrollo deportivo.
Basta sentarse a escuchar a los chicos de entre 13 y 18 años para darse cuenta que, algunos pueden saber mucho de fundamentos o táctica, pero tienen un profundo desconocimiento en temas como cuidado personal, prevención de lesiones, alimentación, reglamento, estructura de la competencia de la que participan, etc, etc…
Alguien podrá decir que, de chico, hay que jugar y aprender del juego. Y vamos a coincidir, pero una rápida recorrida por las canchas basta para ver que lo que se le pide o exige a los jóvenes jugadores y jugadoras en la semana o en los partidos suele ir mucho más allá de lo que realmente están en condiciones de absorber correctamente. Especialmente en lo anímico, y es allí donde empiezan los quiebres emocionales que terminan tirando por la borda a muchos talentos.
El tema es largo y da más para una charla debate de varias horas que para un artículo, pero tratando de darle un cierre podría decir que Scola sufrió el lógico vaivén emocional que sufre cualquier mortal cuando se ve en medio de una ola, pero como está preparado (“yo sabia las reglasdel juego de la NBA”) ya está repuesto buscando enfocarse en su trabajo.
Pero asi como Luis y muchos mas logran absorber exitosamente situaciones de cambio, hay un universo de jóvenes que se debaten en un mar de dudas y sensaciones encontradas por no estar preparados para afrontarlas. Y ese no estar preparados va desde como me conviene limentarme, como manejar mis descansos, por qué y como vendarme, como debo prepararme mentalmente o motivarme para un juego, como aislarme de las presiones (que las hay en todos los niveles, sobremanera en las formativas); o para aquellos que empiezan a transitar terrenos profesionales, como elegir un agente, como manejarme con la prensa o como invertir mi dinero, entre otras cosas.
En muchos deportes dirigentes y entrenadores se llenan la boca hablando de “la formación”, pero desgraciadamente, seguimos perdiendo talentos porque esa formación a veces carece de aquellos ingredientes que realmente necesita el deportista, en este convulsionado milenio, para aprender a superar obstáculos en su camino de crecimiento.
1 comentario:
Coincido con el autor del artículo en todo. otra cosa importante son los valores que en los partidos se transmite a los jóvenes jugadores por parte del maleducado público y, lo que es más triste, de sus energúmenos padres.
Y por último, estoy realmente harto de tanta propaganda publicitaria de deportistas que, sobre todo en el mundo del futbol, son "modelos" pero tienen unos pies asquerosos, con hongos y muy mal cuidados. Y de esos, tenemos muchos representantes en la Selección Española de Fútbol. A los jóvenes deportistas se les tendría que formar también en higiene personal.
Publicar un comentario