El debate futbolero al respecto lleva tantos años como los que tiene este fatídico estilo de definición. ¿Es verdaderamente una lotería la definición por penales? El inconsciente colectivo dice que “si”, amparado en el hecho que más de una vez, al mejor equipo, o incluso a aquel que disponía de los mejores ejecutantes, le tocó quedarse con las ganas. Pero la historia sabe también de equipos que llegaron a ser temidos por sus rivales de turno en este tipo de instancias, a partir de su fama, suerte o supuesta mística ganadora. Para muestra, bien podemos remitirnos al Boca de Carlos Bianchi, que parecía agrandarse conforme se acercaba el momento, y que llegó a cosechar épicas victorias desde los doce pasos, incluso improvisando pateadores jóvenes y supuestamente inexpertos como Alvarez y Ledesma, como en aquella increíble definición copera en el Monumental, sin público visitante. Y ni hablar de la Argentina del Mundial 90, con el temido Goyco bajo los palos.
A la hora de los justificativos, el hincha dirá que “el arquero rival es un especialista porque siempre ataja uno o dos penales y eso condiciona al pateador”, que “el DT le da mucha confianza a sus dirigidos y por eso patean sin miedo”, o hasta que “estos tienen una suerte bárbara y por eso terminan ganando”. Así nació “el celular de Dios”, ¿no?
Lo cierto es que, más de una vez, el arquero especialista ataja penales en su equipo y no en la selección (o al revés); o el DT le da la misma confianza a todos sus dirigidos, pero unos la meten y otros no; o un día al celular se le acaba la batería antes de tiempo, la llamada no llega a destino y la suerte se acaba.
¿Cuál es el punto en común? Fácil: La Actitud. Actitud para plantarse con confianza ante una situación difícil y enfocarse para hacer lo necesario para alcanzar el objetivo.
Ahora bien, la actitud ¿viene de fábrica o se puede conseguir algún comercio del ramo? Y… La Psicología no es una ciencia exacta, y todos los seres humanos somos diferentes. Hay quienes traen desde la cuna la capacidad de agrandarse en las difíciles, así como también hay personas que se bloquean y merman su rendimiento en los momentos calientes porque traen algún condicionante desde chicos que los lleva a apichonarse cuando las papas queman.
Pero también hay personas que, con el tiempo, han aprendido a “ponerse en foco” cuando lo necesitan, logrando evadirse por un rato de los problemas o el acontecer cotidiano. Lo hace el médico que se concentra al punto de aislarse del mundo exterior mientras realiza una cirugía, el músico que toca o compone dejando volar la imaginación como si estuviera en trance, el mecánico que busca la falla en un motor defectuoso, el periodista que sonríe ante la cámara cuando le cantan “aire” pese a no estar viviendo un feliz momento personal, etc, etc, etc. Entonces… ¿Por qué no lo va a hacer un futbolista a la hora de patear un penal, o un jugador de básquet parado ante la línea de foul?
El cansancio, los problemas o el entorno no son obstáculo para alguien que sabe enfocarse. Y la capacidad de enfocarse no es algo que venga de fábrica solamente, sino que se puede conseguir con la ejercitación adecuada, a partir de técnicas sencillas que pueden darle al deportista esa anhelada capacidad para concentrarse pura y exclusivamente en el objetivo que tiene delante: el partido de la fecha, la gran final, un penal, un tiro libre o lo que fuera. En definitiva, así como uno espera que el cirujano maneje el bisturí alejado de cualquier situación personal que pudiera perturbarlo, que el periodista sonría cuando se prende la cámara y demás, también se espera que el jugador pueda poner todos sus mejores recursos en acción “a la hora de los bifes”. Porque en defintiva, para eso se prepara todos los días.
A la hora de los justificativos, el hincha dirá que “el arquero rival es un especialista porque siempre ataja uno o dos penales y eso condiciona al pateador”, que “el DT le da mucha confianza a sus dirigidos y por eso patean sin miedo”, o hasta que “estos tienen una suerte bárbara y por eso terminan ganando”. Así nació “el celular de Dios”, ¿no?
Lo cierto es que, más de una vez, el arquero especialista ataja penales en su equipo y no en la selección (o al revés); o el DT le da la misma confianza a todos sus dirigidos, pero unos la meten y otros no; o un día al celular se le acaba la batería antes de tiempo, la llamada no llega a destino y la suerte se acaba.
¿Cuál es el punto en común? Fácil: La Actitud. Actitud para plantarse con confianza ante una situación difícil y enfocarse para hacer lo necesario para alcanzar el objetivo.
Ahora bien, la actitud ¿viene de fábrica o se puede conseguir algún comercio del ramo? Y… La Psicología no es una ciencia exacta, y todos los seres humanos somos diferentes. Hay quienes traen desde la cuna la capacidad de agrandarse en las difíciles, así como también hay personas que se bloquean y merman su rendimiento en los momentos calientes porque traen algún condicionante desde chicos que los lleva a apichonarse cuando las papas queman.
Pero también hay personas que, con el tiempo, han aprendido a “ponerse en foco” cuando lo necesitan, logrando evadirse por un rato de los problemas o el acontecer cotidiano. Lo hace el médico que se concentra al punto de aislarse del mundo exterior mientras realiza una cirugía, el músico que toca o compone dejando volar la imaginación como si estuviera en trance, el mecánico que busca la falla en un motor defectuoso, el periodista que sonríe ante la cámara cuando le cantan “aire” pese a no estar viviendo un feliz momento personal, etc, etc, etc. Entonces… ¿Por qué no lo va a hacer un futbolista a la hora de patear un penal, o un jugador de básquet parado ante la línea de foul?
El cansancio, los problemas o el entorno no son obstáculo para alguien que sabe enfocarse. Y la capacidad de enfocarse no es algo que venga de fábrica solamente, sino que se puede conseguir con la ejercitación adecuada, a partir de técnicas sencillas que pueden darle al deportista esa anhelada capacidad para concentrarse pura y exclusivamente en el objetivo que tiene delante: el partido de la fecha, la gran final, un penal, un tiro libre o lo que fuera. En definitiva, así como uno espera que el cirujano maneje el bisturí alejado de cualquier situación personal que pudiera perturbarlo, que el periodista sonría cuando se prende la cámara y demás, también se espera que el jugador pueda poner todos sus mejores recursos en acción “a la hora de los bifes”. Porque en defintiva, para eso se prepara todos los días.
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