Siempre venimos de algún lado. O hemos estado ganando, o perdiendo. O demasiado organizados, o muy enquilombados; tranquilos o a full; cansados o con todas las pilas…
Ese “de donde venimos”, con sus éxitos a ser repartidos y sus fracasos a ser arreglados, motiva o lleva la conducta de un equipo hacia determinado tipo de energía-juego-organización-estilo.
Este proceso no es del todo consciente y no siempre es común a todo el equipo, porque la situación personal de cada integrante también juega un papel en esto. Algunos pueden sentir que vienen de estar demasiado tensos o muy relajados; otros que estuvieron demasiado sometidos al equipo rival; otros pueden vivirlo como demasiado distraídos, como si estuvieran en otra u otros demasiado individualistas, muy en la suya, sin poder organizarse a nivel grupal.
Pero sea como sea vivido, este “de donde vienen” lleva a los jugadores a organizarse, física y mentalmente de determinada manera, y eso va a tener mucho peso en el desempeño individual y colectivo en el partido o torneo.
Del mismo modo, siempre hay una orden inconsciente relacionada con el “a donde tienen que ir”, ya que vamos “a matar”, “a tener cuidado con…”, “a respetar al poderoso rival” a “representar elegantemente al club, país”, etc…
A veces es importante poder pensar, en el seno del grupo, como sienten que funciona esto. Como es ese lugar “de donde vienen” y como es aquel “hacia donde van”. Ya que esto sirve para quitar presiones y poder programar el estilo con el que se va a jugar, independientemente de aquello relacionado con lo técnico-táctico; así como también para coordinar mejor los esfuerzos grupales, de modo que los jugadores busquen, juntos, la manera de ir para el mismo lado.
Si el mandato inconsciente habla de “vamos para allá que hay algo interesante” el cuerpo se organiza y toda la energía se dirige, armónicamente, hacia un punto. Un punto imaginario o real que parece llevarnos hacia adelante.
Cuando el mandato es “cuidado, que ahí hay algo peligroso”, tal vez vamos igual, porque en definitiva hay que seguir para adelante. Pero el cuerpo se organiza de otra manera. Una parte parece tirar para adelante, y la otra hacia atrás; y el resultado suele ser que parece haber menos energía, los pasos o los golpes son menos certeros, las piernas menos firmes, la dirección menos clara.
“De dónde venimos y hacia dónde vamos”. Parece una obviedad, y como tal, muchas veces nos olvidamos de tener en cuenta en la planificación, cuál fue nuestro punto de partida, cuál es nuestra meta, y lo que es peor, cuál es el punto de partida inmediato (el último partido, el antecedente más próximo) y cuál es el próximo rival a vencer, que no siempre tiene puesta la camiseta del equipo de enfrente.
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