lunes, 28 de junio de 2010

El Gol de Messi

¿Le pesa o no le pesa a Messi la sequia goleadora que está viviendo en el Mundial de Sudáfrica? Hmmmm…
“¿Viste como le cambió la cara?, ya no sonríe como en los primeros partidos, es evidente que le está pesando”, me decía un amigo, y seguramente, razón no le falta.
A todo goleador que se precie de tal le molesta no convertir. La pregunta por cuando viene el gol de Messi se hay ido convirtiendo casi casi en un clamor popular, y eso potencia el fastidio natural que podría tener el jugador por el trance que le toca vivir.
El “inconsciente colectivo” también juega su partido, aunque a decir verdad, acá de inconsciente tiene poco, ya que en un país como el nuestro, con 40 millones de técnicos, hay igual cantidad de opiniones en medio del concierto de declaraciones, titulares, informes periodísticos y vaya a saber uno cuantas cosas más, debatiendo o buscándole razones a los males que estarían aquejando al pobre Lio Messi, que más allá de estas elucubraciones, es quien tiene que salir a la cancha conviviendo con esto.
La respuesta, obviamente, es “si, le pesa”, porque es un ser humano y no está ajeno a todo lo que se genera en derredor suyo en un Mundial. El tema es ver cuánto le pesa y para ello es vital el apoyo que le puedan dar el grupo y el entrenador para ayudar a descomprimir esa presión que se va generando en su interior.
Afortunadamente, hasta ahora ni Maradona ni sus compañeros le han dado importancia a la sequia del “10”, y ese “ya la va a meter” con que todos responden a la consulta periodística sobre el tema es la mejor banca que puede tener Messi en esta situación que le toca vivir.
Es que el riesgo, en estos casos, es que el jugador se obsesione con el gol y eso lo lleve sin quererlo a anteponer su deseo de marcar a los intereses colectivos. El deseo de convertir da paso a la necesidad y esa necesidad se convierte en obsesión, lo que achica la mira del jugador, que deja de enfocar la cancha para pasar a mirar exclusivamente el arco, quedando demasiado expuesto al apresuramiento y el error.
Las recetas para salir airoso del trance pasan fundamentalmente por la contención, ya que sentirse contenido, apoyado, ayudará al jugador a sobrellevar el momento sin pasarse de rosca con la autopresión. Psicológicamente hablando, a ese apoyo se lo puede ayudar con algunos ejercicios de visualización, para contribuir a que el goleador con la pólvora mojada no se obsesione más de la cuenta y siga viendo la cancha completa. En definitiva, más allá de que sea lógico esperar que Messi haga un gol, también lo es que Messi puede aportarle al equipo mucho más que eso (y vaya si lo está haciendo). Incluso goleadores natos como Palermo suelen sufrir que, ante una situación similar de sequia (incluso más corta) las preguntas y cuestionamientos se enfoquen en la falta de gol desvalorizando el aporte que él puede hacer para sus compañeros arrastrando marcas, dando asistencias o incluso defendiendo. Lo mismo les pasa en el básquet a los tiradores y asi sucesivamente en todos los deportes en los que hay un anotador. “Es la ley del goleador”, dicen por ahí, y algo de eso hay, solo es cuestión de estar preparado para afrontar esos momentos y no dejar que una situación circunstancial como puede ser no meterla, nos saque completamente de nuestro eje.

martes, 22 de junio de 2010

Con Pilcha de Candidato

Se ha escrito mucho acerca del peso que trae consigo llevar la “pilcha de candidato”.
Cada competición tiene, incluso antes del arranque, sus favoritos, rotulo al que se suele llegar, a veces sin pretenderlo, por historia, potencial, poderío económico o lo que fuera.
Los poderosos suelen ser siempre candidatos, pero el rotulo no es más que un titulo sin valor real, que más de una vez suele jugar en contra de aquellos que tienen la desgracia de ostentarlo, por lo que en todos los deportes vemos incontable cantidad de “caballos de comisario” que se mancan incluso a poco de largar.
La “pilcha de candidato” pesa, y no todos tienen la percha para llevarla con la prestancia necesaria para que no se noten los dobleces o arrugas que suele producir el tránsito por el camino hacia el título. Entonces…

Hay “candidatos” a los que no les pesa el rotulo y transitan por la competición sin problemas disfrutando de su condición de tales; otros que se hacen cargo de la situación y arrancan con paso firme en el torneo, pero ante el primer tropiezo empiezan a dudar y terminan desbarrancándose; y también están aquellos que ni siquiera consiguen empezar a recorrer el camino, porque el peso que llevan en la espalda no los deja avanzar.

Y más allá de que haya muchos equipos que lleven adelante su derrotero como los del primer grupo, lo cierto es que no suele ser fácil ser “candidato”.
Para evitar desbarrancarse ante el primer tropiezo o impedir que el peso no nos deje avanzar, lo primero que hay que conseguir es que el equipo tenga claro cual es el objetivo final, cual es el punto de partida y como debería ser su camino hacia la meta, teniendo en cuenta en este apartado que la ruta puede llegar a presentar obstáculos, pozos y desvíos que tenemos que estar preparados para sortear.
La euforia que suele rodear a los “candidatos” es generalmente el primer obstáculo que aparece en el camino. La pasión del hinchas (los dirigentes lo son en escencia) no suele medir correctamente algunas situaciones, y una sola derrota puede llevarlo casi sin escalas del calificativo de “maquina” al de “desastre”, poniéndolo ante una disyuntiva que suele ser decisiva para el grupo, ya que gran parte de su suerte dependerá de cómo salga de este trance.
Un equipo que se deja llevar por el exitismo generalizado y acepta que se puede pasar de “maquina” a “desastre” sin escalas está en problemas, porque ello hablará de la fragilidad de sus convicciones. Y generalmente, las convicciones son frágiles cuando a la hora de imaginar el camino hacia la meta, omitimos incluir los obstáculos, pozos y desvíos que se nos podrían presentar, porque la vida no es un lecho de rosas, ¿no?
Si planificamos el camino sin triunfalismos, basándonos en perspectivas reales, vamos a estar preparados para afrontar esos sobresaltos de manera tal que nos permitan salir fortalecidos. A veces, una derrota en un momento oportuno opera como llamador para volver a la realidad y retomar la senda del éxito mejor plantados. Otras el peso específico del equipo nos pone de una en la final, donde nos encontramos por primera vez cara a cara con esos temores inconscientes que pueden atentar contra las posibilidades de desarrollar todo nuestro potencial en la definición.
¿Cómo evitarlo? No hay recetas mágicas. Los grandes equipos que han llegado a la meta han ostentado dos virtudes clave: Un grupo bien cohesionado en pos del objetivo y tener los pies sobre la tierra, dos herramientas vitales para afrontar todos los avatares que pudieran presentarse en el camino.

lunes, 14 de junio de 2010

"Es un Pecho Frio"

Pecho Frío: “Dícese de aquel jugador/a que en los momentos calientes rinde muy por debajo de sus posibilidades”. Traducido al ácido código tribunero, podríamos agregar “dícese de aquel jugador/a que se esconde en las difíciles”.
La esencia pasional de la actividad deportiva suele ir de la mano de sentencias y definiciones cargadas de extremismo, que llevan a hinchas y protagonistas a lanzar sin filtro ni medidas frases tan lapidarias como hirientes ante situaciones que, en más de una ocasión, seguramente tienen una lectura más profunda.
Es cierto que hay jugadores más viscerales que se entonan cuando la parada es brava, que se motivan y se ponen especialmente en foco en los momentos calientes o decisivos. Y asi como están esos a los que no les tiembla el pulso, también solemos ver otros que parecen cohibirse, esconderse, dudar o rendir menos cuando las pulsaciones y la adrenalina copan la parada. Es, para el común de la gente y traducido en términos sencillos, una predisposición natural (temperamento, personalidad) que unos traen de fábrica y otros no.
El entrenador / formador suele recibir jugadores con temperamento o personalidad, y como no todos tienen las herramientas o conocimientos necesarios, son pocos los que logran producir cambios en ese rubro. Es lógico, el DT está para enseñar a jugar, y no necesariamente debe tener capacidad para producir cambios en la personalidad del jugador.
A esta altura ya te estarás preguntando: ¿Qué es eso de producir cambios en la personalidad? ¿no era una predisposición natural? Si, es una predisposición natural, pero también se puede trabajar para calentar a un jugador frio o para enfriar a un jugador excesivamente caliente. Todo pasa por la mentalización.
Ejemplos hay y de sobra. Jugadores con temperamento, capacidad y personalidad que en el momento difícil toman una decisión equivocada. El cabezazo de Zidane a Materazzi es un ejemplo clarísimo. ¿O alguien puede pensar que a Zizou se le enfrió el pecho? No señor… En términos más científicos que futboleros, a Zidane lo desbordó la presión del momento (estaba jugando una final del mundo y al mismo tiempo su último partido en un Mundial, entre otras cosas), y como ser humano que es, un desborde emocional lo llevó a tener una reacción impropia de él. Jugadores que la rompen en todo el campeonato, pero bajan considerablemente su rendimiento en las finales, y esto no tiene que ver específicamente con poner la patita o evitar el roce. A Carlos Tevez, jugador del que nadie en el mundo se animaría a dudar de su temperamento, lo desbordaron sus ganas y por poner la pierna con excesiva vehemencia se ganó la roja innecesariamente en las ultimas Eliminatorias.
Jugadores que vienen jugando en gran nivel, tienen un partido para el olvido el día que los vino a ver un agente o representante listo para sellar una gran transferencia, o el entrenador de la Selección Nacional que venía siguiendo sus actuaciones.
Equipos que planean estrategias y fallan justo en la ultima puntada… Ejemplos, ejemplos y más ejemplos. En todos los casos, podría pasarme horas poniendo casos puntuales de cada uno de ellos. Pero te dejo que hagas vos tu propio ejercicio buscándolos en tu vida deportiva o en historia pasada o reciente.
En todos los casos, hay solución. La presión que genera un acontecimiento importante se puede manejar. Lo hacemos a diario con muchísimas situaciones de la vida sin darnos cuenta, y también podemos hacerlo en nuestra vida deportiva. El mensaje que baja desde la Cabeza del Grupo (entrenadores, dirigentes) es clave, porque a partir de allí empieza a hacer funcionar su maquinaria el “inconsciente colectivo”, pero también se puede trabajar individualmente para hacer que esos momentos no sean una carga pesada que nos lleve a sentir malestares físicos o psíquicos que nos lleven el desborde emocional, a perder la claridad conceptual, o a que se nos vaya la pierna o se nos encoja el brazo a la hora de hacer un tiro decisivo.